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Columnista - 25 octubre, 2014

Paritorios de ayer y de hoy

“El once de Enero en Valledupar nació el niño Andrés Alfonso Zuleta, el día que lo vayan a bautizar ya está invitado Armando Zabaleta …” Corresponde al aparte transcrito a la canción titulada “El nieto de Emiliano”, de la autoría de Armando Zabaleta, incluida por los Hermanos Zuleta en el L.P. “Dos estrellas” en el […]

“El once de Enero en Valledupar nació el niño Andrés Alfonso Zuleta, el día que lo vayan a bautizar ya está invitado Armando Zabaleta …”

Corresponde al aparte transcrito a la canción titulada “El nieto de Emiliano”, de la autoría de Armando Zabaleta, incluida por los Hermanos Zuleta en el L.P. “Dos estrellas” en el año 1977, canto de complacencia especial con motivo del nacimiento de Andrés es primogénito de Poncho y Luz Mila, de aquellos tiempos cuando los compositores, hacían los cantos por placer y por complacer y no por salir del paso, para el comercio o para no desaparecer.

Vino a mi mente esa clásica canción mientras, visitaba a una pareja amiga en Valledupar por el nacimiento de su muchachito, y después de las frasecitas de cajón de costumbre, “Muy bonito, se parece a su papa”, “Esta curiosito” – así no sea cierto – y demás comentarios usuales en estos casos, vino la indiscretisima pregunta que siempre se hace, ¿Fue por cesárea o no?, allí me di cuenta que para variar, no fue alumbramiento si no desembarazo a cuchillo.

Lo anterior, me hizo caer en la cuenta, que definitivamente, ya las mujeres no pujan, el muchacho lo empuja hacia afuera el Ginecólogo, ya no nacen cuando les toca, sino que lo traen al mundo en la fecha convenida con los médicos, las familias, los vecinos y hasta con el nuevo rico al que van a colocar de padrino.

Todavía recuerdo cuando en mi tierra toda la gente estaba pendiente porque “fulana o mengana estaba de parto”, y era atendida con todos los protocolos y ritualidades de las abuelas por la comadrona del pueblo, y mientras las mujeres allegadas entraban opinaban y salían de los aposentos, los hombres, afuera, se metían sus petacazos, echaban chistes y tomaban café, todo se escuchaba “puja puja” decía la “partera”, hasta que al fin la criatura salía y recibía la nalga para que llorara, ahí estallaba el júbilo, todos volaban a felicitar al papá del niño por su verraquera, mientras la madre sobrellevaba su dolor retorciéndose en su camona de hierro y esplín tomando Quinina y sobos con agua de matarraton para evitar el cólico miserere.

Como el alumbramiento en clínicas privadas está de moda, a quien permita que su mujer o su familiar espere la visita de la cigüeña en hospital público se lo come el criterio, no los bajan de cují o irresponsable. Ahora que se presentan tantos “trastornos” para dar a luz me hago la pregunta; ¿Cómo haría mi vieja para parirnos a los seis, incluido Amylkar que nació de pie, en la casa con partera, en aposentos y a falta de servicio de energía iluminada por una lámpara de querosín?

Aquel espectáculo pueblerino y bellísimo del nacimiento se acabó, ya nadie nace en su casa, las comadronas se murieron y parece que no enseñaron a sus descendientes, y las mujeres de hoy en día no vinieron acondicionadas para parir, desde que la cesárea se puso de moda, el dolor de parto no existe, pero inexplicablemente se incrementa la mortalidad materna.

Para completar el asunto, ya uno no puede disfrutar el muchacho desde que nace, porque generalmente sale del vientre de su madre, para un cajoncito de vidrio en UCI, porque, presenta un ruidito, una lagañita o un granito, antes no, uno salía del paritorio pa la hamaca, y cuando se aprendía a sentar lo jondeaban al cajón donde venía el Whisky, con bastantes trapos y trajecitos viejos de su mama, de esa vaina que me pregunten a mí que fui el nene de su madre y sigo siendo el nene de la casa (Así me colocaron por hermoso)..

Será por eso que, nunca me he enfermado de nada trascendental, de vez en cuando me pegan el catarro, me tomo una botella de Jarabe de calabazo, hecho por Mito en Cotoprix y listo.

Columnista
25 octubre, 2014

Paritorios de ayer y de hoy

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Eduardo Acosta Medina

“El once de Enero en Valledupar nació el niño Andrés Alfonso Zuleta, el día que lo vayan a bautizar ya está invitado Armando Zabaleta …” Corresponde al aparte transcrito a la canción titulada “El nieto de Emiliano”, de la autoría de Armando Zabaleta, incluida por los Hermanos Zuleta en el L.P. “Dos estrellas” en el […]


“El once de Enero en Valledupar nació el niño Andrés Alfonso Zuleta, el día que lo vayan a bautizar ya está invitado Armando Zabaleta …”

Corresponde al aparte transcrito a la canción titulada “El nieto de Emiliano”, de la autoría de Armando Zabaleta, incluida por los Hermanos Zuleta en el L.P. “Dos estrellas” en el año 1977, canto de complacencia especial con motivo del nacimiento de Andrés es primogénito de Poncho y Luz Mila, de aquellos tiempos cuando los compositores, hacían los cantos por placer y por complacer y no por salir del paso, para el comercio o para no desaparecer.

Vino a mi mente esa clásica canción mientras, visitaba a una pareja amiga en Valledupar por el nacimiento de su muchachito, y después de las frasecitas de cajón de costumbre, “Muy bonito, se parece a su papa”, “Esta curiosito” – así no sea cierto – y demás comentarios usuales en estos casos, vino la indiscretisima pregunta que siempre se hace, ¿Fue por cesárea o no?, allí me di cuenta que para variar, no fue alumbramiento si no desembarazo a cuchillo.

Lo anterior, me hizo caer en la cuenta, que definitivamente, ya las mujeres no pujan, el muchacho lo empuja hacia afuera el Ginecólogo, ya no nacen cuando les toca, sino que lo traen al mundo en la fecha convenida con los médicos, las familias, los vecinos y hasta con el nuevo rico al que van a colocar de padrino.

Todavía recuerdo cuando en mi tierra toda la gente estaba pendiente porque “fulana o mengana estaba de parto”, y era atendida con todos los protocolos y ritualidades de las abuelas por la comadrona del pueblo, y mientras las mujeres allegadas entraban opinaban y salían de los aposentos, los hombres, afuera, se metían sus petacazos, echaban chistes y tomaban café, todo se escuchaba “puja puja” decía la “partera”, hasta que al fin la criatura salía y recibía la nalga para que llorara, ahí estallaba el júbilo, todos volaban a felicitar al papá del niño por su verraquera, mientras la madre sobrellevaba su dolor retorciéndose en su camona de hierro y esplín tomando Quinina y sobos con agua de matarraton para evitar el cólico miserere.

Como el alumbramiento en clínicas privadas está de moda, a quien permita que su mujer o su familiar espere la visita de la cigüeña en hospital público se lo come el criterio, no los bajan de cují o irresponsable. Ahora que se presentan tantos “trastornos” para dar a luz me hago la pregunta; ¿Cómo haría mi vieja para parirnos a los seis, incluido Amylkar que nació de pie, en la casa con partera, en aposentos y a falta de servicio de energía iluminada por una lámpara de querosín?

Aquel espectáculo pueblerino y bellísimo del nacimiento se acabó, ya nadie nace en su casa, las comadronas se murieron y parece que no enseñaron a sus descendientes, y las mujeres de hoy en día no vinieron acondicionadas para parir, desde que la cesárea se puso de moda, el dolor de parto no existe, pero inexplicablemente se incrementa la mortalidad materna.

Para completar el asunto, ya uno no puede disfrutar el muchacho desde que nace, porque generalmente sale del vientre de su madre, para un cajoncito de vidrio en UCI, porque, presenta un ruidito, una lagañita o un granito, antes no, uno salía del paritorio pa la hamaca, y cuando se aprendía a sentar lo jondeaban al cajón donde venía el Whisky, con bastantes trapos y trajecitos viejos de su mama, de esa vaina que me pregunten a mí que fui el nene de su madre y sigo siendo el nene de la casa (Así me colocaron por hermoso)..

Será por eso que, nunca me he enfermado de nada trascendental, de vez en cuando me pegan el catarro, me tomo una botella de Jarabe de calabazo, hecho por Mito en Cotoprix y listo.