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Columnista - 27 marzo, 2015

Semana Santa es redención

“Porque en el Señor hay misericordia, y abundante redención con él”. Salmos 130,7. La Redención es la obra que Jesucristo hizo a nuestro favor para cancelar nuestra deuda de pecado y librarnos de la esclavitud de Satanás y de nuestra propia naturaleza. Todos hemos incurrido en una deuda de pecado que nos separa del amor […]

“Porque en el Señor hay misericordia, y abundante redención con él”. Salmos 130,7.

La Redención es la obra que Jesucristo hizo a nuestro favor para cancelar nuestra deuda de pecado y librarnos de la esclavitud de Satanás y de nuestra propia naturaleza.

Todos hemos incurrido en una deuda de pecado que nos separa del amor de Dios, pero en la cruz, Jesucristo tomó ese certificado de deuda que nos era contrario, por cuanto contenía los decretos y leyes que hemos quebrantado y lo clavó en la cruz.

San Pablo, al describir esta deuda usa una figura tomada de los tribunales romanos: cada vez que un ciudadano romano era condenado por algún delito, la jurisprudencia demandaba que se le preparara un “certificado de deuda”, donde se enumeraban todos sus delitos y la justa condena que merecía. Al condenado se le encerraba en la cárcel y el certificado de deuda se clavaba en la parte externa de la puerta de su celda; y allí permanecía hasta que el condenado hubiera cumplido el tiempo de su condena, y por lo tanto, cancelada su deuda con la sociedad. Descriptivamente, podemos ver a Jesús tomar nuestros certificados de deuda y clavarlos en la cruz, significando que él se hacía culpable por todos los delitos y pecados enumerados en todos los certificados de deuda de todos los hombres y cumpliendo la sentencia que allí se anunciaba, que era la muerte.

Echémosle una mirada a ese día: Jesús fue clavado en la cruz alrededor de las nueve de la mañana, un poco antes del mediodía, oró, hizo provisión para los suyos y dialogó con los ladrones. Al medio día, Dios dispuso un velo de tinieblas sobre toda la tierra, tal vez para ocultar su sufrimiento y que nadie pudiera ser testigo de los horrores de la cruz, porque en ese momento, toda la ira de Dios estaba sobre él, por cuanto todos los pecados de la humanidad fueron puestos sobre él.

De repente, el silencio se rompió y la humanidad de Jesús exclamó: “Eloi, Eloi, ¿lama sabactani?” En ese preciso instante, Dios estaba tomando el certificado de deuda de todo ser humano, y lo estaba clavando en la cruz, haciendo a Jesús responsable de cumplir la sentencia que estaba escrita en cada uno.
En esa horrible hora de tinieblas, Dios tuvo que volverle la espalda a su Hijo, por cuanto Cristo voluntariamente se hizo pecador en nuestro lugar, y Dios no podía tener comunión con el pecador hasta que la Redención se hubiera cumplido.

Nunca nadie estará tan solo como estuvo Jesús en la cruz. Separado de toda persona que hubiera amado y ajeno a toda persona en quien hubiera confiado. Abandonado por sus íntimos, abandonado por todos, incluso hasta por su Padre. Allí estaba él, colgado en una soledad que nadie podrá comprender jamás.
Queridos amigos lectores, ¿Sabes por qué Jesús hizo tal cosa? ¡Para que tú y yo no tengamos que volver a sentirnos abandonados nunca!

El final de la historia, es la Carta Magna de todos los verdaderos creyentes en Cristo: Un poco antes de entregar su espíritu, lanzó un grito de victoria que todavía retumba en todos los rincones de la historia: “¡Tetelestai!”. Significa pagado totalmente, y era la misma palabra exacta que el juez romano escribía sobre el certificado de deuda del criminal que quedaba en libertad, para certificar que toda sentencia se había cumplido y tenía derecho a quedar libre.

Recuerda: “pagado totalmente” fue escrito en nuestro certificado de deuda, pues la deuda que teníamos con Dios, se pagó completamente en la cruz de Jesús. Disfrutemos ahora la libertad que él compró para nosotros en la cruz.
Felices Pascuas y muchas bendiciones…

Columnista
27 marzo, 2015

Semana Santa es redención

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“Porque en el Señor hay misericordia, y abundante redención con él”. Salmos 130,7. La Redención es la obra que Jesucristo hizo a nuestro favor para cancelar nuestra deuda de pecado y librarnos de la esclavitud de Satanás y de nuestra propia naturaleza. Todos hemos incurrido en una deuda de pecado que nos separa del amor […]


“Porque en el Señor hay misericordia, y abundante redención con él”. Salmos 130,7.

La Redención es la obra que Jesucristo hizo a nuestro favor para cancelar nuestra deuda de pecado y librarnos de la esclavitud de Satanás y de nuestra propia naturaleza.

Todos hemos incurrido en una deuda de pecado que nos separa del amor de Dios, pero en la cruz, Jesucristo tomó ese certificado de deuda que nos era contrario, por cuanto contenía los decretos y leyes que hemos quebrantado y lo clavó en la cruz.

San Pablo, al describir esta deuda usa una figura tomada de los tribunales romanos: cada vez que un ciudadano romano era condenado por algún delito, la jurisprudencia demandaba que se le preparara un “certificado de deuda”, donde se enumeraban todos sus delitos y la justa condena que merecía. Al condenado se le encerraba en la cárcel y el certificado de deuda se clavaba en la parte externa de la puerta de su celda; y allí permanecía hasta que el condenado hubiera cumplido el tiempo de su condena, y por lo tanto, cancelada su deuda con la sociedad. Descriptivamente, podemos ver a Jesús tomar nuestros certificados de deuda y clavarlos en la cruz, significando que él se hacía culpable por todos los delitos y pecados enumerados en todos los certificados de deuda de todos los hombres y cumpliendo la sentencia que allí se anunciaba, que era la muerte.

Echémosle una mirada a ese día: Jesús fue clavado en la cruz alrededor de las nueve de la mañana, un poco antes del mediodía, oró, hizo provisión para los suyos y dialogó con los ladrones. Al medio día, Dios dispuso un velo de tinieblas sobre toda la tierra, tal vez para ocultar su sufrimiento y que nadie pudiera ser testigo de los horrores de la cruz, porque en ese momento, toda la ira de Dios estaba sobre él, por cuanto todos los pecados de la humanidad fueron puestos sobre él.

De repente, el silencio se rompió y la humanidad de Jesús exclamó: “Eloi, Eloi, ¿lama sabactani?” En ese preciso instante, Dios estaba tomando el certificado de deuda de todo ser humano, y lo estaba clavando en la cruz, haciendo a Jesús responsable de cumplir la sentencia que estaba escrita en cada uno.
En esa horrible hora de tinieblas, Dios tuvo que volverle la espalda a su Hijo, por cuanto Cristo voluntariamente se hizo pecador en nuestro lugar, y Dios no podía tener comunión con el pecador hasta que la Redención se hubiera cumplido.

Nunca nadie estará tan solo como estuvo Jesús en la cruz. Separado de toda persona que hubiera amado y ajeno a toda persona en quien hubiera confiado. Abandonado por sus íntimos, abandonado por todos, incluso hasta por su Padre. Allí estaba él, colgado en una soledad que nadie podrá comprender jamás.
Queridos amigos lectores, ¿Sabes por qué Jesús hizo tal cosa? ¡Para que tú y yo no tengamos que volver a sentirnos abandonados nunca!

El final de la historia, es la Carta Magna de todos los verdaderos creyentes en Cristo: Un poco antes de entregar su espíritu, lanzó un grito de victoria que todavía retumba en todos los rincones de la historia: “¡Tetelestai!”. Significa pagado totalmente, y era la misma palabra exacta que el juez romano escribía sobre el certificado de deuda del criminal que quedaba en libertad, para certificar que toda sentencia se había cumplido y tenía derecho a quedar libre.

Recuerda: “pagado totalmente” fue escrito en nuestro certificado de deuda, pues la deuda que teníamos con Dios, se pagó completamente en la cruz de Jesús. Disfrutemos ahora la libertad que él compró para nosotros en la cruz.
Felices Pascuas y muchas bendiciones…