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Columnista - 29 septiembre, 2014

LUCERO ESPIRITUAL

Por Estos días se está conmemorando 28 años de la muerte del juglar, Juan Manuel Polo Cervantes, era un hombre menudo, con semblante pálido, nunca se desprendió de su sombrero alón, que usaba de medio lado, para ocultar la media oreja que le hacía falta y que había perdido en una pelea callejera, jamás se […]

Por Estos días se está conmemorando 28 años de la muerte del juglar, Juan Manuel Polo Cervantes, era un hombre menudo, con semblante pálido, nunca se desprendió de su sombrero alón, que usaba de medio lado, para ocultar la media oreja que le hacía falta y que había perdido en una pelea callejera, jamás se le vio en las calles de los pueblos polvorientos de la costa, sin su acordeón terciado, el que ejecutaba en cualquier lugar, a cambio de un trago de ron.

“Juancho” Polo, fue apodado “Valencia” por su afición a los poemas de este autor que tanto admiro desde muy joven.

Esta inclinación poética obviamente marcaría para siempre su carrera musical como compositor, sus canciones siempre estuvieron, en su mayoría, llenas de lirismo y filosofía, principalmente Lucero Espiritual, un canto que ha soportado, los más enconados debates de expertos, que no han descifrado a qué tipo de lucero hace alusión, “Juancho” en este canto, no se han puesto de acuerdo, si es a Dios, al Sol u otro ser, a quien él le pide razón de su “Emilita”.

Emilia Ferreira Núñez, era una agraciada dama de 20 años de edad, Juan le llevaba 30 años de diferencia, trabajaba en un puesto de comida de su mamá, en el corregimiento de Caracolí, hasta donde llego Valencia acompañado por una botella de Caña y su inseparable representante, Víctor Moreno, el mismo a quien Juan, le compuso la canción, “El Duende”, al no pagarle el dinero por concepto de las presentaciones contratadas.

Emilia fue la encargada de atender a tan ilustre visitante, desconociendo quien era tan afamado personaje, “Juancho”, quedó impactado ante semejante belleza, inmediatamente vino la descarga de piropos, la aparición de esta joven a la vera del camino a Bosconia, fueron las suficientes razones para que llegara la musa, para componer una de los más importantes cantos vallenatos, Lucero espiritual.

Al día siguiente Valencia, quien estaba en plan de conquista, llegó nuevamente a la fonda, con la canción casi lista, a que su pretendida la escuchara, pero con tan mala suerte que su musa nunca quiso volver a atenderlo, ante las deplorables condiciones físicas y de beodez en que lo conoció.

Después de ese año 1970, nos encontramos con doña Emilia Ferreira, quien cuenta con 65 años, oriunda de Plato, Magdalena, residente en el barrio San Martin de Valledupar desde hace 3 décadas, casada con un santandereano, tiene 7 hijos y muchísimos nietos.

Emilita, se siente orgullosa de ser la musa inspiradora de tan hermoso canto, y con cierto grado de sentimiento de culpa por no haber agradecido a su autor ser la receptora de semejante joya musical, que cuenta con muchísimas versiones dentro y fuera del país.

Seguidores de la música de Valencia, consideran que Lucero espiritual, es la canción más importante de su carrera, aunque otros se inclinan por el canto que le dio a conocer, Alicia Adorada, otro canto inmortal que le permite haber trascendido en el tiempo, privilegio que solo pocos seres tienen.

Columnista
29 septiembre, 2014

LUCERO ESPIRITUAL

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Celso Guerra Gutiérrez

Por Estos días se está conmemorando 28 años de la muerte del juglar, Juan Manuel Polo Cervantes, era un hombre menudo, con semblante pálido, nunca se desprendió de su sombrero alón, que usaba de medio lado, para ocultar la media oreja que le hacía falta y que había perdido en una pelea callejera, jamás se […]


Por Estos días se está conmemorando 28 años de la muerte del juglar, Juan Manuel Polo Cervantes, era un hombre menudo, con semblante pálido, nunca se desprendió de su sombrero alón, que usaba de medio lado, para ocultar la media oreja que le hacía falta y que había perdido en una pelea callejera, jamás se le vio en las calles de los pueblos polvorientos de la costa, sin su acordeón terciado, el que ejecutaba en cualquier lugar, a cambio de un trago de ron.

“Juancho” Polo, fue apodado “Valencia” por su afición a los poemas de este autor que tanto admiro desde muy joven.

Esta inclinación poética obviamente marcaría para siempre su carrera musical como compositor, sus canciones siempre estuvieron, en su mayoría, llenas de lirismo y filosofía, principalmente Lucero Espiritual, un canto que ha soportado, los más enconados debates de expertos, que no han descifrado a qué tipo de lucero hace alusión, “Juancho” en este canto, no se han puesto de acuerdo, si es a Dios, al Sol u otro ser, a quien él le pide razón de su “Emilita”.

Emilia Ferreira Núñez, era una agraciada dama de 20 años de edad, Juan le llevaba 30 años de diferencia, trabajaba en un puesto de comida de su mamá, en el corregimiento de Caracolí, hasta donde llego Valencia acompañado por una botella de Caña y su inseparable representante, Víctor Moreno, el mismo a quien Juan, le compuso la canción, “El Duende”, al no pagarle el dinero por concepto de las presentaciones contratadas.

Emilia fue la encargada de atender a tan ilustre visitante, desconociendo quien era tan afamado personaje, “Juancho”, quedó impactado ante semejante belleza, inmediatamente vino la descarga de piropos, la aparición de esta joven a la vera del camino a Bosconia, fueron las suficientes razones para que llegara la musa, para componer una de los más importantes cantos vallenatos, Lucero espiritual.

Al día siguiente Valencia, quien estaba en plan de conquista, llegó nuevamente a la fonda, con la canción casi lista, a que su pretendida la escuchara, pero con tan mala suerte que su musa nunca quiso volver a atenderlo, ante las deplorables condiciones físicas y de beodez en que lo conoció.

Después de ese año 1970, nos encontramos con doña Emilia Ferreira, quien cuenta con 65 años, oriunda de Plato, Magdalena, residente en el barrio San Martin de Valledupar desde hace 3 décadas, casada con un santandereano, tiene 7 hijos y muchísimos nietos.

Emilita, se siente orgullosa de ser la musa inspiradora de tan hermoso canto, y con cierto grado de sentimiento de culpa por no haber agradecido a su autor ser la receptora de semejante joya musical, que cuenta con muchísimas versiones dentro y fuera del país.

Seguidores de la música de Valencia, consideran que Lucero espiritual, es la canción más importante de su carrera, aunque otros se inclinan por el canto que le dio a conocer, Alicia Adorada, otro canto inmortal que le permite haber trascendido en el tiempo, privilegio que solo pocos seres tienen.