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Columnista - 20 junio, 2014

Todos ponen

“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”. San Juan 15:13 En el juego de la Pirinola, había una opción que decía “todos ponen”, la cual fue tomada como lema por una administración distrital en Bogotá en años pasados. La intención era motivar a que cada ciudadano aportara al […]

“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”. San Juan 15:13

En el juego de la Pirinola, había una opción que decía “todos ponen”, la cual fue tomada como lema por una administración distrital en Bogotá en años pasados. La intención era motivar a que cada ciudadano aportara al mejoramiento del clima social de la ciudad.

En nuestro caso, Jesús nos dice que nos ha llamado amigos, y no nos está pidiendo que muramos por él, sino que pongamos nuestras vidas por él.

Momentos antes, Pedro le había dicho al Señor: “¡Mi vida daré por ti!”, y aunque no dudo que ese era su deseo, es admirable la manera cómo él entendía lo heroico. En ciertas circunstancias de persecución, sería cobarde no poder hacer una declaración como la de Pedro, porque sólo podemos percibir el entendimiento de nuestro deber a través de nuestro sentido de lo heroico, como extensión de nuestras acciones, hazañas y virtudes.

Acaso, alguna vez, el Señor nos ha preguntado: ¿tu vida darás por mí? Es mucho más fácil, en un momento dado, de manera puntual e histórica, morir por Jesús que entregar la vida día tras día con el sentido de nuestro alto llamamiento.

Creo que no fuimos creados para permanecer en los momentos brillantes, sino que debemos andar a la luz de ellos, por los caminos cotidianos. En la vida de Jesús, durante treinta y tres años, él puso su vida para hacer la voluntad del Padre. Y aunque sólo tuvo un momento brillante, que fue la transfiguración, inmediatamente se despojó de su gloria y descendió al valle del endemoniado.

Queridos amigos lectores: si somos amigos de Jesús, debemos dar nuestra vida por él. No solamente en el sentido de morir por nuestra fe, si fuera necesario; sino en el morir al yo cada día, en el menguar para que él crezca, en la sujeción consciente y esmerada para hacer su voluntad. Esto realmente es difícil, y gracias a Dios que lo es. Los beneficios de la cruz son fáciles de obtener, porque a nosotros no nos costaron nada, aun cuando a él le costó todo. Pero su manifestación en la cotidianidad de nuestras vidas, si es difícil, porque requiere obediencia y consagración a sus preceptos.

Si Jesús nos ha llamado sus amigos, permanezcamos fieles a su amistad, aunque la naturaleza de todo lo que nos rodea pueda tentarnos a ser infieles.

Mi invitación hoy es a que demostremos con nuestras obras y conductas, en la cotidianidad del valle de la desesperanza, de la aflicción y del dolor; nuestra amistad sincera e incondicional a aquel que se ha hecho digno de nuestra confianza, a tal punto que como signo de amistad, su propia vida fue capaz de dar por nosotros. Nadie se la quitó, sino que él mismo la suministró por amor.

Permanezcamos fieles a su amistad cada día.

Abrazos y muchas bendiciones…

Columnista
20 junio, 2014

Todos ponen

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”. San Juan 15:13 En el juego de la Pirinola, había una opción que decía “todos ponen”, la cual fue tomada como lema por una administración distrital en Bogotá en años pasados. La intención era motivar a que cada ciudadano aportara al […]


“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”. San Juan 15:13

En el juego de la Pirinola, había una opción que decía “todos ponen”, la cual fue tomada como lema por una administración distrital en Bogotá en años pasados. La intención era motivar a que cada ciudadano aportara al mejoramiento del clima social de la ciudad.

En nuestro caso, Jesús nos dice que nos ha llamado amigos, y no nos está pidiendo que muramos por él, sino que pongamos nuestras vidas por él.

Momentos antes, Pedro le había dicho al Señor: “¡Mi vida daré por ti!”, y aunque no dudo que ese era su deseo, es admirable la manera cómo él entendía lo heroico. En ciertas circunstancias de persecución, sería cobarde no poder hacer una declaración como la de Pedro, porque sólo podemos percibir el entendimiento de nuestro deber a través de nuestro sentido de lo heroico, como extensión de nuestras acciones, hazañas y virtudes.

Acaso, alguna vez, el Señor nos ha preguntado: ¿tu vida darás por mí? Es mucho más fácil, en un momento dado, de manera puntual e histórica, morir por Jesús que entregar la vida día tras día con el sentido de nuestro alto llamamiento.

Creo que no fuimos creados para permanecer en los momentos brillantes, sino que debemos andar a la luz de ellos, por los caminos cotidianos. En la vida de Jesús, durante treinta y tres años, él puso su vida para hacer la voluntad del Padre. Y aunque sólo tuvo un momento brillante, que fue la transfiguración, inmediatamente se despojó de su gloria y descendió al valle del endemoniado.

Queridos amigos lectores: si somos amigos de Jesús, debemos dar nuestra vida por él. No solamente en el sentido de morir por nuestra fe, si fuera necesario; sino en el morir al yo cada día, en el menguar para que él crezca, en la sujeción consciente y esmerada para hacer su voluntad. Esto realmente es difícil, y gracias a Dios que lo es. Los beneficios de la cruz son fáciles de obtener, porque a nosotros no nos costaron nada, aun cuando a él le costó todo. Pero su manifestación en la cotidianidad de nuestras vidas, si es difícil, porque requiere obediencia y consagración a sus preceptos.

Si Jesús nos ha llamado sus amigos, permanezcamos fieles a su amistad, aunque la naturaleza de todo lo que nos rodea pueda tentarnos a ser infieles.

Mi invitación hoy es a que demostremos con nuestras obras y conductas, en la cotidianidad del valle de la desesperanza, de la aflicción y del dolor; nuestra amistad sincera e incondicional a aquel que se ha hecho digno de nuestra confianza, a tal punto que como signo de amistad, su propia vida fue capaz de dar por nosotros. Nadie se la quitó, sino que él mismo la suministró por amor.

Permanezcamos fieles a su amistad cada día.

Abrazos y muchas bendiciones…