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Columnista - 1 mayo, 2013

Sobremesas al festival

Definitivamente, el Festival de la Leyenda Vallenata es todo un acontecimiento que cruza las fronteras. Hay que reconocerles a sus organizadores su magna tarea.

Luis Napoleón de Armas P.

Definitivamente, el Festival de la Leyenda Vallenata es todo un acontecimiento que cruza las fronteras. Hay que reconocerles a sus organizadores su magna tarea. Quien quiera ver los eventos que no se ven en otra parte, que venga acá; el calor humano que aquí se brinda es escaso en otros lares.

Este festival es un proceso cultural que sintetiza un mestizaje multiétnico que ya se estabilizó. En genética, cuando dos o más etnias se cruzan, a largo plazo se producirá una nueva raza con unas  características definidas, que entrañarán en forma simultánea, una cultura autóctona.

El género de música vallenata es la expresión de ese sincretismo cultural. Los instrumentos y ritmos de las diferentes etnias y culturas fusionadas nos dan la matriz de los cantos vallenatos primarios construida con la influencia de tres pilares básicos: uno está en las estribaciones de la Sierra Nevada, en especial Patillal, poblada, tal vez, por los andaluces y por pueblos indígenas vecinos; el segundo pilar podría ubicarse en los palenques de El Paso y La Loma, y algunas regiones del viejo Magdalena; el tercero en la población mestiza de la baja Guajira.

En el festival de compositores, ocho de diez eran guajiros. Lo que falta por explicar es por qué este fenómeno no ocurrió en otras regiones del caribe colombiano. ¿Cuáles ingredientes, diferente al mestizaje y al cultural, les faltó a estas regiones? Aquí, la cultura musical se está sembrando; primero se secará el Guatapurí antes que la cosecha termine. De pronto, con el tiempo, los clásicos serán solo para el recuerdo.

Pero si algo se debe replantear en el Festival es el Desfile de Piloneras que se quedó en el pasado, con la misma monotonía y la misma canción. Lo ideal es que cada comparsa interprete uno de los clásicos que, se supone, querían conservar los creadores de esta fiesta, y que el pilón sea apenas el marco conceptual.

Otra cosa, que me permito sugerir a los organizadores, es que se abran callejones en los cuales se ofrezcan parrandas vallenatas, primera manifestación de este folclor. Siendo el vallenato un género bien conocido en México, no se justifica que Juan Gabriel diga que su vallenato preferido es la salsa “Devórame otra vez” y que no haya hecho algún arreglo para interpretar una de nuestras canciones. Tampoco se entiende que, siendo Gustavo Gutiérrez el personaje central de esta versión, no lo haya saludado.

El tal Pit Bull supo que estaba en Colombia pero nunca saludó a Valledupar. Es el colmo. Los precios de los elementos de consumo dentro del Parque son de atraco.

 

Columnista
1 mayo, 2013

Sobremesas al festival

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Definitivamente, el Festival de la Leyenda Vallenata es todo un acontecimiento que cruza las fronteras. Hay que reconocerles a sus organizadores su magna tarea.


Luis Napoleón de Armas P.

Definitivamente, el Festival de la Leyenda Vallenata es todo un acontecimiento que cruza las fronteras. Hay que reconocerles a sus organizadores su magna tarea. Quien quiera ver los eventos que no se ven en otra parte, que venga acá; el calor humano que aquí se brinda es escaso en otros lares.

Este festival es un proceso cultural que sintetiza un mestizaje multiétnico que ya se estabilizó. En genética, cuando dos o más etnias se cruzan, a largo plazo se producirá una nueva raza con unas  características definidas, que entrañarán en forma simultánea, una cultura autóctona.

El género de música vallenata es la expresión de ese sincretismo cultural. Los instrumentos y ritmos de las diferentes etnias y culturas fusionadas nos dan la matriz de los cantos vallenatos primarios construida con la influencia de tres pilares básicos: uno está en las estribaciones de la Sierra Nevada, en especial Patillal, poblada, tal vez, por los andaluces y por pueblos indígenas vecinos; el segundo pilar podría ubicarse en los palenques de El Paso y La Loma, y algunas regiones del viejo Magdalena; el tercero en la población mestiza de la baja Guajira.

En el festival de compositores, ocho de diez eran guajiros. Lo que falta por explicar es por qué este fenómeno no ocurrió en otras regiones del caribe colombiano. ¿Cuáles ingredientes, diferente al mestizaje y al cultural, les faltó a estas regiones? Aquí, la cultura musical se está sembrando; primero se secará el Guatapurí antes que la cosecha termine. De pronto, con el tiempo, los clásicos serán solo para el recuerdo.

Pero si algo se debe replantear en el Festival es el Desfile de Piloneras que se quedó en el pasado, con la misma monotonía y la misma canción. Lo ideal es que cada comparsa interprete uno de los clásicos que, se supone, querían conservar los creadores de esta fiesta, y que el pilón sea apenas el marco conceptual.

Otra cosa, que me permito sugerir a los organizadores, es que se abran callejones en los cuales se ofrezcan parrandas vallenatas, primera manifestación de este folclor. Siendo el vallenato un género bien conocido en México, no se justifica que Juan Gabriel diga que su vallenato preferido es la salsa “Devórame otra vez” y que no haya hecho algún arreglo para interpretar una de nuestras canciones. Tampoco se entiende que, siendo Gustavo Gutiérrez el personaje central de esta versión, no lo haya saludado.

El tal Pit Bull supo que estaba en Colombia pero nunca saludó a Valledupar. Es el colmo. Los precios de los elementos de consumo dentro del Parque son de atraco.