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Editorial - 25 julio, 2014

Nos quedamos con Maya

El Cesar requiere una importante representación en los altos cargos del Estado nacional. Es evidente que eso nos beneficia, y por eso toda oportunidad que se presente para ese propósito, debe rodearse de un clima de favorecimiento y apoyo. Más cuando se trata de una persona que, independientemente de su origen, tiene reconocimiento en el […]

El Cesar requiere una importante representación en los altos cargos del Estado nacional. Es evidente que eso nos beneficia, y por eso toda oportunidad que se presente para ese propósito, debe rodearse de un clima de favorecimiento y apoyo. Más cuando se trata de una persona que, independientemente de su origen, tiene reconocimiento en el ámbito nacional por su trayectoria y honestidad. Ese es el caso de Edgardo Maya Villazón, quien se perfila como serio aspirante a la Contraloría General de la República.

En lo local suelen aflorar diferencias de todo tipo, en el ánimo de perturbar el ascenso de los paisanos. No es solo la natural envidia, las diferencias familiares o políticas. Sino que hay un entendimiento equivocado de que si se sube, no se baja, y se reducen las posibilidades para otros. O peor, pensado que el poderoso funcionario usará su poder para perseguir a sus opositores. Esto puede ser característica de pequeñas comunidades, con cortos sueños y poco afán de progreso. Pero por fortuna ese modo de pensar cada día más se viene reduciendo frente al mejoramiento del nivel de vida y educación de grandes sectores ciudadanos, su mejor comprensión del Estado y la buena política y de lo pragmático que se debe ser, sin renunciar a sanos principios.

Se suele comparar con la unidad de los raizales de departamentos como Antioquia, que superan sus diferencias o las hacen complementarias, y se unen alrededor de propósitos comunes. Este en nuestro ámbito, es uno de esos casos.

Ha asumido Maya Villazón con altura y fortaleza situaciones incómodas que han afectado su círculo familiar, en el que se han confundido infortunios y penas de variado tipo, pero nada ensombrece su pulcritud con que fue reconocido, frente a inmensa responsabilidad, como Procurador General de la Nación.

Podríamos hacer un balance de sus aciertos y con creces supera cualquier falla, que, sin duda la tuvo pero se habrá diluido. De talante liberal y fiel pertenencia partidista, esas ideas en su filosofía son más afines con las de una sociedad democrática, participativa, institucional y progresista. Pero también tiene el espíritu del control y el seguimiento de la gestión administrativa y aquí lo hará, de lugar a dársele las cosas, acompañándose de los más expertos del nivel central y del regional. Cuando el Estado colombiano y los gobiernos subnacionales, como reflejo del crecimiento de la economía, disponen de ingentes recursos, es menester una adecuada auditoría. Y una cabal independencia como la tuvo Maya, para solo mostrar una de sus actuaciones, al tomar, con argumentos, distancia del afán reeleccionista del entonces Presidente Uribe, insistiendo en un tercer mandato, cuando se temía no hacer parte del coro de unánimes seguidores del líder. Lo hizo por convicción y amparado en el derecho y luego la Corte Constitucional confirmaría dicha posición.

Nos parece que debemos unirnos, como se unirá la Costa, los congresistas de la región y el país mismo, si queremos que altos cargos, como el del Contralor General, bien representados, se orienten con buen timonel al servicio de los intereses del país. Y por supuesto de regiones poco representadas.

Editorial
25 julio, 2014

Nos quedamos con Maya

El Cesar requiere una importante representación en los altos cargos del Estado nacional. Es evidente que eso nos beneficia, y por eso toda oportunidad que se presente para ese propósito, debe rodearse de un clima de favorecimiento y apoyo. Más cuando se trata de una persona que, independientemente de su origen, tiene reconocimiento en el […]


El Cesar requiere una importante representación en los altos cargos del Estado nacional. Es evidente que eso nos beneficia, y por eso toda oportunidad que se presente para ese propósito, debe rodearse de un clima de favorecimiento y apoyo. Más cuando se trata de una persona que, independientemente de su origen, tiene reconocimiento en el ámbito nacional por su trayectoria y honestidad. Ese es el caso de Edgardo Maya Villazón, quien se perfila como serio aspirante a la Contraloría General de la República.

En lo local suelen aflorar diferencias de todo tipo, en el ánimo de perturbar el ascenso de los paisanos. No es solo la natural envidia, las diferencias familiares o políticas. Sino que hay un entendimiento equivocado de que si se sube, no se baja, y se reducen las posibilidades para otros. O peor, pensado que el poderoso funcionario usará su poder para perseguir a sus opositores. Esto puede ser característica de pequeñas comunidades, con cortos sueños y poco afán de progreso. Pero por fortuna ese modo de pensar cada día más se viene reduciendo frente al mejoramiento del nivel de vida y educación de grandes sectores ciudadanos, su mejor comprensión del Estado y la buena política y de lo pragmático que se debe ser, sin renunciar a sanos principios.

Se suele comparar con la unidad de los raizales de departamentos como Antioquia, que superan sus diferencias o las hacen complementarias, y se unen alrededor de propósitos comunes. Este en nuestro ámbito, es uno de esos casos.

Ha asumido Maya Villazón con altura y fortaleza situaciones incómodas que han afectado su círculo familiar, en el que se han confundido infortunios y penas de variado tipo, pero nada ensombrece su pulcritud con que fue reconocido, frente a inmensa responsabilidad, como Procurador General de la Nación.

Podríamos hacer un balance de sus aciertos y con creces supera cualquier falla, que, sin duda la tuvo pero se habrá diluido. De talante liberal y fiel pertenencia partidista, esas ideas en su filosofía son más afines con las de una sociedad democrática, participativa, institucional y progresista. Pero también tiene el espíritu del control y el seguimiento de la gestión administrativa y aquí lo hará, de lugar a dársele las cosas, acompañándose de los más expertos del nivel central y del regional. Cuando el Estado colombiano y los gobiernos subnacionales, como reflejo del crecimiento de la economía, disponen de ingentes recursos, es menester una adecuada auditoría. Y una cabal independencia como la tuvo Maya, para solo mostrar una de sus actuaciones, al tomar, con argumentos, distancia del afán reeleccionista del entonces Presidente Uribe, insistiendo en un tercer mandato, cuando se temía no hacer parte del coro de unánimes seguidores del líder. Lo hizo por convicción y amparado en el derecho y luego la Corte Constitucional confirmaría dicha posición.

Nos parece que debemos unirnos, como se unirá la Costa, los congresistas de la región y el país mismo, si queremos que altos cargos, como el del Contralor General, bien representados, se orienten con buen timonel al servicio de los intereses del país. Y por supuesto de regiones poco representadas.