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Columnista - 29 septiembre, 2014

Sí, al voto obligatorio

En la nueva reforma que hace trámite en el Congreso, ha causado mucha polémica el voto obligatorio; según algunos, reprime las libertades y no es propio de una democracia real. Sin embargo, yo difiero de estas apreciaciones, creo que es preciso en una democracia, que por muy antigua que sea, aún no está madura. Colombia […]

En la nueva reforma que hace trámite en el Congreso, ha causado mucha polémica el voto obligatorio; según algunos, reprime las libertades y no es propio de una democracia real.

Sin embargo, yo difiero de estas apreciaciones, creo que es preciso en una democracia, que por muy antigua que sea, aún no está madura. Colombia es un país con altísimos niveles de abstención y una casi inexistente cultura para elegir; tampoco hay formación en el electorado para conocer y plantear políticas por el bajo nivel educativo, sobre todo en las zonas rurales, víctimas apetecidas de las mafias politiqueras.

Como si fuera poco, la gente está hastiada de los políticos, quienes no ejecutan bien su tarea; además, de la corrupción reinante que se ha tomado la sociedad; muchos ni si quiera saben porque es importante votar.

El caso de Perú, que tiene voto obligatorio, refleja participación y crecimiento, si lo hubiese en Colombia, los ciudadanos se informarían más y, así mismo, exigirían más a quienes eligen y entonces se podría hablar de una política más participativa.

Hoy, muy pocos deciden el rumbo de muchos, en promedio solo vota un 40% del censo, incluso por pereza no se acude a las urnas, ya es necesario romper el cerco que han creado los mismos políticos para su beneficio, vale la pena recordar cómo funciona la maquinaria política: El Presidente basa su elección en congresistas aceitados, quienes a su vez se apoyan en gobernadores y alcaldes, que dicho sea de paso, necesitan de estos mismos congresistas para liderar proyectos, y se afirman en diputados y concejales, quienes reciben favores burocráticos para sobornar líderes de barrio, que al final, son quienes conducen a los votantes, a cambio de dinero y comida en muchos casos.

Como la participación es tan baja, siempre triunfan los mismos caciques que se mantienen por años en sus cargos y cuando salen, dan paso a sus hijos. De otro lado, existe el voto de opinión, una minoría que se presenta más en grandes ciudades, es aquel que vota a conciencia y analiza propuestas, pero por lo escaso no es determinante y con muy pocas excepciones, como cuando aparece un fenómeno estilo Mockus.

Es cierto que entre los 10 países más ricos del planeta, solo Brasil lo admite, pero a nosotros nos falta mucho para ser una democracia moderna, todavía somos incivilizados electoralmente, mientras tanto, se necesita que el grueso de la población vote para romper la cadena en la que prácticamente siempre se sabe quién gana, igual, quien no quiera elegir a ningún candidato tienen la opción de sumarse al voto en blanco; cabe resaltar que no es necesario acudir a sanciones exageradas, ni cárcel, ni nada por el estilo, si no que se promueva de manera pedagógica y que por el contrario, se estimule por medio de incentivos reales para que la gente salga a votar y se beneficie, involucrando los diferentes programas gubernamentales y fomentando la cultura democrática, incluso desde los colegios.

Algo fundamental, es modernizar nuestro sistema electoral para que por fin se acaben los complicados tarjetones que también desestimulan el voto. Lo importante es que la gente se pronuncie y decida para legitimar las instituciones colombianas. Bienvenido el voto obligatorio.

Columnista
29 septiembre, 2014

Sí, al voto obligatorio

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jacobo Solano Cerchiaro

En la nueva reforma que hace trámite en el Congreso, ha causado mucha polémica el voto obligatorio; según algunos, reprime las libertades y no es propio de una democracia real. Sin embargo, yo difiero de estas apreciaciones, creo que es preciso en una democracia, que por muy antigua que sea, aún no está madura. Colombia […]


En la nueva reforma que hace trámite en el Congreso, ha causado mucha polémica el voto obligatorio; según algunos, reprime las libertades y no es propio de una democracia real.

Sin embargo, yo difiero de estas apreciaciones, creo que es preciso en una democracia, que por muy antigua que sea, aún no está madura. Colombia es un país con altísimos niveles de abstención y una casi inexistente cultura para elegir; tampoco hay formación en el electorado para conocer y plantear políticas por el bajo nivel educativo, sobre todo en las zonas rurales, víctimas apetecidas de las mafias politiqueras.

Como si fuera poco, la gente está hastiada de los políticos, quienes no ejecutan bien su tarea; además, de la corrupción reinante que se ha tomado la sociedad; muchos ni si quiera saben porque es importante votar.

El caso de Perú, que tiene voto obligatorio, refleja participación y crecimiento, si lo hubiese en Colombia, los ciudadanos se informarían más y, así mismo, exigirían más a quienes eligen y entonces se podría hablar de una política más participativa.

Hoy, muy pocos deciden el rumbo de muchos, en promedio solo vota un 40% del censo, incluso por pereza no se acude a las urnas, ya es necesario romper el cerco que han creado los mismos políticos para su beneficio, vale la pena recordar cómo funciona la maquinaria política: El Presidente basa su elección en congresistas aceitados, quienes a su vez se apoyan en gobernadores y alcaldes, que dicho sea de paso, necesitan de estos mismos congresistas para liderar proyectos, y se afirman en diputados y concejales, quienes reciben favores burocráticos para sobornar líderes de barrio, que al final, son quienes conducen a los votantes, a cambio de dinero y comida en muchos casos.

Como la participación es tan baja, siempre triunfan los mismos caciques que se mantienen por años en sus cargos y cuando salen, dan paso a sus hijos. De otro lado, existe el voto de opinión, una minoría que se presenta más en grandes ciudades, es aquel que vota a conciencia y analiza propuestas, pero por lo escaso no es determinante y con muy pocas excepciones, como cuando aparece un fenómeno estilo Mockus.

Es cierto que entre los 10 países más ricos del planeta, solo Brasil lo admite, pero a nosotros nos falta mucho para ser una democracia moderna, todavía somos incivilizados electoralmente, mientras tanto, se necesita que el grueso de la población vote para romper la cadena en la que prácticamente siempre se sabe quién gana, igual, quien no quiera elegir a ningún candidato tienen la opción de sumarse al voto en blanco; cabe resaltar que no es necesario acudir a sanciones exageradas, ni cárcel, ni nada por el estilo, si no que se promueva de manera pedagógica y que por el contrario, se estimule por medio de incentivos reales para que la gente salga a votar y se beneficie, involucrando los diferentes programas gubernamentales y fomentando la cultura democrática, incluso desde los colegios.

Algo fundamental, es modernizar nuestro sistema electoral para que por fin se acaben los complicados tarjetones que también desestimulan el voto. Lo importante es que la gente se pronuncie y decida para legitimar las instituciones colombianas. Bienvenido el voto obligatorio.