Fue una Asamblea Nacional Constituyente la que dio origen a la Constitución Política de Colombia de 1991. Ante criticas continuas bastantes serias, reformas tras reformas que no lograban su propósito, iba camino irremediablemente al cementerio jurídico la Constitución de 1886; así sucedió, naciendo la Carta Magna actual con figuras novedosas: la Acción de Tutela, la […]
Fue una Asamblea Nacional Constituyente la que dio origen a la Constitución Política de Colombia de 1991. Ante criticas continuas bastantes serias, reformas tras reformas que no lograban su propósito, iba camino irremediablemente al cementerio jurídico la Constitución de 1886; así sucedió, naciendo la Carta Magna actual con figuras novedosas: la Acción de Tutela, la Corte Constitucional, la Fiscalía general de la Nación, el Formato de los Derechos Fundamentales, la Descentralización Administrativa, el reconocimiento de las minorías, la equidad de género….
Para esa época teníamos muchos deseos de amplia y verdadera libertad, portábamos una camisa estrecha, casi que de fuerza; al contrario surge la Constitución Política de 1991, que nos ha quedado grande; no se observa que satisfaga los derechos a las comunidades étnicas, sociales. La verdad es que ha tenido reformas con aciertos y desaciertos. Realmente, son casi 40 reformas con malformaciones, vicios continuos que afectan directamente el sistema político gubernamental. Se mantiene el diseño institucional de los principios básicos en materia de derechos y lo que significa un Estado multiétnico, multicultural y diversos pero no se aterrizan en leyes sustanciales competencia del Congreso de la República; es una papa caliente que no quieren tocar, así entonces la presente Constitución se vuelve estática, solo letra muerta y no se desarrolla; el Congreso sordo, ciego y mudo.
¿Deseábamos más libertad? La Carta Magna actual la expresa, considero que el aparato institucional le tiene miedo a la autonomía que fue introducida por la Constitución o si se utiliza, se aplica para favorecer a muy pocos. Es como si se estuviera en un escenario candente, con demasiada sed, anhelando agua para nuestras gargantas y solo nos caen unas cuantas gotas. ¿Eso qué es? Claro que seguimos con sed de justicia; se requiere una verdadera reforma a la justicia. Es como si se apareciera alguien a una escuela con un solo bombón que a los infantes les gusta y se le dé una chupadita a cada uno; esa saboreada tan escasa no es suficiente, es ridícula pues solo provocará protestas y rebeldías. Posteriormente ese personaje dirá que invirtió miles de millones de pesos en bombones, argumentara que no hay razón de protestar. ¿Qué invento es ese? Lo cierto es que estamos tergiversando la verdad real con la verdad formal, esta última llena de vicios y perspicacias. Lo cierto es que la Constitución Nacional necesita ser aplicada, para eso se hizo, pero lo que sucede actualmente es que existe un sistema político presidencialista donde los partidos políticos están más partidos que quien sabe e inmersos en una crisis profunda. ¡Háblame más duro que no veo!, expresamos muchos.
Una de las novedades que incluye la actual Constitución es la reelección presidencial que nos ha puesto a hablar mucho, agudizar odios, confrontaciones y nos está conduciendo a una violencia política. Se habla a gritos continuos de una Constituyente, muchos se adhieren como ruedas sueltas formando una bullaranga jurídica; el problema de esta es que se sabe dónde comienza pero no cuando termina. Considero que hay muchos artículos de la Constitución actual que hay que implementar y desarrollar y no con el descaro que esgrimen algunos enemigos de la institucionalidad, lanzando dardos envenenados por doquier; necesitamos robustecer el accionar de la Constitución para consolidar la democracia en pro de la calidad y la equidad.
Fue una Asamblea Nacional Constituyente la que dio origen a la Constitución Política de Colombia de 1991. Ante criticas continuas bastantes serias, reformas tras reformas que no lograban su propósito, iba camino irremediablemente al cementerio jurídico la Constitución de 1886; así sucedió, naciendo la Carta Magna actual con figuras novedosas: la Acción de Tutela, la […]
Fue una Asamblea Nacional Constituyente la que dio origen a la Constitución Política de Colombia de 1991. Ante criticas continuas bastantes serias, reformas tras reformas que no lograban su propósito, iba camino irremediablemente al cementerio jurídico la Constitución de 1886; así sucedió, naciendo la Carta Magna actual con figuras novedosas: la Acción de Tutela, la Corte Constitucional, la Fiscalía general de la Nación, el Formato de los Derechos Fundamentales, la Descentralización Administrativa, el reconocimiento de las minorías, la equidad de género….
Para esa época teníamos muchos deseos de amplia y verdadera libertad, portábamos una camisa estrecha, casi que de fuerza; al contrario surge la Constitución Política de 1991, que nos ha quedado grande; no se observa que satisfaga los derechos a las comunidades étnicas, sociales. La verdad es que ha tenido reformas con aciertos y desaciertos. Realmente, son casi 40 reformas con malformaciones, vicios continuos que afectan directamente el sistema político gubernamental. Se mantiene el diseño institucional de los principios básicos en materia de derechos y lo que significa un Estado multiétnico, multicultural y diversos pero no se aterrizan en leyes sustanciales competencia del Congreso de la República; es una papa caliente que no quieren tocar, así entonces la presente Constitución se vuelve estática, solo letra muerta y no se desarrolla; el Congreso sordo, ciego y mudo.
¿Deseábamos más libertad? La Carta Magna actual la expresa, considero que el aparato institucional le tiene miedo a la autonomía que fue introducida por la Constitución o si se utiliza, se aplica para favorecer a muy pocos. Es como si se estuviera en un escenario candente, con demasiada sed, anhelando agua para nuestras gargantas y solo nos caen unas cuantas gotas. ¿Eso qué es? Claro que seguimos con sed de justicia; se requiere una verdadera reforma a la justicia. Es como si se apareciera alguien a una escuela con un solo bombón que a los infantes les gusta y se le dé una chupadita a cada uno; esa saboreada tan escasa no es suficiente, es ridícula pues solo provocará protestas y rebeldías. Posteriormente ese personaje dirá que invirtió miles de millones de pesos en bombones, argumentara que no hay razón de protestar. ¿Qué invento es ese? Lo cierto es que estamos tergiversando la verdad real con la verdad formal, esta última llena de vicios y perspicacias. Lo cierto es que la Constitución Nacional necesita ser aplicada, para eso se hizo, pero lo que sucede actualmente es que existe un sistema político presidencialista donde los partidos políticos están más partidos que quien sabe e inmersos en una crisis profunda. ¡Háblame más duro que no veo!, expresamos muchos.
Una de las novedades que incluye la actual Constitución es la reelección presidencial que nos ha puesto a hablar mucho, agudizar odios, confrontaciones y nos está conduciendo a una violencia política. Se habla a gritos continuos de una Constituyente, muchos se adhieren como ruedas sueltas formando una bullaranga jurídica; el problema de esta es que se sabe dónde comienza pero no cuando termina. Considero que hay muchos artículos de la Constitución actual que hay que implementar y desarrollar y no con el descaro que esgrimen algunos enemigos de la institucionalidad, lanzando dardos envenenados por doquier; necesitamos robustecer el accionar de la Constitución para consolidar la democracia en pro de la calidad y la equidad.