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Columnista - 20 agosto, 2014

Psicoterapia y teología

No sé científicamente de ninguna de las dos disciplinas que intitulan este escrito, solamente las leo,porque me intereso en ellas. A este respecto, me valgo de las enseñanzas del famoso psiquiatra vienés Viktor Frankl-sobreviviente del campo de concentración nazi, Auschwitz- de su análisis existencial, citado por mí en otras oportunidades, quien sostiene “que incluso en […]

No sé científicamente de ninguna de las dos disciplinas que intitulan este escrito, solamente las leo,porque me intereso en ellas. A este respecto, me valgo de las enseñanzas del famoso psiquiatra vienés Viktor Frankl-sobreviviente del campo de concentración nazi, Auschwitz- de su análisis existencial, citado por mí en otras oportunidades, quien sostiene “que incluso en la persona más aparentemente irreligiosa hay una religiosidad latente”.
Por tanto, aunque psicoterapia y teología son diferentes entre sí, en realidad ambas tocan el alma humana, siendo aquélla un método psicoterapéutico en general y esta una aproximación a la idea de Dios.
El tema de la religiosidad es de la mayor importancia para el hombre, quien, sin embargo, según el autor, no se debe dejar inspirar por aquél mero instinto pero tampoco empujar por su psiquiatra, sea en un sentido positivo o negativo;pues la cuestión es de su absoluta deliberación y decisión personal.
Por ello arguye que el ministerio médico de ninguna manera debe sustituir el ministerio sacerdotal, aunque hace salvedad en el sentido de que únicamente un psiquiatra con inquietudes religiosas estaría legítimamente autorizado para introducir la religión en la psicoterapia aplicada a un creyente, y que, en cambio, un psiquiatra agnóstico no tiene ningún derecho a manipular los sentimientos religiosos de un consultante tratando de utilizar la religión como una herramienta más en el tratamiento psicoterapéutico, como usar las pastillas, inyecciones o electro-shocks.
Una tal conducta, sería como desprestigiar y degradar la religión llevándola al papel de simple mecanismo para tratar de mejorar la salud mental de una persona.
Sin embargo también afirma, que la religión puede influir positivamente en el paciente a un cierto nivel, no cumpliendo una función terapéutica propiamente dicha, sino en el sentido de promover cosas para la salud mental o el equilibrio interno, pues su objeto no es el de encontrar soluciones psicoterapéuticas, sino más bien en hallar la salvación espiritual.
En uso de su autoridad científica, pero siendo también un hombre de espíritu religioso, sostiene que la religión ofrece al hombre mucho más de lo que significa la ayuda psicoterapéutica, pero también exige más de él.Por consiguiente, es fundamental saber distinguir las intenciones de la una y de la otra, y no niega su colaboración recíproca.
Para esclarecer el punto cuenta la siguiente historia: Una señora mayor acudió a la clínica de servicios de psicoterapia, para consultar una grave depresión por la que estaba pasando. No le quedaba familia, ya que su única hija se suicidó no hacía mucho. Una vez el psiquiatra hubo comprobado que el duelo por el que pasó esa mujer no estaba siendo patológico para ella, sino que lo había pasado de una forma normal, le preguntó con cautela acerca de sus sentimientos con respecto a la religión. Al responderle ella que era una persona religiosa, el psiquiatra le preguntó a su vez porqué entonces no había solicitado el consejo de un sacerdote. Ella le contestó que sí que había acudido a su párroco, pero que él no parecía haber dispuesto de un solo minuto para ella.
Pero en todo caso, el psiquiatra, que también era una persona profundamente religiosa, pudo ofrecer a esa mujer el consuelo que necesitaba: El consuelo que nacía de su fe en común y que el sacerdote no parecía haber sido capaz de proporcionarle. Esta situación en concreto hizo necesario que el psiquiatra reemplazara al sacerdote con el fin de dar consuelo espiritual. No estaba sólo en su derecho como persona, sino que además era su deber religioso, ya que en ese caso se trataba de una persona religiosa consolando a otra.
Pero lo que queremos señalar es que el psiquiatra no se otorga esa libertad en tanto psiquiatra sino en tanto es una persona religiosa.

[email protected]

Columnista
20 agosto, 2014

Psicoterapia y teología

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodrigo López Barros

No sé científicamente de ninguna de las dos disciplinas que intitulan este escrito, solamente las leo,porque me intereso en ellas. A este respecto, me valgo de las enseñanzas del famoso psiquiatra vienés Viktor Frankl-sobreviviente del campo de concentración nazi, Auschwitz- de su análisis existencial, citado por mí en otras oportunidades, quien sostiene “que incluso en […]


No sé científicamente de ninguna de las dos disciplinas que intitulan este escrito, solamente las leo,porque me intereso en ellas. A este respecto, me valgo de las enseñanzas del famoso psiquiatra vienés Viktor Frankl-sobreviviente del campo de concentración nazi, Auschwitz- de su análisis existencial, citado por mí en otras oportunidades, quien sostiene “que incluso en la persona más aparentemente irreligiosa hay una religiosidad latente”.
Por tanto, aunque psicoterapia y teología son diferentes entre sí, en realidad ambas tocan el alma humana, siendo aquélla un método psicoterapéutico en general y esta una aproximación a la idea de Dios.
El tema de la religiosidad es de la mayor importancia para el hombre, quien, sin embargo, según el autor, no se debe dejar inspirar por aquél mero instinto pero tampoco empujar por su psiquiatra, sea en un sentido positivo o negativo;pues la cuestión es de su absoluta deliberación y decisión personal.
Por ello arguye que el ministerio médico de ninguna manera debe sustituir el ministerio sacerdotal, aunque hace salvedad en el sentido de que únicamente un psiquiatra con inquietudes religiosas estaría legítimamente autorizado para introducir la religión en la psicoterapia aplicada a un creyente, y que, en cambio, un psiquiatra agnóstico no tiene ningún derecho a manipular los sentimientos religiosos de un consultante tratando de utilizar la religión como una herramienta más en el tratamiento psicoterapéutico, como usar las pastillas, inyecciones o electro-shocks.
Una tal conducta, sería como desprestigiar y degradar la religión llevándola al papel de simple mecanismo para tratar de mejorar la salud mental de una persona.
Sin embargo también afirma, que la religión puede influir positivamente en el paciente a un cierto nivel, no cumpliendo una función terapéutica propiamente dicha, sino en el sentido de promover cosas para la salud mental o el equilibrio interno, pues su objeto no es el de encontrar soluciones psicoterapéuticas, sino más bien en hallar la salvación espiritual.
En uso de su autoridad científica, pero siendo también un hombre de espíritu religioso, sostiene que la religión ofrece al hombre mucho más de lo que significa la ayuda psicoterapéutica, pero también exige más de él.Por consiguiente, es fundamental saber distinguir las intenciones de la una y de la otra, y no niega su colaboración recíproca.
Para esclarecer el punto cuenta la siguiente historia: Una señora mayor acudió a la clínica de servicios de psicoterapia, para consultar una grave depresión por la que estaba pasando. No le quedaba familia, ya que su única hija se suicidó no hacía mucho. Una vez el psiquiatra hubo comprobado que el duelo por el que pasó esa mujer no estaba siendo patológico para ella, sino que lo había pasado de una forma normal, le preguntó con cautela acerca de sus sentimientos con respecto a la religión. Al responderle ella que era una persona religiosa, el psiquiatra le preguntó a su vez porqué entonces no había solicitado el consejo de un sacerdote. Ella le contestó que sí que había acudido a su párroco, pero que él no parecía haber dispuesto de un solo minuto para ella.
Pero en todo caso, el psiquiatra, que también era una persona profundamente religiosa, pudo ofrecer a esa mujer el consuelo que necesitaba: El consuelo que nacía de su fe en común y que el sacerdote no parecía haber sido capaz de proporcionarle. Esta situación en concreto hizo necesario que el psiquiatra reemplazara al sacerdote con el fin de dar consuelo espiritual. No estaba sólo en su derecho como persona, sino que además era su deber religioso, ya que en ese caso se trataba de una persona religiosa consolando a otra.
Pero lo que queremos señalar es que el psiquiatra no se otorga esa libertad en tanto psiquiatra sino en tanto es una persona religiosa.

[email protected]