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Informe - 31 marzo, 2017

Los corregimientos que quedaron sin carne

En el corregimiento de Patillal, norte de Valledupar, se han sentido los estrictos controles de las autoridades sanitarias porque de seis expendios de carne solo quedó uno.

Los operativos los hicieron este viernes.
Los operativos los hicieron este viernes.

“¡Ay! Dios mío esta vida si está cara
y la plata ya casi no se consigue
¡ay! Dios mío borracha situación
y la carne la veo en televisión”.

Esta estrofa de la famosa canción ‘El mundo se va a acabar’, en la voz de Diomedes Díaz, refleja el drama que viven los habitantes de los corregimientos de Valledupar.

En el corregimiento de Patillal, cuna de insignes compositores de la música vallenata, cerraron la única planta de sacrificio bovino y esto hizo que la venta de carne decayera y de los seis expendios que había en el pueblo, solo quedó uno; el de Carlos Villabona, un santandereano que llegó hace siete años a Patillal y ahora es el único que suministra la carne a los patillaleros y habitantes de corregimientos vecinos.

“Anteriormente vendíamos el kilo de carne a $10.000, hoy está costando $14.000 o hasta $16.000, por eso nadie quiere comprar, porque está muy costosa”, manifestó el comerciante.
Villabona le contó a EL PILÓN que anteriormente, muchas personas de Valledupar y de los demás corregimientos cercanos llegaban a su expendio para comprar carne, pero ya casi no tiene clientes porque el precio subió mucho.

“Los de La Mina, La Vega, Badillo y Valledupar llegaban a comprar carne a Patillal porque era una carne confiable y más económica”, resaltó el santandereano que gastó alrededor de $300.000 para legalizar su negocio ante la Dian, Cámara de Comercio y en otros papeleos.

Según el comerciante, el cierre de los otros negocios se produjo por los costos de los trámites que debían hacer para legalizar los expendios y ante la escasa clientela.

Es el caso de Albeiro Daza, propietario del expendio de carnes más antiguo de Patillal, quien heredó el negocio de su padre pero tuvo que cerrarlo porque no producía lo necesario para cumplir con las exigencias de las autoridades sanitarias.

“El expendio ‘El amigo Nano’ era de mi papá y después pasó a ser mío pero hoy está cerrado por el cuento ese de la Alcaldía, yo no tengo como pagar todo ese papeleo, además ahora nos toca mandar a matar en Valledupar y en el traslado y el sacrificio se gasta uno más de $200.000, antes yo mismo mataba mi ganado y fuera”, aseveró Albeiro.

Agregó que ante la escasez de carnes de res los habitantes de Patillal han cambiado su dieta, en el pueblo están comiendo más granos, queso y gallina.

“Ya estamos cansados de comer lenteja, la carne está muy costosa, solo la vemos por televisión”, dijo Benis Maestre, habitante de Patillal.

Además de la escasez de este alimento, también está el problema del desempleo, los patillaleros denunciaron que a raíz del cierre del matadero se afectó gran parte de la economía local.

Estas medidas iniciaron en febrero debido a los reiterativos casos presentados por hurto de ganado (abigeato) y la comercialización ilegal de carnes, sin el cumplimiento de los requisitos sanitarios.

Entre las medidas que deben cumplir los transportadores y comerciantes de los productos cárnicos se encuentra la regulación de licencias otorgadas para su funcionamiento, establecida en el nuevo Código de Policía. Esto como ejercicio de intervención para controlar los mataderos ilegales que han propiciado a nivel municipal el aumento del abigeato, además de comprobar que el alimento comercializado cuente con las condiciones sanitarias mínimas para el consumo humano.

Por lo anterior en el casco urbano de Valledupar y en los corregimientos fueron cerrados ocho mataderos o plantas de sacrificio, quedando habilitado solo uno en Coolesar.

Según explicó Carlos Villabona, transportar una vaca viva al matadero de Coolesar, le cuesta $150.000. Luego tienen que cancelar un impuesto de degüello que cuesta $85.000.

“Por lo general envío más de dos vacas para que me vayan matando, pero eso es un gasto enorme, por eso el costo de la carne se incrementó. Antes la podíamos matar nosotros mismos y vender, ahora toca pagar por eso y en un matadero que está en bien lejos”, dijo el carnicero.

Según otra fuente, extraoficial, en varios corregimientos prefieren sacrificar el ganado en los potreros durante la madrugada y luego vender las carnes evadiendo los controles de las autoridades, porque consideran que es la única alternativa de dar rentabilidad al negocio.

“La comunidad busca la economía y nos le importa las condiciones de higiene, al no haber carne compran lo que sea, ya están cansados de comer lenteja y frijol”, dijo la fuente que no quiso revelar su identidad por seguridad.

La Secretaría de Salud Municipal exige a los comerciantes inscribir sus negocios ante la secretaría y esperar la visita de inspección, encargada de determinar si cumplen o no con las condiciones legales vigentes del Invima para funcionar.
Corregimientos del sur

Karim Quintero, inspector del corregimiento de Los Venados, dijo a EL PILÓN que a su comunidad le ha tocado sobrellevar una difícil situación porque la carne casi no se consigue. “Si queremos comer carne tenemos que ir a comprarla a la Olímpica de Bosconia o ir a Valledupar porque acá ya no hay expendios, los cerraron porque como ya no hay matadero, no tienen como pagar esos trámites”.

Quintero también dijo que ahora compra un kilo de carne en casi $20.000, pero antes lo compraba en $12.000.

Mataderos cerrados por Invima

Según informó la Secretaría de Salud Municipal, los corregimientos donde fueron cerradas las plantas de sacrificios por el Invima fueron: Guatapurí, Chemesquemena, Atánquez, Patillal, Badillo, Aguasblancas, Mariangola, y Los Venados.

“Esta plantas de sacrificio no están funcionando debido a que no cumplen con las medidas sanitarias expuestas en el decreto 1500 del 2007 que dice: “Por el cual se establece el reglamento técnico a través del cual se crea el Sistema Oficial de Inspección, Vigilancia y Control de la Carne, Productos Cárnicos Comestibles y Derivados Cárnicos Destinados para el Consumo Humano y los requisitos sanitarios y de inocuidad que se deben cumplir en su producción primaria, beneficio, desposte, desprese, procesamiento, almacenamiento, transporte, comercialización, expendio, importación o exportación, el siguiente texto: El Decreto 2270 de 2012 deroga los artículos 18, 19, 21, 22, 24, 32 Y 34 del Decreto 1500 de 2007, modificado por los Decretos 2965 de 2008, 2380, 4131 Y 4974 de 2009, 3961 de 2011,917 de 2012”.

¿Qué dice Salud Municipal?

La secretaria de Salud Municipal, Claudia Margarita Zuleta Murgas, dijo que estas acciones se han hecho para mejorar la salud pública de Valledupar. “Estas acciones se hacen con el fin de preservar la salud pública y contrarrestar el abigeato, un flagelo que aumentó en el municipio debido a la existencia de mataderos ilegales que comercializan la carne”, precisó.

Con respecto a la queja de los comercializadores de carne de los corregimientos, contestó que esto se debe al efecto de un conjunto de medidas que debe tomar el municipio.

“Existe una ley la cual regula el sacrificio de ganado de forma correcta, solo un matadero en Valledupar cuenta con las condiciones técnicas vigentes, que es Coolesar, es decir, es el único autorizado, por eso el Invima no ha habilitado los de los corregimiento. Sabemos que a pesar de la prohibición se venían haciendo los sacrificios y por eso este ente regulador tomó la decisión de desterrar los que no estaban autorizados”, dijo Zuleta Murgas.

La secretaria explicó que los comercializadores de carnes deben buscar sus proveedores legales, que estén autorizados para brindar al consumidor un buen producto.
Añadió la funcionaria que no existen posibilidades de que los corregimientos vuelvan a abrir sus mataderos debido a que la adecuación es muy exigente y costosa.

Fue tema en el Concejo Municipal

En la sesión realizada este miércoles en el concejo municipal, hablaron sobre la situación de los mataderos cerrados en los corregimientos de Valledupar, el presidente del concejo, Luis Miguel Santrich, dijo que se están estudiando a cada uno de los 747 establecimientos de carnes que hasta hoy se han inscrito en Valledupar para establecer sus condiciones sanitarias. “Se harán un acompañamiento para hacer jornadas de capacitación o verificación de la legalidad de la carne”, acotó.

Durante el debate, la secretaria de Gobierno Municipal, Sandra Cujia, planteó que se puede desarrollar un proyecto en conjunto con la Secretaría de Salud Municipal para establecer cuartos fríos en los corregimientos para poder ayudar a los expendedores.

El Cesar con más abigeato

Los departamentos con mayores índices de producción de carne son a su vez los que más registran el fenómeno de abigeato o hurto de ganado. De acuerdo con la Dirección de Carabineros y Seguridad Rural, DICAR, la lista la encabezan Antioquia, Córdoba, Casanare, Meta, Arauca, Magdalena Medio, Bolívar y Cesar.

En departamentos como el Cesar de los 13.200 predios ganaderos que tiene, al menos la mitad sufren este flagelo y en el menor de los casos, a cada uno le roban una cabeza de ganado cada año; esto quiere decir que se hurtan 6.600 animales anualmente, con un valor promedio de dos millones por animal (si se tiene en cuenta que se roban el mejor ganado) lo que arroja pérdidas de $13.200 millones anuales.

Según informó la Policía Nacional, seccional Cesar, van 23 expendios de carnes suspendidos en el departamento, de los cuales 17 por operativo realizados por la Policía y seis en conjunto con la Secretaría de Salud.

Los lugares donde se han cerrado los mataderos son: Valledupar, Mariangola, Pelaya, Patillal, El Paso, Arjona y Codazzi.

En los corregimientos del norte y sur de Valledupar la comunidad dice que se ha visto afectada por los cierres de los mataderos, y aseguran que ya casi no comen carne de res.
De los ocho mataderos en el casco urbano de Valledupar y sus corregimientos, solo uno cumple con las especificaciones sanitarias para sacrificar el ganado.

Los corregimientos del norte y sur de Valledupar se han visto afectados por el cierre de sus mataderos.

Por Sara Maestre DiazGranados

Informe
31 marzo, 2017

Los corregimientos que quedaron sin carne

En el corregimiento de Patillal, norte de Valledupar, se han sentido los estrictos controles de las autoridades sanitarias porque de seis expendios de carne solo quedó uno.


Los operativos los hicieron este viernes.
Los operativos los hicieron este viernes.

“¡Ay! Dios mío esta vida si está cara
y la plata ya casi no se consigue
¡ay! Dios mío borracha situación
y la carne la veo en televisión”.

Esta estrofa de la famosa canción ‘El mundo se va a acabar’, en la voz de Diomedes Díaz, refleja el drama que viven los habitantes de los corregimientos de Valledupar.

En el corregimiento de Patillal, cuna de insignes compositores de la música vallenata, cerraron la única planta de sacrificio bovino y esto hizo que la venta de carne decayera y de los seis expendios que había en el pueblo, solo quedó uno; el de Carlos Villabona, un santandereano que llegó hace siete años a Patillal y ahora es el único que suministra la carne a los patillaleros y habitantes de corregimientos vecinos.

“Anteriormente vendíamos el kilo de carne a $10.000, hoy está costando $14.000 o hasta $16.000, por eso nadie quiere comprar, porque está muy costosa”, manifestó el comerciante.
Villabona le contó a EL PILÓN que anteriormente, muchas personas de Valledupar y de los demás corregimientos cercanos llegaban a su expendio para comprar carne, pero ya casi no tiene clientes porque el precio subió mucho.

“Los de La Mina, La Vega, Badillo y Valledupar llegaban a comprar carne a Patillal porque era una carne confiable y más económica”, resaltó el santandereano que gastó alrededor de $300.000 para legalizar su negocio ante la Dian, Cámara de Comercio y en otros papeleos.

Según el comerciante, el cierre de los otros negocios se produjo por los costos de los trámites que debían hacer para legalizar los expendios y ante la escasa clientela.

Es el caso de Albeiro Daza, propietario del expendio de carnes más antiguo de Patillal, quien heredó el negocio de su padre pero tuvo que cerrarlo porque no producía lo necesario para cumplir con las exigencias de las autoridades sanitarias.

“El expendio ‘El amigo Nano’ era de mi papá y después pasó a ser mío pero hoy está cerrado por el cuento ese de la Alcaldía, yo no tengo como pagar todo ese papeleo, además ahora nos toca mandar a matar en Valledupar y en el traslado y el sacrificio se gasta uno más de $200.000, antes yo mismo mataba mi ganado y fuera”, aseveró Albeiro.

Agregó que ante la escasez de carnes de res los habitantes de Patillal han cambiado su dieta, en el pueblo están comiendo más granos, queso y gallina.

“Ya estamos cansados de comer lenteja, la carne está muy costosa, solo la vemos por televisión”, dijo Benis Maestre, habitante de Patillal.

Además de la escasez de este alimento, también está el problema del desempleo, los patillaleros denunciaron que a raíz del cierre del matadero se afectó gran parte de la economía local.

Estas medidas iniciaron en febrero debido a los reiterativos casos presentados por hurto de ganado (abigeato) y la comercialización ilegal de carnes, sin el cumplimiento de los requisitos sanitarios.

Entre las medidas que deben cumplir los transportadores y comerciantes de los productos cárnicos se encuentra la regulación de licencias otorgadas para su funcionamiento, establecida en el nuevo Código de Policía. Esto como ejercicio de intervención para controlar los mataderos ilegales que han propiciado a nivel municipal el aumento del abigeato, además de comprobar que el alimento comercializado cuente con las condiciones sanitarias mínimas para el consumo humano.

Por lo anterior en el casco urbano de Valledupar y en los corregimientos fueron cerrados ocho mataderos o plantas de sacrificio, quedando habilitado solo uno en Coolesar.

Según explicó Carlos Villabona, transportar una vaca viva al matadero de Coolesar, le cuesta $150.000. Luego tienen que cancelar un impuesto de degüello que cuesta $85.000.

“Por lo general envío más de dos vacas para que me vayan matando, pero eso es un gasto enorme, por eso el costo de la carne se incrementó. Antes la podíamos matar nosotros mismos y vender, ahora toca pagar por eso y en un matadero que está en bien lejos”, dijo el carnicero.

Según otra fuente, extraoficial, en varios corregimientos prefieren sacrificar el ganado en los potreros durante la madrugada y luego vender las carnes evadiendo los controles de las autoridades, porque consideran que es la única alternativa de dar rentabilidad al negocio.

“La comunidad busca la economía y nos le importa las condiciones de higiene, al no haber carne compran lo que sea, ya están cansados de comer lenteja y frijol”, dijo la fuente que no quiso revelar su identidad por seguridad.

La Secretaría de Salud Municipal exige a los comerciantes inscribir sus negocios ante la secretaría y esperar la visita de inspección, encargada de determinar si cumplen o no con las condiciones legales vigentes del Invima para funcionar.
Corregimientos del sur

Karim Quintero, inspector del corregimiento de Los Venados, dijo a EL PILÓN que a su comunidad le ha tocado sobrellevar una difícil situación porque la carne casi no se consigue. “Si queremos comer carne tenemos que ir a comprarla a la Olímpica de Bosconia o ir a Valledupar porque acá ya no hay expendios, los cerraron porque como ya no hay matadero, no tienen como pagar esos trámites”.

Quintero también dijo que ahora compra un kilo de carne en casi $20.000, pero antes lo compraba en $12.000.

Mataderos cerrados por Invima

Según informó la Secretaría de Salud Municipal, los corregimientos donde fueron cerradas las plantas de sacrificios por el Invima fueron: Guatapurí, Chemesquemena, Atánquez, Patillal, Badillo, Aguasblancas, Mariangola, y Los Venados.

“Esta plantas de sacrificio no están funcionando debido a que no cumplen con las medidas sanitarias expuestas en el decreto 1500 del 2007 que dice: “Por el cual se establece el reglamento técnico a través del cual se crea el Sistema Oficial de Inspección, Vigilancia y Control de la Carne, Productos Cárnicos Comestibles y Derivados Cárnicos Destinados para el Consumo Humano y los requisitos sanitarios y de inocuidad que se deben cumplir en su producción primaria, beneficio, desposte, desprese, procesamiento, almacenamiento, transporte, comercialización, expendio, importación o exportación, el siguiente texto: El Decreto 2270 de 2012 deroga los artículos 18, 19, 21, 22, 24, 32 Y 34 del Decreto 1500 de 2007, modificado por los Decretos 2965 de 2008, 2380, 4131 Y 4974 de 2009, 3961 de 2011,917 de 2012”.

¿Qué dice Salud Municipal?

La secretaria de Salud Municipal, Claudia Margarita Zuleta Murgas, dijo que estas acciones se han hecho para mejorar la salud pública de Valledupar. “Estas acciones se hacen con el fin de preservar la salud pública y contrarrestar el abigeato, un flagelo que aumentó en el municipio debido a la existencia de mataderos ilegales que comercializan la carne”, precisó.

Con respecto a la queja de los comercializadores de carne de los corregimientos, contestó que esto se debe al efecto de un conjunto de medidas que debe tomar el municipio.

“Existe una ley la cual regula el sacrificio de ganado de forma correcta, solo un matadero en Valledupar cuenta con las condiciones técnicas vigentes, que es Coolesar, es decir, es el único autorizado, por eso el Invima no ha habilitado los de los corregimiento. Sabemos que a pesar de la prohibición se venían haciendo los sacrificios y por eso este ente regulador tomó la decisión de desterrar los que no estaban autorizados”, dijo Zuleta Murgas.

La secretaria explicó que los comercializadores de carnes deben buscar sus proveedores legales, que estén autorizados para brindar al consumidor un buen producto.
Añadió la funcionaria que no existen posibilidades de que los corregimientos vuelvan a abrir sus mataderos debido a que la adecuación es muy exigente y costosa.

Fue tema en el Concejo Municipal

En la sesión realizada este miércoles en el concejo municipal, hablaron sobre la situación de los mataderos cerrados en los corregimientos de Valledupar, el presidente del concejo, Luis Miguel Santrich, dijo que se están estudiando a cada uno de los 747 establecimientos de carnes que hasta hoy se han inscrito en Valledupar para establecer sus condiciones sanitarias. “Se harán un acompañamiento para hacer jornadas de capacitación o verificación de la legalidad de la carne”, acotó.

Durante el debate, la secretaria de Gobierno Municipal, Sandra Cujia, planteó que se puede desarrollar un proyecto en conjunto con la Secretaría de Salud Municipal para establecer cuartos fríos en los corregimientos para poder ayudar a los expendedores.

El Cesar con más abigeato

Los departamentos con mayores índices de producción de carne son a su vez los que más registran el fenómeno de abigeato o hurto de ganado. De acuerdo con la Dirección de Carabineros y Seguridad Rural, DICAR, la lista la encabezan Antioquia, Córdoba, Casanare, Meta, Arauca, Magdalena Medio, Bolívar y Cesar.

En departamentos como el Cesar de los 13.200 predios ganaderos que tiene, al menos la mitad sufren este flagelo y en el menor de los casos, a cada uno le roban una cabeza de ganado cada año; esto quiere decir que se hurtan 6.600 animales anualmente, con un valor promedio de dos millones por animal (si se tiene en cuenta que se roban el mejor ganado) lo que arroja pérdidas de $13.200 millones anuales.

Según informó la Policía Nacional, seccional Cesar, van 23 expendios de carnes suspendidos en el departamento, de los cuales 17 por operativo realizados por la Policía y seis en conjunto con la Secretaría de Salud.

Los lugares donde se han cerrado los mataderos son: Valledupar, Mariangola, Pelaya, Patillal, El Paso, Arjona y Codazzi.

En los corregimientos del norte y sur de Valledupar la comunidad dice que se ha visto afectada por los cierres de los mataderos, y aseguran que ya casi no comen carne de res.
De los ocho mataderos en el casco urbano de Valledupar y sus corregimientos, solo uno cumple con las especificaciones sanitarias para sacrificar el ganado.

Los corregimientos del norte y sur de Valledupar se han visto afectados por el cierre de sus mataderos.

Por Sara Maestre DiazGranados