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Columnista - 29 marzo, 2015

Incertidumbre y decepción

“Incertidumbre, iremos lejos y alegres, sin volver jamás. Así como van los cangrejos; de para atrás…de para atrás…”. Quizá sea ésta época de la historia colombiana la más azarosa, desconcertante y de marcada incertidumbre política, social y económica, causa del estrés, inseguridad de los arrinconados ciudadanos y temor por lo que se puede perder ahora […]

“Incertidumbre, iremos lejos y alegres, sin volver jamás. Así como van los cangrejos; de para atrás…de para atrás…”.

Quizá sea ésta época de la historia colombiana la más azarosa, desconcertante y de marcada incertidumbre política, social y económica, causa del estrés, inseguridad de los arrinconados ciudadanos y temor por lo que se puede perder ahora y que representa la alteración esencial de muchos proyectos de vida, solo sostenibles transitoriamente para los privilegiados que disfrutan empalagándose en la sustancia pegajosa y dulzona que corrompe hasta los más dignos representantes sociales.

Ese discurso legitimado de una paz ad-portas, para tapar la real crisis económica que cabalga desacelerada y recalcitrantemente, son codazos a la adormecida por no decir que narcotizada comunidad en un modelo precario con base social y política podrida, nacida de la mentira, el engaño y la traición, para que despierte ante una realidad que se acrecienta cada día.

Es un escenario difícil de imaginar para el colombiano orgulloso y soberbio que ha pregonado siempre su inmunidad a situaciones de hecho comprometidas con la formación y educación social que ahora impotente empieza a sentir el peso de las medidas impuestas y las excluyentes decisiones unilaterales tendientes a cambiar la acostumbrada concepción de una organización comunitaria sustentada en familia, gobierno democrático respetuoso del pueblo, guardianes de la justicia impolutos, militares orgullo de la nación unida y funcionarios de elección o designación cabalmente comprometidos con el servicio.

Si algo bueno se puede referenciar es que ante el acostumbramiento semanal de mediáticos acontecimientos, utilizados para desviar o crear actuaciones, se ha ido destapando la conducta particular de oscuros personajes que han abusando del privilegio otorgado en cierto momento, pero que su caída y revelación causa la profunda decepción de todo el conglomerado ante la palpable pudrición escondida y mala intención de su proceder. Es el sabor amargo que ha quedado de las exteriorizaciones conductuales de Generales antes referentes sociales de la autoridad legítima o de magistrados desacreditados por su incompetencia y corrompido ejercicio justiciero o los cotidianos denuncios de desafueros injustos procedentes de funcionarios oportunistas y sesgados.

Empezaremos una nueva semana pero ésta vez con la connotación especial que para el mundo católico es Santa, donde la gran mayoría colombiana profesa su fe y en la que solo queda “rezar lo que cada uno sepa” para pedir que la gran nación que creíamos tener a nuestros pies no se desmorone y termine entregada irresponsablemente a la voluntad de la infamia y el deshonor.

Por Alfonso Suarez Arias
@SUAREZALFONSO

Columnista
29 marzo, 2015

Incertidumbre y decepción

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
El Pilón

“Incertidumbre, iremos lejos y alegres, sin volver jamás. Así como van los cangrejos; de para atrás…de para atrás…”. Quizá sea ésta época de la historia colombiana la más azarosa, desconcertante y de marcada incertidumbre política, social y económica, causa del estrés, inseguridad de los arrinconados ciudadanos y temor por lo que se puede perder ahora […]


“Incertidumbre, iremos lejos y alegres, sin volver jamás. Así como van los cangrejos; de para atrás…de para atrás…”.

Quizá sea ésta época de la historia colombiana la más azarosa, desconcertante y de marcada incertidumbre política, social y económica, causa del estrés, inseguridad de los arrinconados ciudadanos y temor por lo que se puede perder ahora y que representa la alteración esencial de muchos proyectos de vida, solo sostenibles transitoriamente para los privilegiados que disfrutan empalagándose en la sustancia pegajosa y dulzona que corrompe hasta los más dignos representantes sociales.

Ese discurso legitimado de una paz ad-portas, para tapar la real crisis económica que cabalga desacelerada y recalcitrantemente, son codazos a la adormecida por no decir que narcotizada comunidad en un modelo precario con base social y política podrida, nacida de la mentira, el engaño y la traición, para que despierte ante una realidad que se acrecienta cada día.

Es un escenario difícil de imaginar para el colombiano orgulloso y soberbio que ha pregonado siempre su inmunidad a situaciones de hecho comprometidas con la formación y educación social que ahora impotente empieza a sentir el peso de las medidas impuestas y las excluyentes decisiones unilaterales tendientes a cambiar la acostumbrada concepción de una organización comunitaria sustentada en familia, gobierno democrático respetuoso del pueblo, guardianes de la justicia impolutos, militares orgullo de la nación unida y funcionarios de elección o designación cabalmente comprometidos con el servicio.

Si algo bueno se puede referenciar es que ante el acostumbramiento semanal de mediáticos acontecimientos, utilizados para desviar o crear actuaciones, se ha ido destapando la conducta particular de oscuros personajes que han abusando del privilegio otorgado en cierto momento, pero que su caída y revelación causa la profunda decepción de todo el conglomerado ante la palpable pudrición escondida y mala intención de su proceder. Es el sabor amargo que ha quedado de las exteriorizaciones conductuales de Generales antes referentes sociales de la autoridad legítima o de magistrados desacreditados por su incompetencia y corrompido ejercicio justiciero o los cotidianos denuncios de desafueros injustos procedentes de funcionarios oportunistas y sesgados.

Empezaremos una nueva semana pero ésta vez con la connotación especial que para el mundo católico es Santa, donde la gran mayoría colombiana profesa su fe y en la que solo queda “rezar lo que cada uno sepa” para pedir que la gran nación que creíamos tener a nuestros pies no se desmorone y termine entregada irresponsablemente a la voluntad de la infamia y el deshonor.

Por Alfonso Suarez Arias
@SUAREZALFONSO