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Columnista - 10 marzo, 2017

La corrupción, ¿cómo la acabamos?

Bien por El Pilón, Ana María Ferrer y su equipo de trabajo, excelente labor; bien por la academia presente, apoyando estos escenarios, vimos a la doctora Gelca Gutiérrez del Área Andina, a un solitario Carlos Oñate de la UPC; bien por Alcibiades Varela velando por las regalías. Vimos a un Contralor muy nuestro, creíble, incorrupto. […]

Bien por El Pilón, Ana María Ferrer y su equipo de trabajo, excelente labor; bien por la academia presente, apoyando estos escenarios, vimos a la doctora Gelca Gutiérrez del Área Andina, a un solitario Carlos Oñate de la UPC; bien por Alcibiades Varela velando por las regalías. Vimos a un Contralor muy nuestro, creíble, incorrupto.

Vimos al alcalde y al gobernador en lo de siempre, sus discursos candorosos. La idea no es convertir estos espacios en rendición de cuentas, la idea si es que generen un ambiente adecuado para la comunidad, que nos motiven a controlar, a ser veedores efectivos. Folclóricamente pensamos que es mejor alguien que robe, pero que haga,  a otro que robe todo sin hacer nada. ¿Cuál de los dos más perversos?  Lo mínimo aceptado por todos  es que haya corrupción pero no tanta.

Vemos cifras alarmantes que perdemos nosotros, el pueblo al que ajustan con las reformas tributarias. Anualmente en promedio por concepto de corrupción Colombia pierde 50 billones de pesos. ¿Cuál es el presupuesto anual para salud, vivienda, educación, deporte, cultura, medio ambiente? Una campaña territorial de acuerdo con las cifras maquilladas cuesta un poco más de 473 mil millones de pesos. Esto es irrisorio dijo Edgardo Maya; puesto que los candidatos no reportan en realidad toda la plata que invierten en una campaña y desde luego de donde provienen.

Venden sus procesos administrativos al mejor postor, queda hipotecada su gobernabilidad y de allí que los contratos sean amañados y orientados a pagar favores políticos. ¿Es esto acaso una falacia?

Siguen los niños de nuestro departamento recibiendo alimentos en mal estado, juegan con su salud. Mal la salud, mal la educación, mal el desarrollo de la inversión en NAJ, mal la inversión de la cultura y medio ambiente, entre muchas otras cosas malas, ante las cuales no podemos ser indolentes ni insensibles.

Seguimos como departamento corrupto, alféreces de un riesgo alto en el tema; son muchos los motivos, y las evidencias saltan a la vista. Miles de millones de pesos en obras sin concluir, o hechas con la firme intención que no sirvan pa’ un carajo. El estadio, los hospitales, las vías, los sobornos; los políticos que deben ser de cuna y multimillonarios, o si son de familia humilde, entonces deben vender su alma al diablo. Y los señores congresistas, diputados y concejales brillando por su ausencia; como dijera mi abuela, el que tiene rabo de paja no se acerca a la candela.

No más pañitos de agua tibia, hay que tomar decisiones de fondo nos dijo el Contralor General de la República.

¿Tenemos la fórmula mágica contra la corrupción? La respuesta de su parte fue tajante, sí; está en nuestras manos la solución, hay que denunciar, hay que seguir trabajando y participando; un pueblo que calla es un pueblo permisivo y patrocinador de su propia y nefasta destrucción. La solución es simple, el servidor público debe hacer su trabajo de manera transparente y eficiente, cumplir con su deber y todos unidos velando para que así sea. Sólo Eso.

Por Eduardo Santos Ortega Vergara

 

Columnista
10 marzo, 2017

La corrupción, ¿cómo la acabamos?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.

Bien por El Pilón, Ana María Ferrer y su equipo de trabajo, excelente labor; bien por la academia presente, apoyando estos escenarios, vimos a la doctora Gelca Gutiérrez del Área Andina, a un solitario Carlos Oñate de la UPC; bien por Alcibiades Varela velando por las regalías. Vimos a un Contralor muy nuestro, creíble, incorrupto. […]


Bien por El Pilón, Ana María Ferrer y su equipo de trabajo, excelente labor; bien por la academia presente, apoyando estos escenarios, vimos a la doctora Gelca Gutiérrez del Área Andina, a un solitario Carlos Oñate de la UPC; bien por Alcibiades Varela velando por las regalías. Vimos a un Contralor muy nuestro, creíble, incorrupto.

Vimos al alcalde y al gobernador en lo de siempre, sus discursos candorosos. La idea no es convertir estos espacios en rendición de cuentas, la idea si es que generen un ambiente adecuado para la comunidad, que nos motiven a controlar, a ser veedores efectivos. Folclóricamente pensamos que es mejor alguien que robe, pero que haga,  a otro que robe todo sin hacer nada. ¿Cuál de los dos más perversos?  Lo mínimo aceptado por todos  es que haya corrupción pero no tanta.

Vemos cifras alarmantes que perdemos nosotros, el pueblo al que ajustan con las reformas tributarias. Anualmente en promedio por concepto de corrupción Colombia pierde 50 billones de pesos. ¿Cuál es el presupuesto anual para salud, vivienda, educación, deporte, cultura, medio ambiente? Una campaña territorial de acuerdo con las cifras maquilladas cuesta un poco más de 473 mil millones de pesos. Esto es irrisorio dijo Edgardo Maya; puesto que los candidatos no reportan en realidad toda la plata que invierten en una campaña y desde luego de donde provienen.

Venden sus procesos administrativos al mejor postor, queda hipotecada su gobernabilidad y de allí que los contratos sean amañados y orientados a pagar favores políticos. ¿Es esto acaso una falacia?

Siguen los niños de nuestro departamento recibiendo alimentos en mal estado, juegan con su salud. Mal la salud, mal la educación, mal el desarrollo de la inversión en NAJ, mal la inversión de la cultura y medio ambiente, entre muchas otras cosas malas, ante las cuales no podemos ser indolentes ni insensibles.

Seguimos como departamento corrupto, alféreces de un riesgo alto en el tema; son muchos los motivos, y las evidencias saltan a la vista. Miles de millones de pesos en obras sin concluir, o hechas con la firme intención que no sirvan pa’ un carajo. El estadio, los hospitales, las vías, los sobornos; los políticos que deben ser de cuna y multimillonarios, o si son de familia humilde, entonces deben vender su alma al diablo. Y los señores congresistas, diputados y concejales brillando por su ausencia; como dijera mi abuela, el que tiene rabo de paja no se acerca a la candela.

No más pañitos de agua tibia, hay que tomar decisiones de fondo nos dijo el Contralor General de la República.

¿Tenemos la fórmula mágica contra la corrupción? La respuesta de su parte fue tajante, sí; está en nuestras manos la solución, hay que denunciar, hay que seguir trabajando y participando; un pueblo que calla es un pueblo permisivo y patrocinador de su propia y nefasta destrucción. La solución es simple, el servidor público debe hacer su trabajo de manera transparente y eficiente, cumplir con su deber y todos unidos velando para que así sea. Sólo Eso.

Por Eduardo Santos Ortega Vergara