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Columnista - 16 julio, 2014

No se trata de exigir el perdón común ni aceptar la impunidad

Se trata de obligar a desarmar los espíritus en busca de un comportamiento pacífico, que nos lleve a todos a conseguir ese país, esa región que tanto anhelamos, es decir la Colombia y nuestro Valledupar querido que merecen todos los niños cuando lleguen a este mundo y todo adulto criado con los derechos de un […]

Se trata de obligar a desarmar los espíritus en busca de un comportamiento pacífico, que nos lleve a todos a conseguir ese país, esa región que tanto anhelamos, es decir la Colombia y nuestro Valledupar querido que merecen todos los niños cuando lleguen a este mundo y todo adulto criado con los derechos de un ser humano.

Esta columna es para todas aquellas personas que han sufrido el dolor de ver partir por voluntad de otro humano y no de Dios, a un ser querido, deseando evitar que muchos pasen por igual sufrimiento.

Aquí hay muchos papás, madres o esposos que no quieren que otros hijos pasen por la angustias de quedarse sin su ser querido, llámese padre, madre, y menos que en su mente guarde odio, rencor o deseo de venganza. Pretendo llegar con esta idea a cada corazón, no importa de quien sea, para obligar a cada cual que deje el arma que asesina; y si al comienzo no es capaz de tender la mano, al menos que sienta que nadie le apoya en su violencia.

Es el padre, la madre, la hermana, la esposa empeñada con enseñar el diálogo, en vez de la guerra; es la mujer consciente en su responsabilidad de educar hacia la paz a los hijos, la maestra a los alumnos, el jefe a sus empleados, el superior a los que tiene a su cargo.

Es la labor que pretende lograr el éxito gracias al afecto y solidaridad. El afecto y la bondad de los sentimientos no significan que se acepte la impunidad. Todo lo contrario.

El trabajo no es fácil, porque se ha hecho tanto daño y a tanta gente que es imposible pensar que cada persona herida esté dispuesta a predicar la PAZ, cuando ella misma no la siente. Sin embargo estoy seguro de que la bondad de cada cual y ese anhelo de que a nadie le suceda lo que otras personas han vivido, será tan fuerte, que cada quien logrará sobreponerse a sus propios obstáculos y a los que se encuentran en el camino. Comencemos a trabajar, porque se nos hace tarde conseguir la paz.

Y como es mi costumbre trataré otros temitas:

El primero, para decirles cómo me agradó el nombramiento del joven Carlos Mario Céspedes Torres, como nuevo Secretario de Gobierno Municipal. Vallenato puro, abogado, ha ocupado importantes cargos y a pesar de su juventud, tiene un sentido de responsabilidad destacable.

Hace parte de una generación de jóvenes destacados que a través de los diversos cargos ocupados comienzan a conducir los destinos de su tierra natal. Le deseo muchos éxitos y mis recomendaciones son: mucho trabajo, humildad para escuchar a los demás y que siga conservando su liderazgo que servirá de ejemplo para su generación.

Y mientras que en otra ciudad tratan de conservar, ser celosos, cuidar lo que tienen, aquí en Valledupar es todo lo contrario, destruimos todo lo que tenemos y el ejemplo claro lo tenemos en la Plaza Alfonso López que se han robado y destruido las luminarias. No alcanzamos a entender cómo este grupo de degenerados y vándalos pueden hacer tanto daño.

Es más fácil, toma mucho más tiempo y exige mucho menos energía conservar que destruir y finalmente mientras no se tomen medidas con los mototaxistas, seguiremos en el mismo despelote de movilidad.

Columnista
16 julio, 2014

No se trata de exigir el perdón común ni aceptar la impunidad

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Alberto Herazo P.

Se trata de obligar a desarmar los espíritus en busca de un comportamiento pacífico, que nos lleve a todos a conseguir ese país, esa región que tanto anhelamos, es decir la Colombia y nuestro Valledupar querido que merecen todos los niños cuando lleguen a este mundo y todo adulto criado con los derechos de un […]


Se trata de obligar a desarmar los espíritus en busca de un comportamiento pacífico, que nos lleve a todos a conseguir ese país, esa región que tanto anhelamos, es decir la Colombia y nuestro Valledupar querido que merecen todos los niños cuando lleguen a este mundo y todo adulto criado con los derechos de un ser humano.

Esta columna es para todas aquellas personas que han sufrido el dolor de ver partir por voluntad de otro humano y no de Dios, a un ser querido, deseando evitar que muchos pasen por igual sufrimiento.

Aquí hay muchos papás, madres o esposos que no quieren que otros hijos pasen por la angustias de quedarse sin su ser querido, llámese padre, madre, y menos que en su mente guarde odio, rencor o deseo de venganza. Pretendo llegar con esta idea a cada corazón, no importa de quien sea, para obligar a cada cual que deje el arma que asesina; y si al comienzo no es capaz de tender la mano, al menos que sienta que nadie le apoya en su violencia.

Es el padre, la madre, la hermana, la esposa empeñada con enseñar el diálogo, en vez de la guerra; es la mujer consciente en su responsabilidad de educar hacia la paz a los hijos, la maestra a los alumnos, el jefe a sus empleados, el superior a los que tiene a su cargo.

Es la labor que pretende lograr el éxito gracias al afecto y solidaridad. El afecto y la bondad de los sentimientos no significan que se acepte la impunidad. Todo lo contrario.

El trabajo no es fácil, porque se ha hecho tanto daño y a tanta gente que es imposible pensar que cada persona herida esté dispuesta a predicar la PAZ, cuando ella misma no la siente. Sin embargo estoy seguro de que la bondad de cada cual y ese anhelo de que a nadie le suceda lo que otras personas han vivido, será tan fuerte, que cada quien logrará sobreponerse a sus propios obstáculos y a los que se encuentran en el camino. Comencemos a trabajar, porque se nos hace tarde conseguir la paz.

Y como es mi costumbre trataré otros temitas:

El primero, para decirles cómo me agradó el nombramiento del joven Carlos Mario Céspedes Torres, como nuevo Secretario de Gobierno Municipal. Vallenato puro, abogado, ha ocupado importantes cargos y a pesar de su juventud, tiene un sentido de responsabilidad destacable.

Hace parte de una generación de jóvenes destacados que a través de los diversos cargos ocupados comienzan a conducir los destinos de su tierra natal. Le deseo muchos éxitos y mis recomendaciones son: mucho trabajo, humildad para escuchar a los demás y que siga conservando su liderazgo que servirá de ejemplo para su generación.

Y mientras que en otra ciudad tratan de conservar, ser celosos, cuidar lo que tienen, aquí en Valledupar es todo lo contrario, destruimos todo lo que tenemos y el ejemplo claro lo tenemos en la Plaza Alfonso López que se han robado y destruido las luminarias. No alcanzamos a entender cómo este grupo de degenerados y vándalos pueden hacer tanto daño.

Es más fácil, toma mucho más tiempo y exige mucho menos energía conservar que destruir y finalmente mientras no se tomen medidas con los mototaxistas, seguiremos en el mismo despelote de movilidad.