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Columnista - 14 diciembre, 2017

Jerusalén, la ciudad del conflicto

Si para el mundo las amenazas de Kim Jong- Un son inquietantes, declarar Jerusalén como capital de Israel es casi un llamado a la guerra en Medio Oriente, esta es una línea roja que ningún presidente de U.S.A ha violado por la reacción que traería en el mundo árabe, ni siquiera George W. Bush se […]

Si para el mundo las amenazas de Kim Jong- Un son inquietantes, declarar Jerusalén como capital de Israel es casi un llamado a la guerra en Medio Oriente, esta es una línea roja que ningún presidente de U.S.A ha violado por la reacción que traería en el mundo árabe, ni siquiera George W. Bush se atrevió a tanto después del 9/11.

Israel es visto por los musulmanes como un pueblo invasor que actúa de la misma forma como Hitler al tratar de exterminar a los judíos, por eso el capricho de Donald Trump generaría un punto de no retorno en la ya difícil situación en que se ha convertido el conflicto palestino-Israelí al que durante años se le ha tratado de dar solución, ejemplo de ello las conversaciones entre los líderes fallecidos Isaac Rabin y Yasser Arafat en las que Bill Clinton en su mandato jugó un papel muy importante.

Ningún Estado ha querido dar el paso para respaldar la propuesta de Trump, sólo Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, hizo pública su inocultable felicidad después del lamentable anuncio y esto es entendible debido a que siempre ha sido una pretensión de los judíos a la que los palestinos no han accedido por ser Jerusalén una ciudad sagrada tanto para unos como para otros.

La paz en Oriente Medio inexorablemente pasa por Jerusalén, lo que se decida frente a esta ciudad determinará si se intensifica ó se modera el conflicto entre Israel y Palestina, pero es difícil contar con una sabia salida en estos tiempos del impulsivo Donald Trump rodeado del ala más radical de los republicanos y fanáticos religiosos, comenzando por su vicepresidente Mike Pence y Jared Kushner, el judío ortodoxo que le habla al oído al presidente de los EE.UU y puede ser la voz que en estos momentos esté escuchando para continuar con el propósito de llevar al mundo al caos si avanza en trasladar la embajada norteamericana hacia la sagrada ciudad de Jerusalén.

La tensión mundial no está para arbitrariedades como las promovidas por Trump, el atentado de hace unos días en New York prueba que los terroristas no necesitan grandes movilizaciones para atacar su objetivo, lo hicieron una vez con las torres gemelas y lo han hecho en estos últimos años en distintas partes de Europa; si desean darle un motivo más para emprender una sangrienta campaña por todo el planeta, el discurso de Jerusalén es perfecto, ese es el detonante de una crisis de grandes dimensiones que no se veía desde la mitad del siglo anterior.

La situación de Oriente Medio va más allá de la religión, ese es apenas un elemento que tiene influencia en esa zona convulsionada, las luchas por territorios, las pretensiones colonizadoras de occidente y las imposiciones de otros Estados son los aspectos que han minado el alma del mundo árabe, causas que ni siquiera la ONU ha podido contrarrestar y cada día su papel pacifista es desconocido así como se desconoció la autoridad de Kofi Annan cuando Bush, Blair y Aznar decidieron invadir Afganistan y después Irak. La política internacional está plagada de discursos bélicos hoy más que nunca y Trump promete llevar “fuego y furia” no solo a Corea del Norte, con su deseo de ver la embajada de U.S.A en Jerusalén llevará fuego y furia a todo el planeta.

Columnista
14 diciembre, 2017

Jerusalén, la ciudad del conflicto

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Andrés Añez Maestre

Si para el mundo las amenazas de Kim Jong- Un son inquietantes, declarar Jerusalén como capital de Israel es casi un llamado a la guerra en Medio Oriente, esta es una línea roja que ningún presidente de U.S.A ha violado por la reacción que traería en el mundo árabe, ni siquiera George W. Bush se […]


Si para el mundo las amenazas de Kim Jong- Un son inquietantes, declarar Jerusalén como capital de Israel es casi un llamado a la guerra en Medio Oriente, esta es una línea roja que ningún presidente de U.S.A ha violado por la reacción que traería en el mundo árabe, ni siquiera George W. Bush se atrevió a tanto después del 9/11.

Israel es visto por los musulmanes como un pueblo invasor que actúa de la misma forma como Hitler al tratar de exterminar a los judíos, por eso el capricho de Donald Trump generaría un punto de no retorno en la ya difícil situación en que se ha convertido el conflicto palestino-Israelí al que durante años se le ha tratado de dar solución, ejemplo de ello las conversaciones entre los líderes fallecidos Isaac Rabin y Yasser Arafat en las que Bill Clinton en su mandato jugó un papel muy importante.

Ningún Estado ha querido dar el paso para respaldar la propuesta de Trump, sólo Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, hizo pública su inocultable felicidad después del lamentable anuncio y esto es entendible debido a que siempre ha sido una pretensión de los judíos a la que los palestinos no han accedido por ser Jerusalén una ciudad sagrada tanto para unos como para otros.

La paz en Oriente Medio inexorablemente pasa por Jerusalén, lo que se decida frente a esta ciudad determinará si se intensifica ó se modera el conflicto entre Israel y Palestina, pero es difícil contar con una sabia salida en estos tiempos del impulsivo Donald Trump rodeado del ala más radical de los republicanos y fanáticos religiosos, comenzando por su vicepresidente Mike Pence y Jared Kushner, el judío ortodoxo que le habla al oído al presidente de los EE.UU y puede ser la voz que en estos momentos esté escuchando para continuar con el propósito de llevar al mundo al caos si avanza en trasladar la embajada norteamericana hacia la sagrada ciudad de Jerusalén.

La tensión mundial no está para arbitrariedades como las promovidas por Trump, el atentado de hace unos días en New York prueba que los terroristas no necesitan grandes movilizaciones para atacar su objetivo, lo hicieron una vez con las torres gemelas y lo han hecho en estos últimos años en distintas partes de Europa; si desean darle un motivo más para emprender una sangrienta campaña por todo el planeta, el discurso de Jerusalén es perfecto, ese es el detonante de una crisis de grandes dimensiones que no se veía desde la mitad del siglo anterior.

La situación de Oriente Medio va más allá de la religión, ese es apenas un elemento que tiene influencia en esa zona convulsionada, las luchas por territorios, las pretensiones colonizadoras de occidente y las imposiciones de otros Estados son los aspectos que han minado el alma del mundo árabe, causas que ni siquiera la ONU ha podido contrarrestar y cada día su papel pacifista es desconocido así como se desconoció la autoridad de Kofi Annan cuando Bush, Blair y Aznar decidieron invadir Afganistan y después Irak. La política internacional está plagada de discursos bélicos hoy más que nunca y Trump promete llevar “fuego y furia” no solo a Corea del Norte, con su deseo de ver la embajada de U.S.A en Jerusalén llevará fuego y furia a todo el planeta.