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Columnista - 23 agosto, 2013

La muerte de Leandro Díaz

Amigo Leandro, te marchaste de este mundo en mi ausencia, pero el dolor que causó la noticia dejó roto mi corazón, el cuerpo paralizado y la nostalgia embargó los sentimientos.

Por Walter José Arias A.

Amigo Leandro, te marchaste de este mundo en mi ausencia, pero el dolor que causó la noticia dejó roto mi corazón, el cuerpo paralizado y la nostalgia embargó los sentimientos.

Compositor de cantos vallenatos que a pesar de su invidencia fue un hombre agradecido de Dios, nunca se sintió víctima y aprendió a sonreír por los sonidos acústicos, el olfato y el tacto.

La profundidad y la autenticidad del canto vallenato ha tenido con Leandro uno de sus ecos más puros, y considerado uno de los grandes compositores de este género musical. Con una gran fuerza creativa que conmueve y despierta la sensibilidad en los demás. 

Sus canciones están desarrolladas con gran talento y genialidad que permanecerá en el conjunto de su obra musical. Su canto narrativo con una temática cotidiana y de una poesía popular, con un impacto psicológico por la expresión emotiva que apasiona, asombra y estimula el psiquismo humano. Son cantos que reflejan la vida misma con sus diferentes facetas evolutivas de su gente. 

“El color es para el ojo lo que la música para el oído.” Leandro con sus melodías le dio color y luz a su obra maestra por medio del sonido armónico. Al escuchar sus composiciones inspiradas en el más puro estilo de nuestro mestizaje cultural nos deja la forma de hacer deleite las penas cotidianas.

Antiguamente se denominaba cantor genial al artista que era capaz de hacer muy bien todos los cantos, y Leandro con súbita exactitud lo buscó con paciente angustia, lo emitió con delicadeza casi colérica, trabajó en tinieblas por la ceguera, pero a pesar de ello, la condujo sensiblemente a la inmortalidad.

Participó desde muy joven, en liderar parrandas vallenatas, como una necesidad vital que sentía de compartir su música entre amigos, como un medio de estimular y favorecer la integración social por medio de la comunicación y la expresión de sus cantos a través de la música.

Este núcleo de hombres parranderos que dio cohesión a la amistad, fortaleciendo la esfera afectiva para elevar la autoestima como una orientación intuitiva de los sentimientos evocadores de factores humanos positivos.

Querido Leandro, en esta vida que dejas fuiste un hombre sabio, sencillo, bueno, y consciente de nuestra verdadera naturaleza, tú jamás te equivocaste del camino y no te dejaste envolver de la vanidad del mundo.

Quiero darte las gracias ante tu lecho del eterno descanso, en nombre de todos los que hemos disfrutado gozos y feliz de tu música sensual. Hasta siempre amigo, su presencia en nosotros queda reflejada en sus canciones, en especial “Matildelina, Tres Guitarras, La Gordita, etc., etc…”. 

Los recuerdos nostálgicos que nos dejas están recogidos en esta poesía de Juan Ramón Jiménez: “Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros, cantando: y se quedará mi huerto, con su verde árbol y con su pozo blanco.

Todas las tardes, el cielo será azul y plácido; y tocarán, como esta tarde están tocando, las campanas del campanario. Se mirarán aquellos que me amaron y el pueblo se hará nuevo cada año; y en el rincón aquel de mi huerto florido y callado mi espíritu errará nostálgico”. 

Columnista
23 agosto, 2013

La muerte de Leandro Díaz

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Walter José Arias Almenares

Amigo Leandro, te marchaste de este mundo en mi ausencia, pero el dolor que causó la noticia dejó roto mi corazón, el cuerpo paralizado y la nostalgia embargó los sentimientos.


Por Walter José Arias A.

Amigo Leandro, te marchaste de este mundo en mi ausencia, pero el dolor que causó la noticia dejó roto mi corazón, el cuerpo paralizado y la nostalgia embargó los sentimientos.

Compositor de cantos vallenatos que a pesar de su invidencia fue un hombre agradecido de Dios, nunca se sintió víctima y aprendió a sonreír por los sonidos acústicos, el olfato y el tacto.

La profundidad y la autenticidad del canto vallenato ha tenido con Leandro uno de sus ecos más puros, y considerado uno de los grandes compositores de este género musical. Con una gran fuerza creativa que conmueve y despierta la sensibilidad en los demás. 

Sus canciones están desarrolladas con gran talento y genialidad que permanecerá en el conjunto de su obra musical. Su canto narrativo con una temática cotidiana y de una poesía popular, con un impacto psicológico por la expresión emotiva que apasiona, asombra y estimula el psiquismo humano. Son cantos que reflejan la vida misma con sus diferentes facetas evolutivas de su gente. 

“El color es para el ojo lo que la música para el oído.” Leandro con sus melodías le dio color y luz a su obra maestra por medio del sonido armónico. Al escuchar sus composiciones inspiradas en el más puro estilo de nuestro mestizaje cultural nos deja la forma de hacer deleite las penas cotidianas.

Antiguamente se denominaba cantor genial al artista que era capaz de hacer muy bien todos los cantos, y Leandro con súbita exactitud lo buscó con paciente angustia, lo emitió con delicadeza casi colérica, trabajó en tinieblas por la ceguera, pero a pesar de ello, la condujo sensiblemente a la inmortalidad.

Participó desde muy joven, en liderar parrandas vallenatas, como una necesidad vital que sentía de compartir su música entre amigos, como un medio de estimular y favorecer la integración social por medio de la comunicación y la expresión de sus cantos a través de la música.

Este núcleo de hombres parranderos que dio cohesión a la amistad, fortaleciendo la esfera afectiva para elevar la autoestima como una orientación intuitiva de los sentimientos evocadores de factores humanos positivos.

Querido Leandro, en esta vida que dejas fuiste un hombre sabio, sencillo, bueno, y consciente de nuestra verdadera naturaleza, tú jamás te equivocaste del camino y no te dejaste envolver de la vanidad del mundo.

Quiero darte las gracias ante tu lecho del eterno descanso, en nombre de todos los que hemos disfrutado gozos y feliz de tu música sensual. Hasta siempre amigo, su presencia en nosotros queda reflejada en sus canciones, en especial “Matildelina, Tres Guitarras, La Gordita, etc., etc…”. 

Los recuerdos nostálgicos que nos dejas están recogidos en esta poesía de Juan Ramón Jiménez: “Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros, cantando: y se quedará mi huerto, con su verde árbol y con su pozo blanco.

Todas las tardes, el cielo será azul y plácido; y tocarán, como esta tarde están tocando, las campanas del campanario. Se mirarán aquellos que me amaron y el pueblo se hará nuevo cada año; y en el rincón aquel de mi huerto florido y callado mi espíritu errará nostálgico”.