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Columnista - 6 septiembre, 2014

Inseguridad en la Plaza y sus alrededores

Quien no quiera nuestra querida Plaza Alfonso López, su historia, su bello entorno, y sobre todo su bella arquitectura, no es un verdadero hijo de nuestra tierra, ni amerita llamarse vallenato. Parte de mi infancia feliz, gracias a Dios transcurrió en sus alrededores, oportunidad que la vida me brindó, debido a que muchos de mis […]

Quien no quiera nuestra querida Plaza Alfonso López, su historia, su bello entorno, y sobre todo su bella arquitectura, no es un verdadero hijo de nuestra tierra, ni amerita llamarse vallenato. Parte de mi infancia feliz, gracias a Dios transcurrió en sus alrededores, oportunidad que la vida me brindó, debido a que muchos de mis amigos queridos (algunos parientes) vivían en sus alrededores: Armando Maestre, John Carrillo, Joaquín Campo, Celso Castro Bayo, José Francisco Castro, Tomás Rodolfo Mejía ( Q.E.P.D) Alexander Meza, los hermanos Juan Pablo y Alejandro Rodríguez, y mis entrañables amigas: Chía y Nani Herazo, al igual que su hermano Jose. Además de eso me unen vínculos familiares y sentimentales con ella, pues en la casona contigua al Callejón de la Estrella nació mi madre y en pleno marco está ubicada la quinta de mi querida tía abuela, Paulina Mejía de Castro Monsalvo o Tía Paba, como cariñosamente la llamábamos sus sobrinos, que Dios la tenga en su Santa Gloria, también tengo buenos amigos, quienes muy a pesar de no pertenecer a mi generación, hemos compartido grandes momentos: Romoca, El Turco Pavajeau, Robert Gómez, Rodolfo y Ricardo Molina, Albertico Herazo, muchos de los cuales ya no viven allí, pero aún, no dejan de frecuentarla, al igual que la mayoría de los vallenatos. Con Alejandro y Alexander me he reencontrado luego de varios años de no andar juntos, con ellos y con Mando Maestre compartimos agradables tertulias y faenas gastronómicas, dado nuestro gusto por las “finas viandas” y suculentos platos de la cocina criolla. Pero como todo en está vida no puede ser dicha, nos ha tocado aplazar esas agradables y sanas reuniones, debido a la inseguridad reinante en este sector, pues si salimos tarde del Balcón de Los Maestre, o de la casa de Alejandro, corremos el riesgo de ser atracados o sufrir algún daño contra nuestra integridad física. El Callejón de la Estrella, una de las calles insignia del Valle, histórica y llena de leyenda y tradición, ahora se ha vuelto una cueva de lobos, guarida de desadaptados, atracadores y drogadictos, por la oscuridad que allí reina, según me cuentan sus vecinos y moradores, hace más de un año se robaron las lámparas y faroles, quedó en tinieblas y de allí para acá, los ladrones hacen de las suyas, amparados en las penumbras. En el histórico balcón de los Maestre, se han metido en cinco ocasiones, robándose muebles y adornos, a los aires acondicionados del sector a casi todos les han robado la tubería de cobre, en las antiguas oficinas de Dusakawi y algunas casas contiguas, hasta las unidades de estos electrodomésticos se han llevado. Este articulo lo escribo en mi deber de ciudadano y de Periodista responsable, aprovechando está tribuna para canalizar una “queja” y la voz de rechazo de todos los moradores del sector, quienes insistentemente me han pedido el favor que comunique esta preocupante situación a las autoridades. Sería bueno instalar un CAI móvil en el sector y así evitar que esto siga sucediendo y también evitar una desgracia mayor. Envío un saludo a mi amigo, Freddys Socarras, un vallenato de pura cepa, y además la máxima autoridad de nuestro municipio, a quien indudablemente le duele su ciudad y a la vez lo exhorto para que ponga en cintura a la Policía Nacional y aleje a las “alimañas que han acabado con la tranquilidad de uno de los lugares más emblemáticos y representativos de la ciudad.

Columnista
6 septiembre, 2014

Inseguridad en la Plaza y sus alrededores

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio Mario Celedon

Quien no quiera nuestra querida Plaza Alfonso López, su historia, su bello entorno, y sobre todo su bella arquitectura, no es un verdadero hijo de nuestra tierra, ni amerita llamarse vallenato. Parte de mi infancia feliz, gracias a Dios transcurrió en sus alrededores, oportunidad que la vida me brindó, debido a que muchos de mis […]


Quien no quiera nuestra querida Plaza Alfonso López, su historia, su bello entorno, y sobre todo su bella arquitectura, no es un verdadero hijo de nuestra tierra, ni amerita llamarse vallenato. Parte de mi infancia feliz, gracias a Dios transcurrió en sus alrededores, oportunidad que la vida me brindó, debido a que muchos de mis amigos queridos (algunos parientes) vivían en sus alrededores: Armando Maestre, John Carrillo, Joaquín Campo, Celso Castro Bayo, José Francisco Castro, Tomás Rodolfo Mejía ( Q.E.P.D) Alexander Meza, los hermanos Juan Pablo y Alejandro Rodríguez, y mis entrañables amigas: Chía y Nani Herazo, al igual que su hermano Jose. Además de eso me unen vínculos familiares y sentimentales con ella, pues en la casona contigua al Callejón de la Estrella nació mi madre y en pleno marco está ubicada la quinta de mi querida tía abuela, Paulina Mejía de Castro Monsalvo o Tía Paba, como cariñosamente la llamábamos sus sobrinos, que Dios la tenga en su Santa Gloria, también tengo buenos amigos, quienes muy a pesar de no pertenecer a mi generación, hemos compartido grandes momentos: Romoca, El Turco Pavajeau, Robert Gómez, Rodolfo y Ricardo Molina, Albertico Herazo, muchos de los cuales ya no viven allí, pero aún, no dejan de frecuentarla, al igual que la mayoría de los vallenatos. Con Alejandro y Alexander me he reencontrado luego de varios años de no andar juntos, con ellos y con Mando Maestre compartimos agradables tertulias y faenas gastronómicas, dado nuestro gusto por las “finas viandas” y suculentos platos de la cocina criolla. Pero como todo en está vida no puede ser dicha, nos ha tocado aplazar esas agradables y sanas reuniones, debido a la inseguridad reinante en este sector, pues si salimos tarde del Balcón de Los Maestre, o de la casa de Alejandro, corremos el riesgo de ser atracados o sufrir algún daño contra nuestra integridad física. El Callejón de la Estrella, una de las calles insignia del Valle, histórica y llena de leyenda y tradición, ahora se ha vuelto una cueva de lobos, guarida de desadaptados, atracadores y drogadictos, por la oscuridad que allí reina, según me cuentan sus vecinos y moradores, hace más de un año se robaron las lámparas y faroles, quedó en tinieblas y de allí para acá, los ladrones hacen de las suyas, amparados en las penumbras. En el histórico balcón de los Maestre, se han metido en cinco ocasiones, robándose muebles y adornos, a los aires acondicionados del sector a casi todos les han robado la tubería de cobre, en las antiguas oficinas de Dusakawi y algunas casas contiguas, hasta las unidades de estos electrodomésticos se han llevado. Este articulo lo escribo en mi deber de ciudadano y de Periodista responsable, aprovechando está tribuna para canalizar una “queja” y la voz de rechazo de todos los moradores del sector, quienes insistentemente me han pedido el favor que comunique esta preocupante situación a las autoridades. Sería bueno instalar un CAI móvil en el sector y así evitar que esto siga sucediendo y también evitar una desgracia mayor. Envío un saludo a mi amigo, Freddys Socarras, un vallenato de pura cepa, y además la máxima autoridad de nuestro municipio, a quien indudablemente le duele su ciudad y a la vez lo exhorto para que ponga en cintura a la Policía Nacional y aleje a las “alimañas que han acabado con la tranquilidad de uno de los lugares más emblemáticos y representativos de la ciudad.