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Columnista - 10 agosto, 2014

Iragorri: el Agro II

Cuando estas líneas lleguen a los lectores habrá iniciado el período “Santos II” y Aurelio Iragorri Valencia será el nuevo Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural. Ya empezaron las cábalas y los consejos: la exministra Cecilia López lo invita a marginar a los gremios, “que ellos se defienden solos”, para que “escuche más bien a aquellos sin […]

Cuando estas líneas lleguen a los lectores habrá iniciado el período “Santos II” y Aurelio Iragorri Valencia será el nuevo Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural.
Ya empezaron las cábalas y los consejos: la exministra Cecilia López lo invita a marginar a los gremios, “que ellos se defienden solos”, para que “escuche más bien a aquellos sin voz”, desconociendo que los gremios también representan a los pequeños productores y que todos, grandes y pequeños, tienen el mismo derecho a ser escuchados.
Le aconseja desestimar los “subsidios para calmar emergencias”, olvidando que, por el abandono y la consecuente falta de competitividad, el campo vive de emergencia en emergencia, de Niño en Niña y de TLC en TLC, enfrentando a la naturaleza y a productores externos subsidiados -ellos sí-, compitiendo con los nuestros, huérfanos de política pública y seguridad.
Yo también prefiero bienes públicos a subsidios. Nuestros competidores tienen ambos con profusión, pero en Colombia no tenemos ni unos ni otros. Parafraseando el lema de la Tercera Vía: el campo necesita toda la infraestructura posible y, mientras tanto, todos los subsidios necesarios para emergencias.
Pero no me atrevo a darle consejos al nuevo ministro; no obstante, para serlo con éxito se requieren dos cosas: sentido común y voluntad política. El primero ya ha demostrado tenerlo Iragorri, y la segunda depende de la importancia que el Gobierno conceda al tema rural, no solo para la paz, sino para el desarrollo, en un entorno de creciente demanda de alimentos y evidentes ventajas comparativas, desaprovechadas por una precaria competitividad.
La recuperación del campo es un imperativo con negociaciones o sin ellas, como lo han pedido los gremios y el país rural. El Desarrollo Rural no es algo que se esté descubriendo en La Habana, pues los gobiernos siempre han sabido qué hacer en un campo sobrediagnosticado, pero no han tenido voluntad política.
Los problemas no dan espera a que se firmen o no acuerdos, ni a los resultados de otra Misión Rural. Hace menos de 20 años hubo una, también con grandes especialistas y recomendaciones. Lo dicho: Lo importante es sentido común y voluntad para la acción.
Nota bene. Dos opiniones: 1. Un Ministerio de Desarrollo Agropecuario y Rural, que así debería llamarse para no excluir lo pecuario, con dos viceministerios: de Desarrollo Agropecuario, dedicado a la producción, y de Desarrollo Rural, a articular condiciones para el desarrollo integral del campo. 2. La Unidad de Tierras, tan importante como la Ley que la soporta, debería ser hasta un Ministerio pro tempore o, en cualquier caso, sacarse del MADR, pues rebosa sus competencias y absorbe al Ministro, en desmedro de la atención integral de la problemática rural, como en efecto ha sucedido.

Por José Félix Lafaurie

Columnista
10 agosto, 2014

Iragorri: el Agro II

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Félix Lafaurie Rivera

Cuando estas líneas lleguen a los lectores habrá iniciado el período “Santos II” y Aurelio Iragorri Valencia será el nuevo Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural. Ya empezaron las cábalas y los consejos: la exministra Cecilia López lo invita a marginar a los gremios, “que ellos se defienden solos”, para que “escuche más bien a aquellos sin […]


Cuando estas líneas lleguen a los lectores habrá iniciado el período “Santos II” y Aurelio Iragorri Valencia será el nuevo Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural.
Ya empezaron las cábalas y los consejos: la exministra Cecilia López lo invita a marginar a los gremios, “que ellos se defienden solos”, para que “escuche más bien a aquellos sin voz”, desconociendo que los gremios también representan a los pequeños productores y que todos, grandes y pequeños, tienen el mismo derecho a ser escuchados.
Le aconseja desestimar los “subsidios para calmar emergencias”, olvidando que, por el abandono y la consecuente falta de competitividad, el campo vive de emergencia en emergencia, de Niño en Niña y de TLC en TLC, enfrentando a la naturaleza y a productores externos subsidiados -ellos sí-, compitiendo con los nuestros, huérfanos de política pública y seguridad.
Yo también prefiero bienes públicos a subsidios. Nuestros competidores tienen ambos con profusión, pero en Colombia no tenemos ni unos ni otros. Parafraseando el lema de la Tercera Vía: el campo necesita toda la infraestructura posible y, mientras tanto, todos los subsidios necesarios para emergencias.
Pero no me atrevo a darle consejos al nuevo ministro; no obstante, para serlo con éxito se requieren dos cosas: sentido común y voluntad política. El primero ya ha demostrado tenerlo Iragorri, y la segunda depende de la importancia que el Gobierno conceda al tema rural, no solo para la paz, sino para el desarrollo, en un entorno de creciente demanda de alimentos y evidentes ventajas comparativas, desaprovechadas por una precaria competitividad.
La recuperación del campo es un imperativo con negociaciones o sin ellas, como lo han pedido los gremios y el país rural. El Desarrollo Rural no es algo que se esté descubriendo en La Habana, pues los gobiernos siempre han sabido qué hacer en un campo sobrediagnosticado, pero no han tenido voluntad política.
Los problemas no dan espera a que se firmen o no acuerdos, ni a los resultados de otra Misión Rural. Hace menos de 20 años hubo una, también con grandes especialistas y recomendaciones. Lo dicho: Lo importante es sentido común y voluntad para la acción.
Nota bene. Dos opiniones: 1. Un Ministerio de Desarrollo Agropecuario y Rural, que así debería llamarse para no excluir lo pecuario, con dos viceministerios: de Desarrollo Agropecuario, dedicado a la producción, y de Desarrollo Rural, a articular condiciones para el desarrollo integral del campo. 2. La Unidad de Tierras, tan importante como la Ley que la soporta, debería ser hasta un Ministerio pro tempore o, en cualquier caso, sacarse del MADR, pues rebosa sus competencias y absorbe al Ministro, en desmedro de la atención integral de la problemática rural, como en efecto ha sucedido.

Por José Félix Lafaurie