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Columnista - 14 diciembre, 2016

En la economía lo peor ya pasó

Los resultados de la economía colombiana en 2016 son realmente desalentadores, especialmente por la suma de factores en lo político y en lo económico que marcaron este año bisiesto como uno de los más duros de los últimos años con una desaceleración muy fuerte y un crecimiento cercano al dos por ciento. Es una página […]

Los resultados de la economía colombiana en 2016 son realmente desalentadores, especialmente por la suma de factores en lo político y en lo económico que marcaron este año bisiesto como uno de los más duros de los últimos años con una desaceleración muy fuerte y un crecimiento cercano al dos por ciento. Es una página para voltear muy pronto, pero la tendencia y la buena noticia es que lo peor ya pasó. Las voces autorizadas de los analistas esperan para el 2017 un crecimiento del 2,4 por ciento acorde con una economía que se encuentra en proceso de ajuste como consecuencia del golpe que recibió el ingreso nacional por los precios internacionales del petróleo.

En el periodo 2013-2016, la renta petrolera cayó 24,2 billones de pesos. Para este año se espera que la inflación esté cerrando por debajo del seis por ciento y estaría llegando al 4 por ciento en el primer semestre de 2017. Se espera que la autoridad monetaria comience a bajar las tasas de interés, pero la incertidumbre y la pregunta oportuna es a partir de cuándo comenzará a hacerlo.

Hoy, los pronósticos económicos tienen un ruido especial porque los colombianos aún no sabemos lo que nos espera en cuanto al tema espinoso de los impuestos para el próximo año. Queremos la aprobación por el Congreso de una reforma tributaria estructural objetiva y manejable que cubra las expectativas del país, es decir, ni tímida ni arrodillada ante el Ejecutivo, que aspira recaudar 6,2 billones de pesos con la nueva reforma, pero son conscientes que los colombianos no están dispuestos a seguir pagando más impuestos si no se empieza por controlar la evasión que nos hace sonrojar por la pena ajena.

La DIAN tiene que enfrentar el problema y empezar a mostrar los dientes identificando las prácticas más frecuentes que utilizan los evasores, especialmente algunas entidades sin ánimo de lucro, para enfrentarlas con decisión, inteligencia y valentía para empezar a resolver este problema delicado y complejo. La DIAN tiene que ser el abanderado con autoridad de esta situación justificando así su razón de ser y su objeto social.

Esperamos que con la reforma tributaria aprobada se aprecie un aumento de la inversión privada, lo que significa una mayor competitividad entre las empresas, con un sector público que va a tener más capacidad de invertir apalancado en los recursos del gobierno. Esta reforma será el juez entre un año bueno y uno malo y confiamos que el 2017 será un mejor año por todas las sumas posibles: una inflación que vuelve a su normalidad, la grata compañía de la baja de las tasas de interés y el cambio de postura de la política monetaria para generar una mayor actividad económica.

Esperamos que el próximo año preelectoral no tenga incidencia en lo económico, que siempre ha estado ajeno del debate político, lo cual es un mensaje alentador y positivo sin afectar las expectativas y el clima de los negocios.

Agregado: El Nobel de Paz a Santos es un reconocimiento mundial a la persistencia con su apuesta principal de la paz con las Farc que se constituye, sin duda, en el hecho del año en Colombia, a pesar del resultado adverso del plebiscito que dejó huella y pequeñas heridas sin sanar.

Columnista
14 diciembre, 2016

En la economía lo peor ya pasó

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Gustavo Cotez Medina

Los resultados de la economía colombiana en 2016 son realmente desalentadores, especialmente por la suma de factores en lo político y en lo económico que marcaron este año bisiesto como uno de los más duros de los últimos años con una desaceleración muy fuerte y un crecimiento cercano al dos por ciento. Es una página […]


Los resultados de la economía colombiana en 2016 son realmente desalentadores, especialmente por la suma de factores en lo político y en lo económico que marcaron este año bisiesto como uno de los más duros de los últimos años con una desaceleración muy fuerte y un crecimiento cercano al dos por ciento. Es una página para voltear muy pronto, pero la tendencia y la buena noticia es que lo peor ya pasó. Las voces autorizadas de los analistas esperan para el 2017 un crecimiento del 2,4 por ciento acorde con una economía que se encuentra en proceso de ajuste como consecuencia del golpe que recibió el ingreso nacional por los precios internacionales del petróleo.

En el periodo 2013-2016, la renta petrolera cayó 24,2 billones de pesos. Para este año se espera que la inflación esté cerrando por debajo del seis por ciento y estaría llegando al 4 por ciento en el primer semestre de 2017. Se espera que la autoridad monetaria comience a bajar las tasas de interés, pero la incertidumbre y la pregunta oportuna es a partir de cuándo comenzará a hacerlo.

Hoy, los pronósticos económicos tienen un ruido especial porque los colombianos aún no sabemos lo que nos espera en cuanto al tema espinoso de los impuestos para el próximo año. Queremos la aprobación por el Congreso de una reforma tributaria estructural objetiva y manejable que cubra las expectativas del país, es decir, ni tímida ni arrodillada ante el Ejecutivo, que aspira recaudar 6,2 billones de pesos con la nueva reforma, pero son conscientes que los colombianos no están dispuestos a seguir pagando más impuestos si no se empieza por controlar la evasión que nos hace sonrojar por la pena ajena.

La DIAN tiene que enfrentar el problema y empezar a mostrar los dientes identificando las prácticas más frecuentes que utilizan los evasores, especialmente algunas entidades sin ánimo de lucro, para enfrentarlas con decisión, inteligencia y valentía para empezar a resolver este problema delicado y complejo. La DIAN tiene que ser el abanderado con autoridad de esta situación justificando así su razón de ser y su objeto social.

Esperamos que con la reforma tributaria aprobada se aprecie un aumento de la inversión privada, lo que significa una mayor competitividad entre las empresas, con un sector público que va a tener más capacidad de invertir apalancado en los recursos del gobierno. Esta reforma será el juez entre un año bueno y uno malo y confiamos que el 2017 será un mejor año por todas las sumas posibles: una inflación que vuelve a su normalidad, la grata compañía de la baja de las tasas de interés y el cambio de postura de la política monetaria para generar una mayor actividad económica.

Esperamos que el próximo año preelectoral no tenga incidencia en lo económico, que siempre ha estado ajeno del debate político, lo cual es un mensaje alentador y positivo sin afectar las expectativas y el clima de los negocios.

Agregado: El Nobel de Paz a Santos es un reconocimiento mundial a la persistencia con su apuesta principal de la paz con las Farc que se constituye, sin duda, en el hecho del año en Colombia, a pesar del resultado adverso del plebiscito que dejó huella y pequeñas heridas sin sanar.