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Columnista - 11 agosto, 2010

La Cosiata

IN SITU Por: JAIME GARCÍA CHADID El título de esta columna es La Cosiata, así escrito: La Cosiata y no la cosita o la cosota. Si el computador del periódico me la cambia me hará quedar mal con los historiadores que si saben como es la cosa. Pues La Cosiata fue un movimiento nacido en […]

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Por: JAIME GARCÍA CHADID

El título de esta columna es La Cosiata, así escrito: La Cosiata y no la cosita o la cosota. Si el computador del periódico me la cambia me hará quedar mal con los historiadores que si saben como es la cosa.
Pues La Cosiata fue un movimiento nacido en Valencia (Venezuela) que terminó liderando el General Páez y que produjo, sin que esa fuera su inicial intención, la separación de Venezuela de la Gran Colombia. A los vecinos no les gustó la Constitución de Cúcuta por centralista ni tampoco la decisión que la capital fuera Bogotá y mucho menos tener a Santander como Vicepresidente.
La verdad es que, como ha sido analizado con posterioridad, la Gran Colombia no fue una nación sino un Estado militar concebido por el genio de Bolívar para aunar fuerzas frente a la amenaza peninsular, que se fue debilitando hasta desaparecer, con lo que el argumento dejó de tener validez.
Lo de Bogotá también se entiende porque hubiera podido ser Caracas y a Santander los venezolanos no lo podían ver ni en pintura. Recordemos que Bolívar decía que Caracas era un cuartel, Bogotá una universidad y Quito un convento. Eso marca.
Es decir que la Gran Colombia dejó de existir porque no tenía razones para hacerlo- ya que como quedó anotado- más que una nación era un estado con fines militares.
Hoy los argumentos para promover la integración de las naciones trasciende esa concepción. Volvamos a pensar en La Gran Colombia o como quiera llamársele a la integración de Colombia, Venezuela y Ecuador, iniciativa que no es una utopía. Revisemos por que se produjo La Cosiata y no repitamos los errores. Nada de centralismo, nada de Caracas, Bogotá o Quito. Respeto a las realidades. Una sola economía, un solo ejército, un presidente, un Congreso, una Corte Suprema, sin que dejen de existir las representaciones nacionales correspondientes.
El asunto no es fácil y decirlo en este momento de dificultades no es afortunado, pero tendrá que llegar el día en que surja una figura que nos convoque y nos oriente a mirar hacia el futuro.
Seríamos unos ochenta millones de habitantes esparcidos en dos millones de kilómetros cuadrados, costas en los dos océanos y muchas otras ventajas y eso ya son palabras mayores.
Nos mata el patrioterismo de lado y lado. Le damos un gran valor a lo que nos separa, línea fronteriza hacía arriba. Los colores amarillo, azul y rojo de las otras banderas son los mismos. Si nos miran desde afuera nos confunden, pero nosotros seguimos empecinados infantilmente en lanzarnos guijarros.
[email protected]

Columnista
11 agosto, 2010

La Cosiata

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jaime García Chadid.

IN SITU Por: JAIME GARCÍA CHADID El título de esta columna es La Cosiata, así escrito: La Cosiata y no la cosita o la cosota. Si el computador del periódico me la cambia me hará quedar mal con los historiadores que si saben como es la cosa. Pues La Cosiata fue un movimiento nacido en […]


IN SITU

Por: JAIME GARCÍA CHADID

El título de esta columna es La Cosiata, así escrito: La Cosiata y no la cosita o la cosota. Si el computador del periódico me la cambia me hará quedar mal con los historiadores que si saben como es la cosa.
Pues La Cosiata fue un movimiento nacido en Valencia (Venezuela) que terminó liderando el General Páez y que produjo, sin que esa fuera su inicial intención, la separación de Venezuela de la Gran Colombia. A los vecinos no les gustó la Constitución de Cúcuta por centralista ni tampoco la decisión que la capital fuera Bogotá y mucho menos tener a Santander como Vicepresidente.
La verdad es que, como ha sido analizado con posterioridad, la Gran Colombia no fue una nación sino un Estado militar concebido por el genio de Bolívar para aunar fuerzas frente a la amenaza peninsular, que se fue debilitando hasta desaparecer, con lo que el argumento dejó de tener validez.
Lo de Bogotá también se entiende porque hubiera podido ser Caracas y a Santander los venezolanos no lo podían ver ni en pintura. Recordemos que Bolívar decía que Caracas era un cuartel, Bogotá una universidad y Quito un convento. Eso marca.
Es decir que la Gran Colombia dejó de existir porque no tenía razones para hacerlo- ya que como quedó anotado- más que una nación era un estado con fines militares.
Hoy los argumentos para promover la integración de las naciones trasciende esa concepción. Volvamos a pensar en La Gran Colombia o como quiera llamársele a la integración de Colombia, Venezuela y Ecuador, iniciativa que no es una utopía. Revisemos por que se produjo La Cosiata y no repitamos los errores. Nada de centralismo, nada de Caracas, Bogotá o Quito. Respeto a las realidades. Una sola economía, un solo ejército, un presidente, un Congreso, una Corte Suprema, sin que dejen de existir las representaciones nacionales correspondientes.
El asunto no es fácil y decirlo en este momento de dificultades no es afortunado, pero tendrá que llegar el día en que surja una figura que nos convoque y nos oriente a mirar hacia el futuro.
Seríamos unos ochenta millones de habitantes esparcidos en dos millones de kilómetros cuadrados, costas en los dos océanos y muchas otras ventajas y eso ya son palabras mayores.
Nos mata el patrioterismo de lado y lado. Le damos un gran valor a lo que nos separa, línea fronteriza hacía arriba. Los colores amarillo, azul y rojo de las otras banderas son los mismos. Si nos miran desde afuera nos confunden, pero nosotros seguimos empecinados infantilmente en lanzarnos guijarros.
[email protected]