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Columnista - 18 septiembre, 2014

La diversidad biológica de Colombia

En razón de la magnitud y dimensión de sus efectos, el medio ambiente es un asunto que concierne a la humanidad entera. Sin embargo, la dirección, coordinación y realización de las tareas propias de la protección, conservación y mejora del entorno natural son un asunto a cargo de las autoridades internas de cada estado. La […]

En razón de la magnitud y dimensión de sus efectos, el medio ambiente es un asunto que concierne a la humanidad entera. Sin embargo, la dirección, coordinación y realización de las tareas propias de la protección, conservación y mejora del entorno natural son un asunto a cargo de las autoridades internas de cada estado.
La necesidad de proteger el patrimonio ambiental de la humanidad de las libertades individuales especialmente de la libre iniciativa privada en el ámbito económico, justifica la responsabilidad que en materia de protección ambiental incumbe al Estado, y a su vez la responsabilidad que este tiene con los demás países en el cumplimiento de la legislación internacional que rige en lo concerniente a estos temas. Así mismo, el Estado debe velar por asignar los recursos de acuerdo a las expectativas de bienestar de la sociedad, y vigilar la adjudicación de bienes naturales a un sujeto determinado.
Los recursos naturales de un país forman parte de su patrimonio. Cuando los mercados no reflejan los daños de la actividad económica sobre el ambiente expresándolos como costos estos daños no inciden en las decisiones económicas de productores y consumidores, generándose así una tendencia a la sobreutilización de bienes y servicios ambientales, que conduce a procesos acelerados de deterioro. Por otra parte, cuando el Estado estimula ciertas actividades económicas sin valorar adecuadamente el impacto ambiental, se genera también una situación de amplio deterioro. En este caso el mercado no es el responsable, lo es la política estatal que conduce a procesos de deterioro ambiental y agotamiento de los recursos naturales.
Considerando lo anterior entendemos que la actual crisis ecológica es el resultado de la irresponsabilidad del hombre, que más allá del crecimiento demográfico y de la búsqueda insaciable de bienestar, ha sido indiferente al rápido deterioro ambiental y la consecuente escasez de recursos naturales. En otras palabras, el problema ha radicado en que a través de las divisiones socio – políticas y geográficas del mundo, la Tierra se ha vuelto un planeta de nadie. Se ha construido una serie de discursos para adelantar procesos de sobreexplotación de los ecosistemas naturales, sin que haya un sentido de identidad y apropiación por parte de cada individuo, que desde la ignorancia desconoce las repercusiones que estos procesos tienen sobre su territorio y por ende sobre su forma de vida. Los métodos de apropiación y distribución, las relaciones económicas internacionales, la soberanía nacional sobre los recursos, la nueva división internacional del trabajo, y relocalización industrial son algunos ejemplos de cómo se pueden desconocer los límites físicos de la Tierra bajo pretextos políticos y económicos.

Columnista
18 septiembre, 2014

La diversidad biológica de Colombia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hernán Maestre Martínez

En razón de la magnitud y dimensión de sus efectos, el medio ambiente es un asunto que concierne a la humanidad entera. Sin embargo, la dirección, coordinación y realización de las tareas propias de la protección, conservación y mejora del entorno natural son un asunto a cargo de las autoridades internas de cada estado. La […]


En razón de la magnitud y dimensión de sus efectos, el medio ambiente es un asunto que concierne a la humanidad entera. Sin embargo, la dirección, coordinación y realización de las tareas propias de la protección, conservación y mejora del entorno natural son un asunto a cargo de las autoridades internas de cada estado.
La necesidad de proteger el patrimonio ambiental de la humanidad de las libertades individuales especialmente de la libre iniciativa privada en el ámbito económico, justifica la responsabilidad que en materia de protección ambiental incumbe al Estado, y a su vez la responsabilidad que este tiene con los demás países en el cumplimiento de la legislación internacional que rige en lo concerniente a estos temas. Así mismo, el Estado debe velar por asignar los recursos de acuerdo a las expectativas de bienestar de la sociedad, y vigilar la adjudicación de bienes naturales a un sujeto determinado.
Los recursos naturales de un país forman parte de su patrimonio. Cuando los mercados no reflejan los daños de la actividad económica sobre el ambiente expresándolos como costos estos daños no inciden en las decisiones económicas de productores y consumidores, generándose así una tendencia a la sobreutilización de bienes y servicios ambientales, que conduce a procesos acelerados de deterioro. Por otra parte, cuando el Estado estimula ciertas actividades económicas sin valorar adecuadamente el impacto ambiental, se genera también una situación de amplio deterioro. En este caso el mercado no es el responsable, lo es la política estatal que conduce a procesos de deterioro ambiental y agotamiento de los recursos naturales.
Considerando lo anterior entendemos que la actual crisis ecológica es el resultado de la irresponsabilidad del hombre, que más allá del crecimiento demográfico y de la búsqueda insaciable de bienestar, ha sido indiferente al rápido deterioro ambiental y la consecuente escasez de recursos naturales. En otras palabras, el problema ha radicado en que a través de las divisiones socio – políticas y geográficas del mundo, la Tierra se ha vuelto un planeta de nadie. Se ha construido una serie de discursos para adelantar procesos de sobreexplotación de los ecosistemas naturales, sin que haya un sentido de identidad y apropiación por parte de cada individuo, que desde la ignorancia desconoce las repercusiones que estos procesos tienen sobre su territorio y por ende sobre su forma de vida. Los métodos de apropiación y distribución, las relaciones económicas internacionales, la soberanía nacional sobre los recursos, la nueva división internacional del trabajo, y relocalización industrial son algunos ejemplos de cómo se pueden desconocer los límites físicos de la Tierra bajo pretextos políticos y económicos.