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Columnista - 23 febrero, 2015

Presidente, le pido perdón

Hoy se cumplen dos años desde que el Presidente Juan Manuel Santos me bloqueó en twitter. Les confieso que ha sido una experiencia nada placentera, no tan dura como la pasan los presos en las cárceles colombianas, pero han sido días eternos y noches de desvelo, incluso he tenido que consultar al psiquiatra y me […]

Hoy se cumplen dos años desde que el Presidente Juan Manuel Santos me bloqueó en twitter. Les confieso que ha sido una experiencia nada placentera, no tan dura como la pasan los presos en las cárceles colombianas, pero han sido días eternos y noches de desvelo, incluso he tenido que consultar al psiquiatra y me he adelgazado tanto, que ya Jorge Hané me llamó para protagonizar el comercial de su malteada.

Presidente, reconozco mi mal comportamiento, pero le juro que nunca más atacaré a la rancia oligarquía cachaca que usted representa; debí estar borracho para hacer algo así, pero si usted perdonó a Lucho Garzón, que también se los pega, y lo nombró ministro ¿por qué no perdonarme a mí? Fue desacertado criticarle su pinta para el carnaval de Barranquilla, pantalón morado y camisa naranjada; además de juzgar su habilidad para montar bicicleta; también tuve la mala fortuna de señalar a su hijo Martín, cuando protagonizó aquel bochornoso escándalo en un restaurante de Sao Paulo, en el mundial de Brasil. Le juro presidente, si me desbloquea, que me sumo desde ya a la campaña de Néstor Humberto, a la Fiscalía General y a la de German Vargas, a la Presidencia. Le garantizo que no necesito un contrato de 500 millones para unirme a su causa, mi columna está a su disposición, será una versión renovada de Gabriel Silva o, mejor aún, de Ramiro Bejarano, quien antes lo odiaba y ahora lo ama; si Ramiro pudo, yo también puedo presidente.

Deme la oportunidad de ser un fiel soldado de la paz; le juro, le recontra juro presidente, que jamás haré una crítica al proceso de La Habana, no me interesa si Iván Márquez se sube a un yate, paga cárcel, entrega los niños que tiene en las filas o siembra minas anti persona, eso sí que no sea en los jardines de palacio. Le garantizo que a cuanto Uribista vea, lo tildaré de fascista y buscare un muñeco de Oscar Iván para hacerle vudú. Tampoco volveré a pedir que baje el precio de la gasolina, ni la reforma a la salud y mucho menos, volveré a descalificar a su nuevo mejor amigo, Nicolás Maduro, me haré el de la vista gorda con los colombianos en Venezuela, como hace su canciller. Me inventaré 8000 razones para no hablar de Ernesto Samper y menos, de Juan Fernando Cristo, su ministro estrella.

Tampoco cuestionaré a sus alfiles de cabecera, Roy Barreras y Armando Benedetti, me tragaré ese par de sapos y diré que son la reencarnación de Carlos Lleras Restrepo. A propósito, seré el promotor del billete de $500.000 solo por darle coba a su vicepresidente, German Vargas. Quiero buscar un acercamiento con usted para que limemos asperezas, le he escrito a su jefe de prensa, John Jairo Ocampo, pero también me ignora, no sé si por temor a contagiarse del Chikunguña, que tuve al iniciar el año, una epidemia que se propagó por la falta de acción de su gobierno para enfrentar el virus; sin embargo, le recuerdo que no se trasmite de persona a persona. Pienso que ya que la paz está tan cerca, es justo dejar de padecer, usted está buscando caminos de reconciliación, entonces anímese a desbloquear a este columnista y seguro la vida lo recompensará. ¿Qué tal que Álvaro Uribe se decida a hablar con usted? uno no sabe. Usted con solo un clic puede hacer que yo recupere la alegría, se lo pido; mejor, se lo imploro por doña Mechas, la misma que le salvó las elecciones, que no reincido, cero críticas, es más, haré una promesa, llevarle un arroz de pollo al hacker todos los domingos y luego repartiré la revista Semana de batallón en batallón, con tal de que usted reconsidere desbloquearme. Estaré atento a su respuesta en mi cuenta de twitter.

Columnista
23 febrero, 2015

Presidente, le pido perdón

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jacobo Solano Cerchiaro

Hoy se cumplen dos años desde que el Presidente Juan Manuel Santos me bloqueó en twitter. Les confieso que ha sido una experiencia nada placentera, no tan dura como la pasan los presos en las cárceles colombianas, pero han sido días eternos y noches de desvelo, incluso he tenido que consultar al psiquiatra y me […]


Hoy se cumplen dos años desde que el Presidente Juan Manuel Santos me bloqueó en twitter. Les confieso que ha sido una experiencia nada placentera, no tan dura como la pasan los presos en las cárceles colombianas, pero han sido días eternos y noches de desvelo, incluso he tenido que consultar al psiquiatra y me he adelgazado tanto, que ya Jorge Hané me llamó para protagonizar el comercial de su malteada.

Presidente, reconozco mi mal comportamiento, pero le juro que nunca más atacaré a la rancia oligarquía cachaca que usted representa; debí estar borracho para hacer algo así, pero si usted perdonó a Lucho Garzón, que también se los pega, y lo nombró ministro ¿por qué no perdonarme a mí? Fue desacertado criticarle su pinta para el carnaval de Barranquilla, pantalón morado y camisa naranjada; además de juzgar su habilidad para montar bicicleta; también tuve la mala fortuna de señalar a su hijo Martín, cuando protagonizó aquel bochornoso escándalo en un restaurante de Sao Paulo, en el mundial de Brasil. Le juro presidente, si me desbloquea, que me sumo desde ya a la campaña de Néstor Humberto, a la Fiscalía General y a la de German Vargas, a la Presidencia. Le garantizo que no necesito un contrato de 500 millones para unirme a su causa, mi columna está a su disposición, será una versión renovada de Gabriel Silva o, mejor aún, de Ramiro Bejarano, quien antes lo odiaba y ahora lo ama; si Ramiro pudo, yo también puedo presidente.

Deme la oportunidad de ser un fiel soldado de la paz; le juro, le recontra juro presidente, que jamás haré una crítica al proceso de La Habana, no me interesa si Iván Márquez se sube a un yate, paga cárcel, entrega los niños que tiene en las filas o siembra minas anti persona, eso sí que no sea en los jardines de palacio. Le garantizo que a cuanto Uribista vea, lo tildaré de fascista y buscare un muñeco de Oscar Iván para hacerle vudú. Tampoco volveré a pedir que baje el precio de la gasolina, ni la reforma a la salud y mucho menos, volveré a descalificar a su nuevo mejor amigo, Nicolás Maduro, me haré el de la vista gorda con los colombianos en Venezuela, como hace su canciller. Me inventaré 8000 razones para no hablar de Ernesto Samper y menos, de Juan Fernando Cristo, su ministro estrella.

Tampoco cuestionaré a sus alfiles de cabecera, Roy Barreras y Armando Benedetti, me tragaré ese par de sapos y diré que son la reencarnación de Carlos Lleras Restrepo. A propósito, seré el promotor del billete de $500.000 solo por darle coba a su vicepresidente, German Vargas. Quiero buscar un acercamiento con usted para que limemos asperezas, le he escrito a su jefe de prensa, John Jairo Ocampo, pero también me ignora, no sé si por temor a contagiarse del Chikunguña, que tuve al iniciar el año, una epidemia que se propagó por la falta de acción de su gobierno para enfrentar el virus; sin embargo, le recuerdo que no se trasmite de persona a persona. Pienso que ya que la paz está tan cerca, es justo dejar de padecer, usted está buscando caminos de reconciliación, entonces anímese a desbloquear a este columnista y seguro la vida lo recompensará. ¿Qué tal que Álvaro Uribe se decida a hablar con usted? uno no sabe. Usted con solo un clic puede hacer que yo recupere la alegría, se lo pido; mejor, se lo imploro por doña Mechas, la misma que le salvó las elecciones, que no reincido, cero críticas, es más, haré una promesa, llevarle un arroz de pollo al hacker todos los domingos y luego repartiré la revista Semana de batallón en batallón, con tal de que usted reconsidere desbloquearme. Estaré atento a su respuesta en mi cuenta de twitter.