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Columnista - 18 abril, 2015

Intimidades del primer festival

Cada vez que se avecina un nuevo Festival Vallenato comento con Iván Gil Molina, mi amigo y colega en la investigación, qué hubiera sucedido si en aquella polémica final del primer concurso Emiliano Zuleta Baquero, quien en mi personal apreciación era el favorito del jurado, o Luis Enrique Martínez, hubiera tocando lucidamente sin la tremenda […]

Cada vez que se avecina un nuevo Festival Vallenato comento con Iván Gil Molina, mi amigo y colega en la investigación, qué hubiera sucedido si en aquella polémica final del primer concurso Emiliano Zuleta Baquero, quien en mi personal apreciación era el favorito del jurado, o Luis Enrique Martínez, hubiera tocando lucidamente sin la tremenda rasca que se pegó antes de su presentación final.

Para el jurado integrado por Rafael Escalona, Tobías Enrique Pumarejo, Gustavo Gutiérrez, Miguel Facio Lince y Jaime Gutiérrez De Piñeres, fue relativamente fácil decidir que fuera el negro Alejandro Durán, el primer soberano del acordeón, puesto que Emiliano tras ser llamado no tres veces, sino en seis oportunidades, no apareció por ningún lado, y ‘El Pollo Vallenato’ atrincherado en el kiosco de los Pavajeau con el Turco y Nefer Ariza festejando el triunfo anticipadamente acabaron con cuanta botella de Robertico había en la plaza.

Sobrio e imponente a punta de Oa, Apa y sabroso con su acordeón graduado en los corrales de la hacienda Las Cabezas y en las sabanas de El Paso, el Negro Alejo dejó rezagado al poste de guayacán mariangolero Ovidio Granados, quien fue la gran revelación en el certamen por su melodía risueña y su cantante Miguel Janet, la mejor voz del concurso.

No tengo dudas que Gutiérrez De Piñeres y Facio Lince estaban del lado de Alejo, ya que tenían vínculos sanguíneos con la familia momposina, propietaria del feudo donde el creció en la recordada hacienda. En tanto que Escalona, compadre de sacramento de Emiliano lideraba el otro grupo de jurados y siendo mucho más locuaz y convincente que su pupilo Gustavo y su maestro Tobías Enrique, inexorablemente inclinaría la balanza a favor del hijo de la vieja Sara.

Un sexto jurado que en ocasiones contribuye a definir un fallo era el pueblo que ardorosamente vitoreaba al Negro grande del acordeón, pero quienes conocimos el talante del maestro Rafa, sabemos que por encima del populacho enardecido su voto por Emiliano era inquebrantable, si se trataba de su compadre del alma, compañero de mil batallas parranderas en las campañas del El Plan, Urumita, Villanueva, El Molino, San Juan y el resto de La Guajira, además el más autentico símbolo del juglar provinciano alma y esencia del folclor vallenato, en tanto que Alejo con igualdad de meritos juglarescos ya era una figura nacional.

Fue don Alfonso Murgas quien en el fondo definió el concurso, pues parrandeaba con Emiliano en la residencia de los Namén y cuando se presentó el enviado especial de Escalona para llevárselo al toque final en la plaza, don Alfonso lo despachó agriamente repitiéndole: Dígale a Escalona que se deje de tanta necedad, que él sabe que Emiliano no necesita ganarse ningún concurso porque para nosotros el siempre será el primero.

Caprichoso como siempre, esta vez el destino no se equivocó, y quiso que para bien del folclor, fuera Alejandro Duran quien comenzara a escribir la historia del Festival.

Columnista
18 abril, 2015

Intimidades del primer festival

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio C. Oñate M.

Cada vez que se avecina un nuevo Festival Vallenato comento con Iván Gil Molina, mi amigo y colega en la investigación, qué hubiera sucedido si en aquella polémica final del primer concurso Emiliano Zuleta Baquero, quien en mi personal apreciación era el favorito del jurado, o Luis Enrique Martínez, hubiera tocando lucidamente sin la tremenda […]


Cada vez que se avecina un nuevo Festival Vallenato comento con Iván Gil Molina, mi amigo y colega en la investigación, qué hubiera sucedido si en aquella polémica final del primer concurso Emiliano Zuleta Baquero, quien en mi personal apreciación era el favorito del jurado, o Luis Enrique Martínez, hubiera tocando lucidamente sin la tremenda rasca que se pegó antes de su presentación final.

Para el jurado integrado por Rafael Escalona, Tobías Enrique Pumarejo, Gustavo Gutiérrez, Miguel Facio Lince y Jaime Gutiérrez De Piñeres, fue relativamente fácil decidir que fuera el negro Alejandro Durán, el primer soberano del acordeón, puesto que Emiliano tras ser llamado no tres veces, sino en seis oportunidades, no apareció por ningún lado, y ‘El Pollo Vallenato’ atrincherado en el kiosco de los Pavajeau con el Turco y Nefer Ariza festejando el triunfo anticipadamente acabaron con cuanta botella de Robertico había en la plaza.

Sobrio e imponente a punta de Oa, Apa y sabroso con su acordeón graduado en los corrales de la hacienda Las Cabezas y en las sabanas de El Paso, el Negro Alejo dejó rezagado al poste de guayacán mariangolero Ovidio Granados, quien fue la gran revelación en el certamen por su melodía risueña y su cantante Miguel Janet, la mejor voz del concurso.

No tengo dudas que Gutiérrez De Piñeres y Facio Lince estaban del lado de Alejo, ya que tenían vínculos sanguíneos con la familia momposina, propietaria del feudo donde el creció en la recordada hacienda. En tanto que Escalona, compadre de sacramento de Emiliano lideraba el otro grupo de jurados y siendo mucho más locuaz y convincente que su pupilo Gustavo y su maestro Tobías Enrique, inexorablemente inclinaría la balanza a favor del hijo de la vieja Sara.

Un sexto jurado que en ocasiones contribuye a definir un fallo era el pueblo que ardorosamente vitoreaba al Negro grande del acordeón, pero quienes conocimos el talante del maestro Rafa, sabemos que por encima del populacho enardecido su voto por Emiliano era inquebrantable, si se trataba de su compadre del alma, compañero de mil batallas parranderas en las campañas del El Plan, Urumita, Villanueva, El Molino, San Juan y el resto de La Guajira, además el más autentico símbolo del juglar provinciano alma y esencia del folclor vallenato, en tanto que Alejo con igualdad de meritos juglarescos ya era una figura nacional.

Fue don Alfonso Murgas quien en el fondo definió el concurso, pues parrandeaba con Emiliano en la residencia de los Namén y cuando se presentó el enviado especial de Escalona para llevárselo al toque final en la plaza, don Alfonso lo despachó agriamente repitiéndole: Dígale a Escalona que se deje de tanta necedad, que él sabe que Emiliano no necesita ganarse ningún concurso porque para nosotros el siempre será el primero.

Caprichoso como siempre, esta vez el destino no se equivocó, y quiso que para bien del folclor, fuera Alejandro Duran quien comenzara a escribir la historia del Festival.