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Columnista - 8 enero, 2015

Modelo cubano: ¿éxito o fracaso?

Casi sesenta años tiene la revolución cubana, muchas cosas han ocurrido en Latinoamérica desde entonces: los grupos insurgentes, la ofensiva de los EE.UU y sus aliados títeres; el pinochetazo, incluida la muerte de Allende y miles de chilenos; el genocidio de la Unión Patriótica; el surgimiento del paramilitarismo en Colombia; mucha sangre ha corrido por […]

Casi sesenta años tiene la revolución cubana, muchas cosas han ocurrido en Latinoamérica desde entonces: los grupos insurgentes, la ofensiva de los EE.UU y sus aliados títeres; el pinochetazo, incluida la muerte de Allende y miles de chilenos; el genocidio de la Unión Patriótica; el surgimiento del paramilitarismo en Colombia; mucha sangre ha corrido por toda LA, por acción y reacción. Lo que se pensaba que sería la liberación de Cuba de la dictadura batistiana y de la condición de casino norteamericano que vivía Cuba, armó un cruento movimiento de liberación en el continente.

La teoría bélica del foco del Ché Guevara cundió en todo el territorio de LA dónde solo la voz de los EE.UU era doctrina, la dignidad de los Estados regionales había desaparecido. Por eso, el romanticismo cortoplacista invadió el espíritu de varias generaciones que frustraron su continuidad como personas y como familias; se creía que el caso Cuba era repetible. Fue un gran desperdicio; la muerte de figuras como las del padre Camilo Torres y de una pléyade de universitarios promisorios fue inútil.

La respuesta al encabezado de esta columna hay que desagregarla. En el caso concreto de Cuba, el análisis debe ser juicioso y quizás no haya una respuesta única. Si tomamos los resultados macroeconómicos convencionales como PIB, tasas de crecimiento, inversión extranjera, exportaciones y empleo, Cuba fracasó.

Hoy, la economía insular no funciona, máxime cuando esta se monitorea desde afuera; hay que resaltar que en el aislamiento de Cuba, Colombia hizo parte activa. Pero aquí hay que resaltar que un sitio económico como el que ha sufrido este país, no lo aguantó ni la URSS; ni siquiera un país con altos ingresos petroleros, como Venezuela; por eso, este país tendrá que replantear su modelo, es un Estado fallido.

Acepto que Cuba, en cuanto a democracia y libertades individuales y de empresa, no es un paradigma. En cambio, con sus propias fuerzas, el gobierno cubano se concentró en lo social; Cuba fue declarada libre de analfabetismo, por la UNESCO; la tasa de mortalidad infantil de Cuba es menor que la de EE.UU; en educación, salud y deporte, ha mostrado buenos dividendos sociales pero que no le darán la suficiencia para llegar.

El experimento cubano no es malo de suyo pero dejó de ser oportuno, como tampoco es muy pertinente el nuestro; el pueblo cubano ha pagado caro este ensayo que ya es hora de enmendar. El modelo ideal es aquel que equilibra la democracia con la equidad, donde reine la paz y se den oportunidades para todos. [email protected]

Columnista
8 enero, 2015

Modelo cubano: ¿éxito o fracaso?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Casi sesenta años tiene la revolución cubana, muchas cosas han ocurrido en Latinoamérica desde entonces: los grupos insurgentes, la ofensiva de los EE.UU y sus aliados títeres; el pinochetazo, incluida la muerte de Allende y miles de chilenos; el genocidio de la Unión Patriótica; el surgimiento del paramilitarismo en Colombia; mucha sangre ha corrido por […]


Casi sesenta años tiene la revolución cubana, muchas cosas han ocurrido en Latinoamérica desde entonces: los grupos insurgentes, la ofensiva de los EE.UU y sus aliados títeres; el pinochetazo, incluida la muerte de Allende y miles de chilenos; el genocidio de la Unión Patriótica; el surgimiento del paramilitarismo en Colombia; mucha sangre ha corrido por toda LA, por acción y reacción. Lo que se pensaba que sería la liberación de Cuba de la dictadura batistiana y de la condición de casino norteamericano que vivía Cuba, armó un cruento movimiento de liberación en el continente.

La teoría bélica del foco del Ché Guevara cundió en todo el territorio de LA dónde solo la voz de los EE.UU era doctrina, la dignidad de los Estados regionales había desaparecido. Por eso, el romanticismo cortoplacista invadió el espíritu de varias generaciones que frustraron su continuidad como personas y como familias; se creía que el caso Cuba era repetible. Fue un gran desperdicio; la muerte de figuras como las del padre Camilo Torres y de una pléyade de universitarios promisorios fue inútil.

La respuesta al encabezado de esta columna hay que desagregarla. En el caso concreto de Cuba, el análisis debe ser juicioso y quizás no haya una respuesta única. Si tomamos los resultados macroeconómicos convencionales como PIB, tasas de crecimiento, inversión extranjera, exportaciones y empleo, Cuba fracasó.

Hoy, la economía insular no funciona, máxime cuando esta se monitorea desde afuera; hay que resaltar que en el aislamiento de Cuba, Colombia hizo parte activa. Pero aquí hay que resaltar que un sitio económico como el que ha sufrido este país, no lo aguantó ni la URSS; ni siquiera un país con altos ingresos petroleros, como Venezuela; por eso, este país tendrá que replantear su modelo, es un Estado fallido.

Acepto que Cuba, en cuanto a democracia y libertades individuales y de empresa, no es un paradigma. En cambio, con sus propias fuerzas, el gobierno cubano se concentró en lo social; Cuba fue declarada libre de analfabetismo, por la UNESCO; la tasa de mortalidad infantil de Cuba es menor que la de EE.UU; en educación, salud y deporte, ha mostrado buenos dividendos sociales pero que no le darán la suficiencia para llegar.

El experimento cubano no es malo de suyo pero dejó de ser oportuno, como tampoco es muy pertinente el nuestro; el pueblo cubano ha pagado caro este ensayo que ya es hora de enmendar. El modelo ideal es aquel que equilibra la democracia con la equidad, donde reine la paz y se den oportunidades para todos. [email protected]