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Columnista - 19 diciembre, 2014

La burrita Hércules

El Niño Dios con nosotros, Doris, ‘Tico’, Rolando, Dina y Rafael, mis hermanos, siempre fue pródigo porque ‘Chema’ y ‘Lola’, mis papás e intermediarios, nunca escatimaron esfuerzo para conseguir los regalos que mediante carticas y mensajes en cometas que volaban muy altas, casi llegaban al cielo, le hacíamos. Mi papá se parecía a mí o […]

El Niño Dios con nosotros, Doris, ‘Tico’, Rolando, Dina y Rafael, mis hermanos, siempre fue pródigo porque ‘Chema’ y ‘Lola’, mis papás e intermediarios, nunca escatimaron esfuerzo para conseguir los regalos que mediante carticas y mensajes en cometas que volaban muy altas, casi llegaban al cielo, le hacíamos.
Mi papá se parecía a mí o yo era casi igual a él, porque era inigualable, y mi mamá se hacía la que no sabía, pero sabía que siempre José como ella con una dulzura muy dulce lo llamaba, nos adelantaba el sitio donde el Niño Dios guardaba los aguinaldos unos días antes del 24 y los veíamos y acariciábamos, pero no los sacábamos a excepción de la bicicleta, en el año 50, pues el Niño Dios les mandó una carta diciéndoles que les daba permiso para que muy reservadamente en el patio de la casa de “La Vieja Pepa”, donde vivíamos, que tenía un patio muy grande, aprendiéramos a manejarla. Pero trascendió tanto que ‘El Chichito’, así le decían a quien fue mi mejor amigo de la época y de siempre Alais Habib “pedazo del alma mía”, los Ciro Habib y Olivella, ‘El Negro’ de Paula, ‘Pundo’ Ferreira, Augusto Orcasita, José Corrales, Tom y Julio los hijos del señor ‘Maché’, nuestro peluquero, Abelito López y ‘El Mono’ Uribe, que no era mono si no negro y otros que no recuerdo, fueran a vernos recibir las lecciones de un sabelotodo ecuatoriano llamado Fernando Paz, que era nuestro entrenador de deportes al que queríamos mucho y lo teníamos como un tío y quien por petición mía también los enseñó gratuitamente a manejar “La Burrita”, que era una linda pollina negra, rin 20 con una marca muy bien puesta, que quizás era la única capaz de aguantar los pedregales de las calles villanueveras, “Hércules”, que el Niño Dios mandó de Santa Marta.
Fue la primera de ese tamaño, pues ya José Orozco Martínez tenía una Raleigh grande, que hicieron mucha bulla en el pueblo, pues mientras la de José era elitista y no la prestaba, la nuestra era para todo el mundo, era la bicicleta del pueblo, hasta tal punto que ‘Chichito’ me la pidió prestada para dar una vuelta y se la llevó para Los Mayales, la finca del viejo Julio y duró 30 días con ella y como buen turco enseñó a manejar a medio pueblo, pero le pagaban y para mí ni un chavo.
Yo me volví un acróbata en ella, pero no incursioné en carreras, para ello se la prestaba al inolvidable amigo ‘Nando’ Bracho, más conocido como ‘Villanueva’, que era quien le daba lora a José Orozco, que para la época pretendía ser un Ramón Hoyos. En El Parque me aplaudían por mis hazañas ‘bicicleteriles’ y si no, que lo diga José Dangond, que era uno de los que bastante se la presté para dar una vueltica.

 
Es alarmante el número de personas infectadas con el Dengue y la…, siempre se me olvida el nombre y por eso a partir de hoy, la llamaré “La Chilindrina” y estoy muy preocupado, pues no veo que se adelanten programas para matar a ese asesino zancudo portador del virus, pues oigo decir que el Municipio no tiene ni equipos ni veneno para erradicarlo.
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Columnista
19 diciembre, 2014

La burrita Hércules

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

El Niño Dios con nosotros, Doris, ‘Tico’, Rolando, Dina y Rafael, mis hermanos, siempre fue pródigo porque ‘Chema’ y ‘Lola’, mis papás e intermediarios, nunca escatimaron esfuerzo para conseguir los regalos que mediante carticas y mensajes en cometas que volaban muy altas, casi llegaban al cielo, le hacíamos. Mi papá se parecía a mí o […]


El Niño Dios con nosotros, Doris, ‘Tico’, Rolando, Dina y Rafael, mis hermanos, siempre fue pródigo porque ‘Chema’ y ‘Lola’, mis papás e intermediarios, nunca escatimaron esfuerzo para conseguir los regalos que mediante carticas y mensajes en cometas que volaban muy altas, casi llegaban al cielo, le hacíamos.
Mi papá se parecía a mí o yo era casi igual a él, porque era inigualable, y mi mamá se hacía la que no sabía, pero sabía que siempre José como ella con una dulzura muy dulce lo llamaba, nos adelantaba el sitio donde el Niño Dios guardaba los aguinaldos unos días antes del 24 y los veíamos y acariciábamos, pero no los sacábamos a excepción de la bicicleta, en el año 50, pues el Niño Dios les mandó una carta diciéndoles que les daba permiso para que muy reservadamente en el patio de la casa de “La Vieja Pepa”, donde vivíamos, que tenía un patio muy grande, aprendiéramos a manejarla. Pero trascendió tanto que ‘El Chichito’, así le decían a quien fue mi mejor amigo de la época y de siempre Alais Habib “pedazo del alma mía”, los Ciro Habib y Olivella, ‘El Negro’ de Paula, ‘Pundo’ Ferreira, Augusto Orcasita, José Corrales, Tom y Julio los hijos del señor ‘Maché’, nuestro peluquero, Abelito López y ‘El Mono’ Uribe, que no era mono si no negro y otros que no recuerdo, fueran a vernos recibir las lecciones de un sabelotodo ecuatoriano llamado Fernando Paz, que era nuestro entrenador de deportes al que queríamos mucho y lo teníamos como un tío y quien por petición mía también los enseñó gratuitamente a manejar “La Burrita”, que era una linda pollina negra, rin 20 con una marca muy bien puesta, que quizás era la única capaz de aguantar los pedregales de las calles villanueveras, “Hércules”, que el Niño Dios mandó de Santa Marta.
Fue la primera de ese tamaño, pues ya José Orozco Martínez tenía una Raleigh grande, que hicieron mucha bulla en el pueblo, pues mientras la de José era elitista y no la prestaba, la nuestra era para todo el mundo, era la bicicleta del pueblo, hasta tal punto que ‘Chichito’ me la pidió prestada para dar una vuelta y se la llevó para Los Mayales, la finca del viejo Julio y duró 30 días con ella y como buen turco enseñó a manejar a medio pueblo, pero le pagaban y para mí ni un chavo.
Yo me volví un acróbata en ella, pero no incursioné en carreras, para ello se la prestaba al inolvidable amigo ‘Nando’ Bracho, más conocido como ‘Villanueva’, que era quien le daba lora a José Orozco, que para la época pretendía ser un Ramón Hoyos. En El Parque me aplaudían por mis hazañas ‘bicicleteriles’ y si no, que lo diga José Dangond, que era uno de los que bastante se la presté para dar una vueltica.

 
Es alarmante el número de personas infectadas con el Dengue y la…, siempre se me olvida el nombre y por eso a partir de hoy, la llamaré “La Chilindrina” y estoy muy preocupado, pues no veo que se adelanten programas para matar a ese asesino zancudo portador del virus, pues oigo decir que el Municipio no tiene ni equipos ni veneno para erradicarlo.
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