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Columnista - 28 septiembre, 2014

Pedro García canto con los corraleros

En el año 1963 los inigualables Corraleros de Majagual hacían una temporada en el tradicional piqueteadero “Campo Villamil” de la capital colombiana, con un lleno total en cada presentación. Finalizando el contrato, el empresario que los llevo, tomo las de Villadiego dejando al grupo a la deriva y sin un peso en el bolsillo. Tras […]

En el año 1963 los inigualables Corraleros de Majagual hacían una temporada en el tradicional piqueteadero “Campo Villamil” de la capital colombiana, con un lleno total en cada presentación. Finalizando el contrato, el empresario que los llevo, tomo las de Villadiego dejando al grupo a la deriva y sin un peso en el bolsillo. Tras comprobar que lo del tumbe era cierto, fue grande la desazón entre los músicos que veían crecer la cuenta del hotel y sin posibilidades de arreglar la situación.
Alfredo Gutiérrez, rebelde como siempre y con unos cobres que nunca le han faltado en la cartera, logró regresar a Sincelejo con el natural resentimiento de Calixto y el resto de la tropa al dejarlos abandonados a su suerte. Pedro García el inolvidable Indio Kankuamo, lideraba en Bogotá el conjunto “Los Universitarios” y no le perdía pisada a cualquier músico vallenato que llegara a la ciudad.
Enterado del descalabro corralero, de común acuerdo con “El Negro Cali” pactaron la grabación de un L.P en la fábrica de discos Vergara de la carrera novena con calle dieciséis pero condicionada a ocultar la identidad de los músicos sabaneros por ser en ese entonces “Los Corraleros de Majagual” artistas exclusivos de Discos Fuentes de Medellín.
En el repertorio escogido por Pedro y Calixto, el pícaro acordeón del valenciano le hizo marco a las voces de algunos de sus muchachos quienes tomaron nombres figurados, y así Carmelo Barraza fue Tony Bolaños y Pedro García la figura estelar apareció como el indio kankuamo, quien supuestamente para doctos y profanos era el intérprete del acordeón. Poncho López, el de los hermanos López tuvo una discreta actuación marcando el cencerro.
El álbum se tituló “Sabor Tropical” con el conjunto “Los Universitarios”. Aguzando el oído he podido detectar que el fandango “Alegría de la Montaña” vocalizado por Tony Bolaños es realmente Calixto Ochoa quien lo canta.
Este embuchao musical gusto, golpeo duro en la costa y el interior pero el incomparable acordeón de Calixto delató a los impostores lo que produjo el natural malestar y la reprimenda de Fuentes para su elenco, pero permaneciendo este oculto en los surcos del acetato, la cosa no pasó a mayores.
Casos como este abundan en nuestra historia musical generados por delincuentes del espectáculo que muchas veces hasta en el exterior han dejado algún conjunto vallenato colgando de la brochas o también por aquellos artistas que graban en condiciones económicas deplorables al ser explotados por ciertas disqueras siempre en ventaja con sus contratos de doble filo.
De todo hay en la viña del señor.

Columnista
28 septiembre, 2014

Pedro García canto con los corraleros

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio C. Oñate M.

En el año 1963 los inigualables Corraleros de Majagual hacían una temporada en el tradicional piqueteadero “Campo Villamil” de la capital colombiana, con un lleno total en cada presentación. Finalizando el contrato, el empresario que los llevo, tomo las de Villadiego dejando al grupo a la deriva y sin un peso en el bolsillo. Tras […]


En el año 1963 los inigualables Corraleros de Majagual hacían una temporada en el tradicional piqueteadero “Campo Villamil” de la capital colombiana, con un lleno total en cada presentación. Finalizando el contrato, el empresario que los llevo, tomo las de Villadiego dejando al grupo a la deriva y sin un peso en el bolsillo. Tras comprobar que lo del tumbe era cierto, fue grande la desazón entre los músicos que veían crecer la cuenta del hotel y sin posibilidades de arreglar la situación.
Alfredo Gutiérrez, rebelde como siempre y con unos cobres que nunca le han faltado en la cartera, logró regresar a Sincelejo con el natural resentimiento de Calixto y el resto de la tropa al dejarlos abandonados a su suerte. Pedro García el inolvidable Indio Kankuamo, lideraba en Bogotá el conjunto “Los Universitarios” y no le perdía pisada a cualquier músico vallenato que llegara a la ciudad.
Enterado del descalabro corralero, de común acuerdo con “El Negro Cali” pactaron la grabación de un L.P en la fábrica de discos Vergara de la carrera novena con calle dieciséis pero condicionada a ocultar la identidad de los músicos sabaneros por ser en ese entonces “Los Corraleros de Majagual” artistas exclusivos de Discos Fuentes de Medellín.
En el repertorio escogido por Pedro y Calixto, el pícaro acordeón del valenciano le hizo marco a las voces de algunos de sus muchachos quienes tomaron nombres figurados, y así Carmelo Barraza fue Tony Bolaños y Pedro García la figura estelar apareció como el indio kankuamo, quien supuestamente para doctos y profanos era el intérprete del acordeón. Poncho López, el de los hermanos López tuvo una discreta actuación marcando el cencerro.
El álbum se tituló “Sabor Tropical” con el conjunto “Los Universitarios”. Aguzando el oído he podido detectar que el fandango “Alegría de la Montaña” vocalizado por Tony Bolaños es realmente Calixto Ochoa quien lo canta.
Este embuchao musical gusto, golpeo duro en la costa y el interior pero el incomparable acordeón de Calixto delató a los impostores lo que produjo el natural malestar y la reprimenda de Fuentes para su elenco, pero permaneciendo este oculto en los surcos del acetato, la cosa no pasó a mayores.
Casos como este abundan en nuestra historia musical generados por delincuentes del espectáculo que muchas veces hasta en el exterior han dejado algún conjunto vallenato colgando de la brochas o también por aquellos artistas que graban en condiciones económicas deplorables al ser explotados por ciertas disqueras siempre en ventaja con sus contratos de doble filo.
De todo hay en la viña del señor.