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General - 28 julio, 2015

La clave es la felicidad: dos adultos mayores se casaron

Después de vivir más de 53 años juntos, Toribio Jaraba y Gladis Villalba decidieron recibir la bendición de Dios a través del matrimonio.

Toribio Jaraba y Gladis Villalba en la ceremonia de matrimonio. Cortesía/EL PILÓN.
Toribio Jaraba y Gladis Villalba en la ceremonia de matrimonio. Cortesía/EL PILÓN.

La mirada entre Toribio Antonio Jaraba Rada de 83 años y Gladis Villalba Fernández sigue siendo la misma de hace 53 años cuando se conocieron en ‘El Campamento’, conocido ahora como el corregimiento San Francisco de Asís, jurisdicción de El Copey, Cesar.

El amor surgió una tarde de verano en 1962, mientras Gladis visitaba a su hermana Amelia en vacaciones; la brisa jugaba con su cabello y causaba movimientos en su vestido. Situación que llamó la atención de Toribio, quien luchó sin éxito con la tentación de dejar a un lado sus labores en el campo y el comercio de ganado para acercarse inmediatamente.
“Yo estaba de visita, él tenía 30 años y yo 21. Nos conocimos y nos gustamos, me mandaba papelitos y cartas de amor y el 18 de febrero de 1963 nos fuimos a vivir juntos, fue muy bonito el primer beso porque sentimos que el amor es sincero”, dijo Gladis.

El amor de novios duró meses. Sólo cuando ella se sintió segura y constató de que Toribio se había separado de la mujer con quien tuvo su primer hijo permitió que este hombre le diera un beso. Esa escena fue en plenos carnavales, debido a que a él le gusta el baile.
Después de ese beso, vinieron muchos momentos hermosos entre la pareja que poco a poco fue procreando frutos de ese amor. En la actualidad tienen ocho hijos, 21 nietos y 11 bisnietos que día tras días llenan de alegría su casa en el barrio Los Fundadores de Valledupar.

Precisamente una de sus hijas los motivó a que se casaran y fue así, como el pasado viernes 24 de julio ellos dieron el sí ante la iglesia cristiana y firmaron un documento en la notaría que los acredita como esposos.
“No tuvimos antes la oportunidad de casarnos, nosotros somos felices pero ella quería cumplir ese sueño y yo quise cumplirlo. La amo porque es hermosa, cariñosa, simpática, no es celosa y ahora tenemos un anillo que nos une”, afirmó Toribio.
Pero ella no se queda atrás, los ojos le brillan cada vez que se refiere a su esposo. “Él es el amor de mi vida, siempre fue detallista. Cuando cumplía años llegaba con un regalo. Me enamora cada día con su actitud, él es buena persona”, afirmó.

De los momentos duros, Gladis, nacida en Santa Marta y Toribio, oriundo de Chibolo, (Magdalena) no se acuerdan; solo tienen en su mente los momentos felices, como el recibir entre sus brazos a su primer hijo, el primer beso que se dieron, el dormir abrazados cada noche y levantarse con la esperanza de un mejor mañana.
“Ahora la relación es mejor, el día de la boda me levanté temprano y le di gracias a Dios porque íbamos a dejar de estar en pecado, yo soy cristiana y así lo creo, por eso les digo a los jóvenes que el matrimonio es para respetarlo y no es de juguete”, afirmó Gladis.
Según ellos, el secreto de permanecer juntos por más de 53 años es la felicidad y la tolerancia. El servirse sin complicaciones, cumplir con las obligaciones y no mirar los defectos del otro.

Quizás por eso critican a la sociedad de jóvenes actuales, porque piensan que se ha perdido el placer de conocer a una persona por más tiempo como antes, saber cómo huele, dar la lucha por el ‘sí’, enviar cartas de amor, visitar y vivir los pequeños detalles de la vida con esa pareja para el resto de su vida.
El día de la boda lo comprobaron, nacieron para estar juntos. Pese a la edad, ambos se sintieron diferente ese viernes, se arreglaron y en compañía de sus amigos se unieron por lo civil y la religión, para siempre. En la Notaría Tercera apostillaron su amor, mientras que en el auditorio de Esesco sellaron sus lazos ante un pastor de una iglesia cristiana. Ambos de blanco, llegaron tomados de la mano y ansiosos pero con una gran alegría por cumplir con un sueño. Ahora la consigna es amarse más cada día, hasta que la muerte los separe.

Por Tatiana Orozco Mazzilli
[email protected]

General
28 julio, 2015

La clave es la felicidad: dos adultos mayores se casaron

Después de vivir más de 53 años juntos, Toribio Jaraba y Gladis Villalba decidieron recibir la bendición de Dios a través del matrimonio.


Toribio Jaraba y Gladis Villalba en la ceremonia de matrimonio. Cortesía/EL PILÓN.
Toribio Jaraba y Gladis Villalba en la ceremonia de matrimonio. Cortesía/EL PILÓN.

La mirada entre Toribio Antonio Jaraba Rada de 83 años y Gladis Villalba Fernández sigue siendo la misma de hace 53 años cuando se conocieron en ‘El Campamento’, conocido ahora como el corregimiento San Francisco de Asís, jurisdicción de El Copey, Cesar.

El amor surgió una tarde de verano en 1962, mientras Gladis visitaba a su hermana Amelia en vacaciones; la brisa jugaba con su cabello y causaba movimientos en su vestido. Situación que llamó la atención de Toribio, quien luchó sin éxito con la tentación de dejar a un lado sus labores en el campo y el comercio de ganado para acercarse inmediatamente.
“Yo estaba de visita, él tenía 30 años y yo 21. Nos conocimos y nos gustamos, me mandaba papelitos y cartas de amor y el 18 de febrero de 1963 nos fuimos a vivir juntos, fue muy bonito el primer beso porque sentimos que el amor es sincero”, dijo Gladis.

El amor de novios duró meses. Sólo cuando ella se sintió segura y constató de que Toribio se había separado de la mujer con quien tuvo su primer hijo permitió que este hombre le diera un beso. Esa escena fue en plenos carnavales, debido a que a él le gusta el baile.
Después de ese beso, vinieron muchos momentos hermosos entre la pareja que poco a poco fue procreando frutos de ese amor. En la actualidad tienen ocho hijos, 21 nietos y 11 bisnietos que día tras días llenan de alegría su casa en el barrio Los Fundadores de Valledupar.

Precisamente una de sus hijas los motivó a que se casaran y fue así, como el pasado viernes 24 de julio ellos dieron el sí ante la iglesia cristiana y firmaron un documento en la notaría que los acredita como esposos.
“No tuvimos antes la oportunidad de casarnos, nosotros somos felices pero ella quería cumplir ese sueño y yo quise cumplirlo. La amo porque es hermosa, cariñosa, simpática, no es celosa y ahora tenemos un anillo que nos une”, afirmó Toribio.
Pero ella no se queda atrás, los ojos le brillan cada vez que se refiere a su esposo. “Él es el amor de mi vida, siempre fue detallista. Cuando cumplía años llegaba con un regalo. Me enamora cada día con su actitud, él es buena persona”, afirmó.

De los momentos duros, Gladis, nacida en Santa Marta y Toribio, oriundo de Chibolo, (Magdalena) no se acuerdan; solo tienen en su mente los momentos felices, como el recibir entre sus brazos a su primer hijo, el primer beso que se dieron, el dormir abrazados cada noche y levantarse con la esperanza de un mejor mañana.
“Ahora la relación es mejor, el día de la boda me levanté temprano y le di gracias a Dios porque íbamos a dejar de estar en pecado, yo soy cristiana y así lo creo, por eso les digo a los jóvenes que el matrimonio es para respetarlo y no es de juguete”, afirmó Gladis.
Según ellos, el secreto de permanecer juntos por más de 53 años es la felicidad y la tolerancia. El servirse sin complicaciones, cumplir con las obligaciones y no mirar los defectos del otro.

Quizás por eso critican a la sociedad de jóvenes actuales, porque piensan que se ha perdido el placer de conocer a una persona por más tiempo como antes, saber cómo huele, dar la lucha por el ‘sí’, enviar cartas de amor, visitar y vivir los pequeños detalles de la vida con esa pareja para el resto de su vida.
El día de la boda lo comprobaron, nacieron para estar juntos. Pese a la edad, ambos se sintieron diferente ese viernes, se arreglaron y en compañía de sus amigos se unieron por lo civil y la religión, para siempre. En la Notaría Tercera apostillaron su amor, mientras que en el auditorio de Esesco sellaron sus lazos ante un pastor de una iglesia cristiana. Ambos de blanco, llegaron tomados de la mano y ansiosos pero con una gran alegría por cumplir con un sueño. Ahora la consigna es amarse más cada día, hasta que la muerte los separe.

Por Tatiana Orozco Mazzilli
[email protected]