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Columnista - 27 marzo, 2015

Mamá Drummond

Sigue el afán de personas y entidades de creer que yo soy periodista y ahora con más frecuencia me invitan a foros, académicos o culturales, a seminarios de variados temas, exposiciones de pintura y escultura y a reuniones de cuanto tema hay. A veces voy y a la mayoría fallo, principalmente cuando es en las […]

Sigue el afán de personas y entidades de creer que yo soy periodista y ahora con más frecuencia me invitan a foros, académicos o culturales, a seminarios de variados temas, exposiciones de pintura y escultura y a reuniones de cuanto tema hay. A veces voy y a la mayoría fallo, principalmente cuando es en las tardes cuando estoy ocupado tirando taco o metiendo ficha.

Hace unos días me llegó una invitación más, del doctor Alfredo Araujo Castro, ‘Fello’, alto dignatario de Drummond, reforzada con llamadas al fijo y al celular que me obligaron a hacer presencia con la intención de oír un rato e irme, pero que va, no fue así, me quedé hasta el último momento en una magnifica reunión que incluyó desayuno y almuerzo, muy larga, pues realmente los expositores fueron unos verdaderos expertos en los temas que trataron y quedé, respondo por mí, convencido de que trabajar en esa compañía era una lotería que uno se gana sin comprar el billete.

El sueldo promedio oscila entre siete y ocho millones, aumentado a 11 con las prestaciones sociales, atención médica y odontológica excepcionales, subsidios académicos para todas las instancias de educación suficientes, ayudas eficientes para adquirir casas muy buenas en cualquier parte, créditos para vehículos con intereses muy bajos, cuando alguien se pensiona, que ya es una generación, pues tienen más de 30 años de funcionamiento, le completan el sueldo y les permiten seguir trabajando casi siempre como instructores, tienen un Fondo Rotatorio que les ayuda en cualquier calamidad y brincándome un poco de prebendas que no relaciono por espacio, termino diciendo que comen como reyes, pues varias veces lo pude comprobar: un buffet abierto desde la mañana hasta la tarde que incluye carnes (res, cerdo, chivo, gallina, hígado y vísceras), arroces (blanco, de fríjol y de fideos), ensaladas varias, plátanos verdes y maduro asados, tajadas fritas, yuca cocida, papas en diferentes formas, pescado de mar y agua dulce, fritos o guisados, jugos de frutas variados y abundantes, sopas, cremas y sancochos, gaseosas y postres deliciosos. No sé cuántas de las personas que leen este artículo comen así en su casa, yo no les llego ni siquiera a la rodilla.

En fin, son tantas las prebendas y garantías de que goza el empleado de Drummond, que uno se confunde cuando ve y oye por la prensa los planteamientos e inconformidades de los Sindicatos pidiendo mejores servicios y se pregunta “qué será lo quiere el Negro”.
Cuando escuché al doctor Ricardo Urbina Aroca, hijo de los inolvidables Toño y Rosarito, prestigioso profesional y encumbrado dirigente de la minera, exclamé que trabajar ahí era un premio, pero que todavía era mejor negocio morirse o accidentarse y les dije: “cuidado con los cienagueros, porque sí son muchos quiebran a “Mamá Drummond”.

********************************
Señor Secretario de Obras Públicas, a usted no le molesta que yo lo moleste para que tapen los huequitos de la carrera novena y las calles 10 y 11 entre novena y sexta. Otra cosita, con el Gerente del Terminal no sería posible ampliar la entrada, pues ya he visto varios accidentes por lo angosto que es.

Columnista
27 marzo, 2015

Mamá Drummond

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Sigue el afán de personas y entidades de creer que yo soy periodista y ahora con más frecuencia me invitan a foros, académicos o culturales, a seminarios de variados temas, exposiciones de pintura y escultura y a reuniones de cuanto tema hay. A veces voy y a la mayoría fallo, principalmente cuando es en las […]


Sigue el afán de personas y entidades de creer que yo soy periodista y ahora con más frecuencia me invitan a foros, académicos o culturales, a seminarios de variados temas, exposiciones de pintura y escultura y a reuniones de cuanto tema hay. A veces voy y a la mayoría fallo, principalmente cuando es en las tardes cuando estoy ocupado tirando taco o metiendo ficha.

Hace unos días me llegó una invitación más, del doctor Alfredo Araujo Castro, ‘Fello’, alto dignatario de Drummond, reforzada con llamadas al fijo y al celular que me obligaron a hacer presencia con la intención de oír un rato e irme, pero que va, no fue así, me quedé hasta el último momento en una magnifica reunión que incluyó desayuno y almuerzo, muy larga, pues realmente los expositores fueron unos verdaderos expertos en los temas que trataron y quedé, respondo por mí, convencido de que trabajar en esa compañía era una lotería que uno se gana sin comprar el billete.

El sueldo promedio oscila entre siete y ocho millones, aumentado a 11 con las prestaciones sociales, atención médica y odontológica excepcionales, subsidios académicos para todas las instancias de educación suficientes, ayudas eficientes para adquirir casas muy buenas en cualquier parte, créditos para vehículos con intereses muy bajos, cuando alguien se pensiona, que ya es una generación, pues tienen más de 30 años de funcionamiento, le completan el sueldo y les permiten seguir trabajando casi siempre como instructores, tienen un Fondo Rotatorio que les ayuda en cualquier calamidad y brincándome un poco de prebendas que no relaciono por espacio, termino diciendo que comen como reyes, pues varias veces lo pude comprobar: un buffet abierto desde la mañana hasta la tarde que incluye carnes (res, cerdo, chivo, gallina, hígado y vísceras), arroces (blanco, de fríjol y de fideos), ensaladas varias, plátanos verdes y maduro asados, tajadas fritas, yuca cocida, papas en diferentes formas, pescado de mar y agua dulce, fritos o guisados, jugos de frutas variados y abundantes, sopas, cremas y sancochos, gaseosas y postres deliciosos. No sé cuántas de las personas que leen este artículo comen así en su casa, yo no les llego ni siquiera a la rodilla.

En fin, son tantas las prebendas y garantías de que goza el empleado de Drummond, que uno se confunde cuando ve y oye por la prensa los planteamientos e inconformidades de los Sindicatos pidiendo mejores servicios y se pregunta “qué será lo quiere el Negro”.
Cuando escuché al doctor Ricardo Urbina Aroca, hijo de los inolvidables Toño y Rosarito, prestigioso profesional y encumbrado dirigente de la minera, exclamé que trabajar ahí era un premio, pero que todavía era mejor negocio morirse o accidentarse y les dije: “cuidado con los cienagueros, porque sí son muchos quiebran a “Mamá Drummond”.

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Señor Secretario de Obras Públicas, a usted no le molesta que yo lo moleste para que tapen los huequitos de la carrera novena y las calles 10 y 11 entre novena y sexta. Otra cosita, con el Gerente del Terminal no sería posible ampliar la entrada, pues ya he visto varios accidentes por lo angosto que es.