Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 13 noviembre, 2014

Ley contra conductores ebrios: refugio de vivos

Toda ley, por bien intencionada que sea, tiene sus esquinces; por eso se popularizó la expresión “hecha la ley, hecha la trampa”. También se dice que es para los de ruana. La trampa la puede hacer el litigante, el juez, el fiscal, el policía, los gobiernos y hasta el individuo raso; la ley siempre lleva […]

Toda ley, por bien intencionada que sea, tiene sus esquinces; por eso se popularizó la expresión “hecha la ley, hecha la trampa”. También se dice que es para los de ruana. La trampa la puede hacer el litigante, el juez, el fiscal, el policía, los gobiernos y hasta el individuo raso; la ley siempre lleva un simio imperceptible, siempre queda una válvula de escape para ponerla al servicio de algún habilidoso.

Las leyes a veces son sinuosas y sus movimientos podrían ser como los de los reptiles frente a un herpetólogo. Alguien siempre espera aprovecharse. Me refiero en esta ocasión a la Ley 1996 de 2013, cuya filosofía es evitar accidentes y muertes en manos de conductores ebrios que estén en el volante, que, si bien es conveniente y acertada, tiene sus bemoles; el legislador quizás nunca sospechó que se convertiría en fuente de ingresos para algunos policías inescrupulosos. Se puede practicar en un accidente automovilístico, en el retén de una carretera o calle, a la salida de una fiesta, etc., hacer las pruebas de rigor y aplicar las sanciones correspondientes.

Incluso, podrían hacer retenes sorpresas en algunos sitios de la ciudad, pero es sospechoso que algunos policías, según me han contado algunas víctimas, persigan por las calles a posibles infractores de la ley o se vienen en contravía haciendo encerronas para atrapar posibles ebrios que transitan con un vehículo en altas horas de la noche, asumiendo que viene de una parranda cuando podría venir de una clínica o entrando a la ciudad; eso se llama rebusque amparado en una ley, economía informal en la media noche, sin alternativas para quien haya consumido unas copas; frente a las posibilidades de una fuerte sanción, el retén nómada es extorsivo: pagar o pagar.
Subterfugios policivos. Quienes utilizan este método vergonzoso de aplicar la ley, ganan más que el dueño del estanco. Estoy seguro que no todos los policías lo hacen pero esta conducta punible debe ser investigada por el comandante de la policía y el alcalde debe fijar su posición frente a estos hechos que no son más que atracos “legales”. Claro, hay que reconocer que muchas personas no ven esta norma como algo necesario e insisten en no dejar sus llaves en la casa. ¿Se irán para el club todos en taxi? ¿Será viable un retén a la salida?
***
Ahora falta una ley para prohibir llamadas por celular mientras se conduce, igual de peligroso. Hace una semana, una mujer mató a cuatro personas por estar chateando. ¡Qué horror! [email protected]

Columnista
13 noviembre, 2014

Ley contra conductores ebrios: refugio de vivos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Toda ley, por bien intencionada que sea, tiene sus esquinces; por eso se popularizó la expresión “hecha la ley, hecha la trampa”. También se dice que es para los de ruana. La trampa la puede hacer el litigante, el juez, el fiscal, el policía, los gobiernos y hasta el individuo raso; la ley siempre lleva […]


Toda ley, por bien intencionada que sea, tiene sus esquinces; por eso se popularizó la expresión “hecha la ley, hecha la trampa”. También se dice que es para los de ruana. La trampa la puede hacer el litigante, el juez, el fiscal, el policía, los gobiernos y hasta el individuo raso; la ley siempre lleva un simio imperceptible, siempre queda una válvula de escape para ponerla al servicio de algún habilidoso.

Las leyes a veces son sinuosas y sus movimientos podrían ser como los de los reptiles frente a un herpetólogo. Alguien siempre espera aprovecharse. Me refiero en esta ocasión a la Ley 1996 de 2013, cuya filosofía es evitar accidentes y muertes en manos de conductores ebrios que estén en el volante, que, si bien es conveniente y acertada, tiene sus bemoles; el legislador quizás nunca sospechó que se convertiría en fuente de ingresos para algunos policías inescrupulosos. Se puede practicar en un accidente automovilístico, en el retén de una carretera o calle, a la salida de una fiesta, etc., hacer las pruebas de rigor y aplicar las sanciones correspondientes.

Incluso, podrían hacer retenes sorpresas en algunos sitios de la ciudad, pero es sospechoso que algunos policías, según me han contado algunas víctimas, persigan por las calles a posibles infractores de la ley o se vienen en contravía haciendo encerronas para atrapar posibles ebrios que transitan con un vehículo en altas horas de la noche, asumiendo que viene de una parranda cuando podría venir de una clínica o entrando a la ciudad; eso se llama rebusque amparado en una ley, economía informal en la media noche, sin alternativas para quien haya consumido unas copas; frente a las posibilidades de una fuerte sanción, el retén nómada es extorsivo: pagar o pagar.
Subterfugios policivos. Quienes utilizan este método vergonzoso de aplicar la ley, ganan más que el dueño del estanco. Estoy seguro que no todos los policías lo hacen pero esta conducta punible debe ser investigada por el comandante de la policía y el alcalde debe fijar su posición frente a estos hechos que no son más que atracos “legales”. Claro, hay que reconocer que muchas personas no ven esta norma como algo necesario e insisten en no dejar sus llaves en la casa. ¿Se irán para el club todos en taxi? ¿Será viable un retén a la salida?
***
Ahora falta una ley para prohibir llamadas por celular mientras se conduce, igual de peligroso. Hace una semana, una mujer mató a cuatro personas por estar chateando. ¡Qué horror! [email protected]