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Columnista - 22 enero, 2015

Los incendios forestales

Los incendios forestales son considerados la primera anomalía climática global. Se estima a que los incendios forestales de 1997 – 1998 afectaron una superficie cuando menos de 8,7 millones de hectáreas de unos 18 países, entre los que se destacan Indonesia, Brasil, Canadá, Estados Unidos, México, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Colombia. Debe señalarse el hecho […]

Los incendios forestales son considerados la primera anomalía climática global. Se estima a que los incendios forestales de 1997 – 1998 afectaron una superficie cuando menos de 8,7 millones de hectáreas de unos 18 países, entre los que se destacan Indonesia, Brasil, Canadá, Estados Unidos, México, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Colombia.

Debe señalarse el hecho extraordinario de que en esta ocasión los incendios devoraron masas forestales de regiones tropicales cálido–húmedas, es decir, donde normalmente la gran cantidad de lluvias reduce el riesgo por incendios. Lo anterior pone en evidencia que las altas temperaturas de estos años fueron acompañadas por sequias severas o prolongadas o de uno y otro tipo. Por ejemplo: para el caso de México que un factor determinante fue el registro de los valores históricos más bajos de lluvias durante el periodo de febrero a mayo, es decir, durante la época de secas.

Los países más afectados fueron Brasil, con más de cinco millones de hectáreas afectadas; Indonesia, con dos millones de hectáreas y México y Centroamérica con más de un millón de hectáreas. El fenómeno provocó emergencias ambientales en esos países que indujeron la movilización de miles de personas, cierre de aeropuertos, accidentes aéreos (Indonesia), descomunales pérdidas económicas y especialmente contaminación atmosférica como consecuencia de una descomunal masa de humo con un alto nivel de partículas sólidas.

Aunque no se cuenta aún con un cálculo acerca de las pérdidas económicas provocadas por este fenómeno, las estimaciones realizadas solamente para Indonesia y otros países del sudeste asiático, como Filipinas y Malasia, indican en unos cinco mil millones de dólares los daños provocados. Esto incluye pérdidas de volúmenes de madera y cultivos agrícolas, servicios ambientales (agua, control de erosión, alimentos y medicinas potenciales y otros) y la contribución al desequilibrio climático global, pues la quema de materia orgánica arroja a su vez más gases de invernadero hacia la atmosfera.

Todo lo expresado son aspectos preocupantes de la situación actual en que se encuentra Colombia, la Costa Atlántica y especialmente el departamento del Cesar, donde debemos tener prendidas las alarmas para evitar este fenómeno que ya sabemos todas las consecuencias que se generan afectando cada vez más los sistemas naturales, sobre todo, en una zona como la nuestra compuesta en su gran mayoría por el bosque seco tropical, unido lo anterior al deterioro que sufren los suelos del departamento del Cesar en diferentes niveles de desertización a causa del mal uso de los mismos.
Colombia tiene que tener prendidas todas sus alarmas para la gestión del riesgo por incendios forestales. El periodo de sequedad es largo y máximo ahora, cuando no se había presentado antes un fenómeno del Niño que coincidiera con el periodo seco que va aproximadamente hasta el mes de abril de 2015.

Columnista
22 enero, 2015

Los incendios forestales

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hernán Maestre Martínez

Los incendios forestales son considerados la primera anomalía climática global. Se estima a que los incendios forestales de 1997 – 1998 afectaron una superficie cuando menos de 8,7 millones de hectáreas de unos 18 países, entre los que se destacan Indonesia, Brasil, Canadá, Estados Unidos, México, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Colombia. Debe señalarse el hecho […]


Los incendios forestales son considerados la primera anomalía climática global. Se estima a que los incendios forestales de 1997 – 1998 afectaron una superficie cuando menos de 8,7 millones de hectáreas de unos 18 países, entre los que se destacan Indonesia, Brasil, Canadá, Estados Unidos, México, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Colombia.

Debe señalarse el hecho extraordinario de que en esta ocasión los incendios devoraron masas forestales de regiones tropicales cálido–húmedas, es decir, donde normalmente la gran cantidad de lluvias reduce el riesgo por incendios. Lo anterior pone en evidencia que las altas temperaturas de estos años fueron acompañadas por sequias severas o prolongadas o de uno y otro tipo. Por ejemplo: para el caso de México que un factor determinante fue el registro de los valores históricos más bajos de lluvias durante el periodo de febrero a mayo, es decir, durante la época de secas.

Los países más afectados fueron Brasil, con más de cinco millones de hectáreas afectadas; Indonesia, con dos millones de hectáreas y México y Centroamérica con más de un millón de hectáreas. El fenómeno provocó emergencias ambientales en esos países que indujeron la movilización de miles de personas, cierre de aeropuertos, accidentes aéreos (Indonesia), descomunales pérdidas económicas y especialmente contaminación atmosférica como consecuencia de una descomunal masa de humo con un alto nivel de partículas sólidas.

Aunque no se cuenta aún con un cálculo acerca de las pérdidas económicas provocadas por este fenómeno, las estimaciones realizadas solamente para Indonesia y otros países del sudeste asiático, como Filipinas y Malasia, indican en unos cinco mil millones de dólares los daños provocados. Esto incluye pérdidas de volúmenes de madera y cultivos agrícolas, servicios ambientales (agua, control de erosión, alimentos y medicinas potenciales y otros) y la contribución al desequilibrio climático global, pues la quema de materia orgánica arroja a su vez más gases de invernadero hacia la atmosfera.

Todo lo expresado son aspectos preocupantes de la situación actual en que se encuentra Colombia, la Costa Atlántica y especialmente el departamento del Cesar, donde debemos tener prendidas las alarmas para evitar este fenómeno que ya sabemos todas las consecuencias que se generan afectando cada vez más los sistemas naturales, sobre todo, en una zona como la nuestra compuesta en su gran mayoría por el bosque seco tropical, unido lo anterior al deterioro que sufren los suelos del departamento del Cesar en diferentes niveles de desertización a causa del mal uso de los mismos.
Colombia tiene que tener prendidas todas sus alarmas para la gestión del riesgo por incendios forestales. El periodo de sequedad es largo y máximo ahora, cuando no se había presentado antes un fenómeno del Niño que coincidiera con el periodo seco que va aproximadamente hasta el mes de abril de 2015.