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Columnista - 21 agosto, 2014

Productos químicos y el precio humano

Lo que vamos a escribir, ha sucedido en el mundo y aún sigue pasando en muchas regiones de Colombia, Codazzi y El Copey son ejemplos de ello. Veamos: A medida que la marca de productos químicos nacidos de la Era Industrial ha crecido para inundar nuestro ambiente, se ha producido un cambio drástico en la […]

Lo que vamos a escribir, ha sucedido en el mundo y aún sigue pasando en muchas regiones de Colombia, Codazzi y El Copey son ejemplos de ello.
Veamos: A medida que la marca de productos químicos nacidos de la Era Industrial ha crecido para inundar nuestro ambiente, se ha producido un cambio drástico en la naturaleza de los más serios problemas de salud pública.
Ayer mismo el género humano vivía con el temor del contagio de la viruela, del cólera y de la peste, que antaño se llevaban por delante naciones enteras. Ahora nuestra máxima preocupación no son los organismos causantes de enfermedades que antaño fueron omnipresente; higiene pública, mejores condiciones de vida y nuevas medicinas nos han proporcionado un alto grado de control sobre las enfermedades infecciosas. Hoy estamos preocupados por otra clase de peligro de que acecha en nuestro ambiente…, un peligro que nosotros mismos hemos introducido en nuestro mundo a medida que evolucionaba nuestro moderno sistema de vida.
Los nuevos problemas sanitarios ambientales son múltiples: Creados por la radiación en todas sus formas nacidos del inacabable torrente de sustancias químicas del que los plaguicidas forman parte, sustancias químicas que ahora se extienden por todo el mundo en que vivimos y que actúan sobre nosotros directa e indirectamente, separada y colectivamente. Su presencia lanza una sombra no menos siniestra por ser uniforme y oscura, no menos atemorizadora porque sea sencillamente imposible predecir los efectos de la exposición durante toda la vida a los agentes químicos y físicos que no forman parte de la experiencia biológica del hombre.
Ahora, nos hacemos la siguiente pregunta ¿Cómo encajan los plaguicidas en el cuadro de la enfermedad ambiental? ya hemos dicho en otras oportunidades que contaminan el suelo, el agua y los alimentos, que tienen la capacidad de dejar a nuestros ríos sin peces y a nuestros bosques silenciosos y sin aves. El hombre, a pesar de lo mucho que le gusta pretender lo contrario, forma parte de la naturaleza. ¿Puede escapar a una contaminación que está ahora tan ampliamente por todo nuestro mundo?
Ya sabemos que incluso exposiciones únicas a tales productos químicos, si su cantidad es lo bastante grande, puede desencadenar un envenenamiento agudo. Pero esto no es el mayor problema. El que agricultores, fumigadores, pilotos y otras personas expuestas al contacto con cantidades apreciables de plaguicidas enfermen repentinamente, e incluso mueran, es algo trágico que no debe ocurrir. En cuanto a la población en su conjunto, debemos preocuparnos más de los efectos demorados de la absorción de pequeñas cantidades de plaguicidas que de un modo invisible contaminan nuestro mundo.
En diversas ocasiones se ha expresado por funcionarios de la salud pública responsables, que los efectos biológicos de los productos químicos son acumulativos a lo largo de periodos de tiempo extensos, y que el peligro para el individuo puede depender de la suma de contactos que tiene con esas sustancias durante toda su vida. Y precisamente por esas mismas razones, el riesgo se descuida fácilmente. ¿Será que esto pasó en Codazzi región algodonera y en otras regiones del país donde se enterró venenos y se roció por los cielos en cantidades alarmantes? No lo duden.

Columnista
21 agosto, 2014

Productos químicos y el precio humano

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hernán Maestre Martínez

Lo que vamos a escribir, ha sucedido en el mundo y aún sigue pasando en muchas regiones de Colombia, Codazzi y El Copey son ejemplos de ello. Veamos: A medida que la marca de productos químicos nacidos de la Era Industrial ha crecido para inundar nuestro ambiente, se ha producido un cambio drástico en la […]


Lo que vamos a escribir, ha sucedido en el mundo y aún sigue pasando en muchas regiones de Colombia, Codazzi y El Copey son ejemplos de ello.
Veamos: A medida que la marca de productos químicos nacidos de la Era Industrial ha crecido para inundar nuestro ambiente, se ha producido un cambio drástico en la naturaleza de los más serios problemas de salud pública.
Ayer mismo el género humano vivía con el temor del contagio de la viruela, del cólera y de la peste, que antaño se llevaban por delante naciones enteras. Ahora nuestra máxima preocupación no son los organismos causantes de enfermedades que antaño fueron omnipresente; higiene pública, mejores condiciones de vida y nuevas medicinas nos han proporcionado un alto grado de control sobre las enfermedades infecciosas. Hoy estamos preocupados por otra clase de peligro de que acecha en nuestro ambiente…, un peligro que nosotros mismos hemos introducido en nuestro mundo a medida que evolucionaba nuestro moderno sistema de vida.
Los nuevos problemas sanitarios ambientales son múltiples: Creados por la radiación en todas sus formas nacidos del inacabable torrente de sustancias químicas del que los plaguicidas forman parte, sustancias químicas que ahora se extienden por todo el mundo en que vivimos y que actúan sobre nosotros directa e indirectamente, separada y colectivamente. Su presencia lanza una sombra no menos siniestra por ser uniforme y oscura, no menos atemorizadora porque sea sencillamente imposible predecir los efectos de la exposición durante toda la vida a los agentes químicos y físicos que no forman parte de la experiencia biológica del hombre.
Ahora, nos hacemos la siguiente pregunta ¿Cómo encajan los plaguicidas en el cuadro de la enfermedad ambiental? ya hemos dicho en otras oportunidades que contaminan el suelo, el agua y los alimentos, que tienen la capacidad de dejar a nuestros ríos sin peces y a nuestros bosques silenciosos y sin aves. El hombre, a pesar de lo mucho que le gusta pretender lo contrario, forma parte de la naturaleza. ¿Puede escapar a una contaminación que está ahora tan ampliamente por todo nuestro mundo?
Ya sabemos que incluso exposiciones únicas a tales productos químicos, si su cantidad es lo bastante grande, puede desencadenar un envenenamiento agudo. Pero esto no es el mayor problema. El que agricultores, fumigadores, pilotos y otras personas expuestas al contacto con cantidades apreciables de plaguicidas enfermen repentinamente, e incluso mueran, es algo trágico que no debe ocurrir. En cuanto a la población en su conjunto, debemos preocuparnos más de los efectos demorados de la absorción de pequeñas cantidades de plaguicidas que de un modo invisible contaminan nuestro mundo.
En diversas ocasiones se ha expresado por funcionarios de la salud pública responsables, que los efectos biológicos de los productos químicos son acumulativos a lo largo de periodos de tiempo extensos, y que el peligro para el individuo puede depender de la suma de contactos que tiene con esas sustancias durante toda su vida. Y precisamente por esas mismas razones, el riesgo se descuida fácilmente. ¿Será que esto pasó en Codazzi región algodonera y en otras regiones del país donde se enterró venenos y se roció por los cielos en cantidades alarmantes? No lo duden.