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Columnista - 18 febrero, 2018

La carta de Santos

En una de las gavetas del escritorio del Salón Oval el presidente saliente de los norteamericanos suele dejar una carta escrita de su puño y letra a su sucesor, al electo. Las cartas se conocen y son, digamos, un saludo breve y amistoso en el que siempre se subraya el honor que ha sido ser […]

En una de las gavetas del escritorio del Salón Oval el presidente saliente de los norteamericanos suele dejar una carta escrita de su puño y letra a su sucesor, al electo. Las cartas se conocen y son, digamos, un saludo breve y amistoso en el que siempre se subraya el honor que ha sido ser presidente de Estados Unidos y el deseo de que todo le salga bien. No dicen mucho más. Son respetuosas y humildes frente al otro.

Pues bien, somos bien malos para copiar definitivamente. En días pasados el presidente Santos dejó a su sucesor, que todavía no se sabe quien es, una carta que además no se la dejó en ninguna gaveta, sino que la publicó en twitter para que todos pudiéramos leerla. Se echó cuatro páginas donde hizo un balance de su gobierno que nos deja ad portas de ser una de las grandes potencias de América en materia de educación, salud, superación de la pobreza, lucha contra la desigualdad, oportunidades de empleo, inversión extranjera y etc. Hay mucho de cierto en lo que dijo el presidente y hay otros embelecos que vienen del deseo, como el de creer que hemos avanzado en materia de desigualdad cuando seguimos pareciéndonos a Haití.

Lo cierto es que Santos se puso la soga al cuello con esta costumbre tan colombiana de dar explicaciones por cada uno de nuestros actos. Las respuestas a la carta, sobre todo de parte de los aspirantes a sucesor del Centro Democrático, fueron contundentes frente al tema del acuerdo de paz y la Ley de Justicia Especial para la Paz. Como se trataba del presidente y no de un contrincante, debieron simplemente agradecer el consejo y ya, aunque por dentro dijeran “me importa un comino”.

Santos le deseó en su carta a su sucesor que ojalá “le toque una oposición más racional y constructiva”. Pues señor presidente es usted muy noble al desearles esto porque no hemos visto en la historia de Colombia a quien le hayan dado más palo que a usted. En todo caso hubiera sido mejor dejarle la carta debajo de la almohada en la Casa de Nariño y tal vez ser más parco como los presidentes gringos. Pudo haberle dejado un mensaje como el que dejó Regan: “Bush padre, no importa cuán sediento estés como presidente, no debes beber el agua en el jardín delantero de la Casa Blanca. Si lo haces, se te meterá un gusano dentro, como me pasó a mí”. Es mejor el humor presidente, que una cara de póker.

Columnista
18 febrero, 2018

La carta de Santos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
María Angélica Pumarejo

En una de las gavetas del escritorio del Salón Oval el presidente saliente de los norteamericanos suele dejar una carta escrita de su puño y letra a su sucesor, al electo. Las cartas se conocen y son, digamos, un saludo breve y amistoso en el que siempre se subraya el honor que ha sido ser […]


En una de las gavetas del escritorio del Salón Oval el presidente saliente de los norteamericanos suele dejar una carta escrita de su puño y letra a su sucesor, al electo. Las cartas se conocen y son, digamos, un saludo breve y amistoso en el que siempre se subraya el honor que ha sido ser presidente de Estados Unidos y el deseo de que todo le salga bien. No dicen mucho más. Son respetuosas y humildes frente al otro.

Pues bien, somos bien malos para copiar definitivamente. En días pasados el presidente Santos dejó a su sucesor, que todavía no se sabe quien es, una carta que además no se la dejó en ninguna gaveta, sino que la publicó en twitter para que todos pudiéramos leerla. Se echó cuatro páginas donde hizo un balance de su gobierno que nos deja ad portas de ser una de las grandes potencias de América en materia de educación, salud, superación de la pobreza, lucha contra la desigualdad, oportunidades de empleo, inversión extranjera y etc. Hay mucho de cierto en lo que dijo el presidente y hay otros embelecos que vienen del deseo, como el de creer que hemos avanzado en materia de desigualdad cuando seguimos pareciéndonos a Haití.

Lo cierto es que Santos se puso la soga al cuello con esta costumbre tan colombiana de dar explicaciones por cada uno de nuestros actos. Las respuestas a la carta, sobre todo de parte de los aspirantes a sucesor del Centro Democrático, fueron contundentes frente al tema del acuerdo de paz y la Ley de Justicia Especial para la Paz. Como se trataba del presidente y no de un contrincante, debieron simplemente agradecer el consejo y ya, aunque por dentro dijeran “me importa un comino”.

Santos le deseó en su carta a su sucesor que ojalá “le toque una oposición más racional y constructiva”. Pues señor presidente es usted muy noble al desearles esto porque no hemos visto en la historia de Colombia a quien le hayan dado más palo que a usted. En todo caso hubiera sido mejor dejarle la carta debajo de la almohada en la Casa de Nariño y tal vez ser más parco como los presidentes gringos. Pudo haberle dejado un mensaje como el que dejó Regan: “Bush padre, no importa cuán sediento estés como presidente, no debes beber el agua en el jardín delantero de la Casa Blanca. Si lo haces, se te meterá un gusano dentro, como me pasó a mí”. Es mejor el humor presidente, que una cara de póker.