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Columnista - 21 diciembre, 2014

La ropita de navidad

“Ya llegó diciembre, ya llegó la Navidad en el año nuevo te deseo felicidad”: Gilberto Torres. Era un punto importantísimo en los preparativos de la navidad la compra de la ropita para estar debidamente vestidos durante las fiestas y para el efecto los viejos nos llevaban a Riohacha o a Maicao, era aquel un día […]

“Ya llegó diciembre, ya llegó la Navidad en el año nuevo te deseo felicidad”: Gilberto Torres.

Era un punto importantísimo en los preparativos de la navidad la compra de la ropita para estar debidamente vestidos durante las fiestas y para el efecto los viejos nos llevaban a Riohacha o a Maicao, era aquel un día diferente para uno, y durante la noche previa a ese viaje dormíamos poco, ansiosos que llegara la madrugada para viajar a las cinco de la mañana en el bus “Llego el Hombre”, de propiedad de ‘Beto’ Socarrás, una chiva colorida y grande, que transportaba los pasajeros y carga desde Cotoprix, pasaba por Monguí y después entraba al corregimiento de Barbacoas, era un desplazamiento, lento, largo y maltratador por una carretera agreste maltenida e inestable.

Permanece incólume en mi mente el tableteo del molino de viento que quedaba detrás de la casa que durante toda la noche sonaba, tan, tan, tan, lo que hacía más larga la espera que amaneciera para el emocionante viaje.

No olvido que donde comenzaba el trayecto pavimentado de la vía en el kilómetro doce, el bus detenía su marcha, en ese sitio el propietario del bus, y ‘Carlitos’ su acompañante, bajaban y daban golpes con puño cerrado a cada llanta para enterarse que estaban en condiciones de desplazarse a mayor velocidad, y después reiniciaban la marcha.

Entre los detalles anecdóticos de aquellos viajes tengo presente que al entrar a la ciudad, el bus se detenía nuevamente, allí la gente pagaba el pasaje, se sacudía el polvo de la ropa y los oídos y todos orinaban detrás de un cerro que allí quedaba, así todos reiniciábamos, el viaje para desembarcar definitivamente en el mercado público en frente del restaurante de Zoraida Vergara, a donde todos, llegábamos automáticamente a desayunar.

A propósito del sitio de la sacudida, para una Navidad y como sabían que allí se estacionaba el bus todas las mañanas, alguna persona sin oficio y agobiada por la mitiofobia escribió en el piso con pintura y brocha gorda lo siguiente: “Feliz Navidad, se vende perfume para los cotopriceros”, y claro las madrecitas de los riohacheros llevaron la peor parte sin tener la culpa pero les toco.

Casi siempre, coincidía la llegada de diciembre con algún viaje de mi viejo a Bogotá, no olvido que en la casa se realizaba todo un ritual, él nos tomaba la medida en cada pie con cabuyitas así nos traía los zapatos que nos quedaban perfectos para los bailes.

La compra de ropa nueva era entonces más importante que ahora, pues no sucedía como ahora que la gente estrena permanentemente, solo se estrenaba ropa para las fiestas patronales, para el bautizo y para las fiestas de Navidad y año Nuevo. Aquello es inolvidable.
@Nene_AcostaM

Columnista
21 diciembre, 2014

La ropita de navidad

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Eduardo Acosta Medina

“Ya llegó diciembre, ya llegó la Navidad en el año nuevo te deseo felicidad”: Gilberto Torres. Era un punto importantísimo en los preparativos de la navidad la compra de la ropita para estar debidamente vestidos durante las fiestas y para el efecto los viejos nos llevaban a Riohacha o a Maicao, era aquel un día […]


“Ya llegó diciembre, ya llegó la Navidad en el año nuevo te deseo felicidad”: Gilberto Torres.

Era un punto importantísimo en los preparativos de la navidad la compra de la ropita para estar debidamente vestidos durante las fiestas y para el efecto los viejos nos llevaban a Riohacha o a Maicao, era aquel un día diferente para uno, y durante la noche previa a ese viaje dormíamos poco, ansiosos que llegara la madrugada para viajar a las cinco de la mañana en el bus “Llego el Hombre”, de propiedad de ‘Beto’ Socarrás, una chiva colorida y grande, que transportaba los pasajeros y carga desde Cotoprix, pasaba por Monguí y después entraba al corregimiento de Barbacoas, era un desplazamiento, lento, largo y maltratador por una carretera agreste maltenida e inestable.

Permanece incólume en mi mente el tableteo del molino de viento que quedaba detrás de la casa que durante toda la noche sonaba, tan, tan, tan, lo que hacía más larga la espera que amaneciera para el emocionante viaje.

No olvido que donde comenzaba el trayecto pavimentado de la vía en el kilómetro doce, el bus detenía su marcha, en ese sitio el propietario del bus, y ‘Carlitos’ su acompañante, bajaban y daban golpes con puño cerrado a cada llanta para enterarse que estaban en condiciones de desplazarse a mayor velocidad, y después reiniciaban la marcha.

Entre los detalles anecdóticos de aquellos viajes tengo presente que al entrar a la ciudad, el bus se detenía nuevamente, allí la gente pagaba el pasaje, se sacudía el polvo de la ropa y los oídos y todos orinaban detrás de un cerro que allí quedaba, así todos reiniciábamos, el viaje para desembarcar definitivamente en el mercado público en frente del restaurante de Zoraida Vergara, a donde todos, llegábamos automáticamente a desayunar.

A propósito del sitio de la sacudida, para una Navidad y como sabían que allí se estacionaba el bus todas las mañanas, alguna persona sin oficio y agobiada por la mitiofobia escribió en el piso con pintura y brocha gorda lo siguiente: “Feliz Navidad, se vende perfume para los cotopriceros”, y claro las madrecitas de los riohacheros llevaron la peor parte sin tener la culpa pero les toco.

Casi siempre, coincidía la llegada de diciembre con algún viaje de mi viejo a Bogotá, no olvido que en la casa se realizaba todo un ritual, él nos tomaba la medida en cada pie con cabuyitas así nos traía los zapatos que nos quedaban perfectos para los bailes.

La compra de ropa nueva era entonces más importante que ahora, pues no sucedía como ahora que la gente estrena permanentemente, solo se estrenaba ropa para las fiestas patronales, para el bautizo y para las fiestas de Navidad y año Nuevo. Aquello es inolvidable.
@Nene_AcostaM