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Columnista - 18 agosto, 2014

Polémica en Valledupar por el nombre del Coliseo de la Feria Ganadera

Un escrito editorial de publicación reciente, abordó el tema del nombre que habría de llevar el nuevo Coliseo de Feria Ganadera de esta ciudad y se sugería, muy respetuosamente, al gobernador Luis Alberto Monsalvo que sin desconocer los méritos de su progenitor no era lo más recomendable ponerle su nombre al escenario, pues además coincide […]

Un escrito editorial de publicación reciente, abordó el tema del nombre que habría de llevar el nuevo Coliseo de Feria Ganadera de esta ciudad y se sugería, muy respetuosamente, al gobernador Luis Alberto Monsalvo que sin desconocer los méritos de su progenitor no era lo más recomendable ponerle su nombre al escenario, pues además coincide con el nombre del propio mandatario. El asunto ha generado todo tipo de opiniones, y en mi caso personal quise escudriñar la viabilidad jurídica del asunto en cuestión.

Fue así como encontré normas de vieja data que expresan que las obras públicas deben llevar nombres de personas ilustres, con la finalidad de “perpetuar su memoria”, sin aclarar sí el homenajeado(a) debe encontrarse vivo. Asunto que se aclara de manera diáfana en el artículo 1° parágrafo único del Decreto 2759/1997 en cuyo tenor expresa que podrá llevar el nombre de personas vivas “a petición de la comunidad y siempre que la persona epónima haya prestado servicios a la Nación que ameriten tal designación”.

No quiero entrar a opinar sí se cumplen o no los citados presupuestos de ley, pues sería tanto como avivar la polémica y la idea con este escrito, es por el contrario, la de apaciguar los ánimos exacerbados, para lo cual me permito hacer alusión a lo expresado en una de mis columnas de opinión, donde sostengo que los homenajes a las personas ilustres deben hacerse en vida, que no de manera póstuma.

Lo dicho se cumple a cabalidad con la gobernación departamental, que lleva el nombre del primer gobernador del Cesar: Alfonso López Michelsen (homenaje que se le rindió en vida al ínclito expresidente) así como la Casa de la Cultura Cecilia Caballero de López (homenaje a la “Niña Cecy”, hoy viuda de López, quién el próximo mes de septiembre arribará a sus 100 años de edad), por citar sólo dos ejemplos.

Finalmente y con el ánimo de zanjar la discusión en torno al tema, considero que en últimas lo importante es que las obras públicas se hagan bien y que se pongan al servicio de la comunidad pues finalmente el pueblo en su sabiduría será quien termine bautizándolas. Para muestra los dos botones siguientes: La penitenciaria de alta y mediana seguridad de Valledupar (conocida por todos los cesarenses como: (“La Tramacúa”) y el puente Laureano Gómez de la ciudad de Barranquilla (conocido por propios y extraños como: “Puente Pumarejo”). Dejemos pues la diatriba para mejores causas.

Columnista
18 agosto, 2014

Polémica en Valledupar por el nombre del Coliseo de la Feria Ganadera

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Dario Arregoces

Un escrito editorial de publicación reciente, abordó el tema del nombre que habría de llevar el nuevo Coliseo de Feria Ganadera de esta ciudad y se sugería, muy respetuosamente, al gobernador Luis Alberto Monsalvo que sin desconocer los méritos de su progenitor no era lo más recomendable ponerle su nombre al escenario, pues además coincide […]


Un escrito editorial de publicación reciente, abordó el tema del nombre que habría de llevar el nuevo Coliseo de Feria Ganadera de esta ciudad y se sugería, muy respetuosamente, al gobernador Luis Alberto Monsalvo que sin desconocer los méritos de su progenitor no era lo más recomendable ponerle su nombre al escenario, pues además coincide con el nombre del propio mandatario. El asunto ha generado todo tipo de opiniones, y en mi caso personal quise escudriñar la viabilidad jurídica del asunto en cuestión.

Fue así como encontré normas de vieja data que expresan que las obras públicas deben llevar nombres de personas ilustres, con la finalidad de “perpetuar su memoria”, sin aclarar sí el homenajeado(a) debe encontrarse vivo. Asunto que se aclara de manera diáfana en el artículo 1° parágrafo único del Decreto 2759/1997 en cuyo tenor expresa que podrá llevar el nombre de personas vivas “a petición de la comunidad y siempre que la persona epónima haya prestado servicios a la Nación que ameriten tal designación”.

No quiero entrar a opinar sí se cumplen o no los citados presupuestos de ley, pues sería tanto como avivar la polémica y la idea con este escrito, es por el contrario, la de apaciguar los ánimos exacerbados, para lo cual me permito hacer alusión a lo expresado en una de mis columnas de opinión, donde sostengo que los homenajes a las personas ilustres deben hacerse en vida, que no de manera póstuma.

Lo dicho se cumple a cabalidad con la gobernación departamental, que lleva el nombre del primer gobernador del Cesar: Alfonso López Michelsen (homenaje que se le rindió en vida al ínclito expresidente) así como la Casa de la Cultura Cecilia Caballero de López (homenaje a la “Niña Cecy”, hoy viuda de López, quién el próximo mes de septiembre arribará a sus 100 años de edad), por citar sólo dos ejemplos.

Finalmente y con el ánimo de zanjar la discusión en torno al tema, considero que en últimas lo importante es que las obras públicas se hagan bien y que se pongan al servicio de la comunidad pues finalmente el pueblo en su sabiduría será quien termine bautizándolas. Para muestra los dos botones siguientes: La penitenciaria de alta y mediana seguridad de Valledupar (conocida por todos los cesarenses como: (“La Tramacúa”) y el puente Laureano Gómez de la ciudad de Barranquilla (conocido por propios y extraños como: “Puente Pumarejo”). Dejemos pues la diatriba para mejores causas.