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Columnista - 3 octubre, 2014

Gustemos Su Amistad

“…pero os he llamado amigos…” Jn 15,15 Estoy muy agradecido con Dios por el reconocimiento que me hizo El Pilón en la celebración de sus veinte años de labores: “Como columnista antiguo de esa Casa Editorial quien con sus letras ha generado opinión en el marco de la constancia y la calidad en sus escritos […]

“…pero os he llamado amigos…” Jn 15,15

Estoy muy agradecido con Dios por el reconocimiento que me hizo El Pilón en la celebración de sus veinte años de labores: “Como columnista antiguo de esa Casa Editorial quien con sus letras ha generado opinión en el marco de la constancia y la calidad en sus escritos y lo han convertido en ejemplo para las nuevas generaciones.” ¡Muchas gracias Familia Pilonera y adelante!
Nunca conoceremos el gozo del sacrificio personal hasta que rindamos cada una de la áreas de nuestra vida a la meta que nos propongamos lograr. Sin embargo, la rendición personal es un asunto difícil de lograr. En nuestra amistad con Dios, la mayoría de las veces somos apáticos y distantes y así nunca encontraremos el gozo del sacrificio personal.
Tan pronto nos rindamos por completo y nos abandonemos a los brazos de Jesús, degustaremos su gozo inefable y duradero. Si la prueba final del sacrificio personal es poner la vida por un amigo, y hemos sido conscientes de la amistad con Jesús, entonces nuestro principal deseo debe ser poner nuestra vida al servicio de Jesús como expresión final de amor a Dios.
No debemos permitir que nuestras afinidades y gustos naturales nos impidan andar en amor, una de las formas más crueles de matar el amor natural es por medio del rechazo que se basa en mis gustos personales. El amor a Dios no es algo sentimental o emocional, responder al amor de Dios y amar como él ama, es el acto más práctico y razonable.
Amados lectores, si Jesús nos llama sus amigos, nuestra amistad está fundamentada en una relación de amor, una relación de pacto; pero esta relación es imposible de nutrir a menos que se haya realizado una obra sobrenatural en nosotros, donde se demanda que no haya el menor vestigio de resentimiento en nuestro corazón cuando nos enfrentemos a la tiranía y la injusticia.
No hay entusiasmo suficiente que pueda soportar la tensión que emerge de esa relación, a menos que esté soportada en una relación personal con él; una relación que haya sido examinada, purificada y probada hasta que quede un solo propósito: El amor como fruto de la amistad. ¡Cualquier cosa puede nublarse u opacarse, menos nuestra relación con Jesucristo!
Nosotros no elegimos su amistad, él nos eligió a nosotros, así es como empieza la gracia de Dios. Se trata de un constreñimiento del que no podemos escapar, el cual podemos desobedecer, pero no producir. El acercamiento a la amistad con Dios es una obra de la gracia sobrenatural, cuya prueba máxima ocurrió aquel día cuando Dios entregó a la cruz lo que más amaba, por amistad y aceptación a nosotros.
Dios decidió hacernos sus amigos por el puro afecto de su voluntad, sin basarse en nuestras habilidades naturales; así, él no nos pide que hagamos aquello que se nos facilite por naturaleza, sino aquello para lo cual somos perfectamente aptos por su gracia.
Mi invitación hoy es a que seamos consecuentes con su amistad y atendamos el fruto de su sacrificio en la cruz, aceptando su amistad y preservando el fruto de su gracia.
Saludos y muchas bendiciones…
valeriomejia@outlook.com

Columnista
3 octubre, 2014

Gustemos Su Amistad

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“…pero os he llamado amigos…” Jn 15,15 Estoy muy agradecido con Dios por el reconocimiento que me hizo El Pilón en la celebración de sus veinte años de labores: “Como columnista antiguo de esa Casa Editorial quien con sus letras ha generado opinión en el marco de la constancia y la calidad en sus escritos […]


“…pero os he llamado amigos…” Jn 15,15

Estoy muy agradecido con Dios por el reconocimiento que me hizo El Pilón en la celebración de sus veinte años de labores: “Como columnista antiguo de esa Casa Editorial quien con sus letras ha generado opinión en el marco de la constancia y la calidad en sus escritos y lo han convertido en ejemplo para las nuevas generaciones.” ¡Muchas gracias Familia Pilonera y adelante!
Nunca conoceremos el gozo del sacrificio personal hasta que rindamos cada una de la áreas de nuestra vida a la meta que nos propongamos lograr. Sin embargo, la rendición personal es un asunto difícil de lograr. En nuestra amistad con Dios, la mayoría de las veces somos apáticos y distantes y así nunca encontraremos el gozo del sacrificio personal.
Tan pronto nos rindamos por completo y nos abandonemos a los brazos de Jesús, degustaremos su gozo inefable y duradero. Si la prueba final del sacrificio personal es poner la vida por un amigo, y hemos sido conscientes de la amistad con Jesús, entonces nuestro principal deseo debe ser poner nuestra vida al servicio de Jesús como expresión final de amor a Dios.
No debemos permitir que nuestras afinidades y gustos naturales nos impidan andar en amor, una de las formas más crueles de matar el amor natural es por medio del rechazo que se basa en mis gustos personales. El amor a Dios no es algo sentimental o emocional, responder al amor de Dios y amar como él ama, es el acto más práctico y razonable.
Amados lectores, si Jesús nos llama sus amigos, nuestra amistad está fundamentada en una relación de amor, una relación de pacto; pero esta relación es imposible de nutrir a menos que se haya realizado una obra sobrenatural en nosotros, donde se demanda que no haya el menor vestigio de resentimiento en nuestro corazón cuando nos enfrentemos a la tiranía y la injusticia.
No hay entusiasmo suficiente que pueda soportar la tensión que emerge de esa relación, a menos que esté soportada en una relación personal con él; una relación que haya sido examinada, purificada y probada hasta que quede un solo propósito: El amor como fruto de la amistad. ¡Cualquier cosa puede nublarse u opacarse, menos nuestra relación con Jesucristo!
Nosotros no elegimos su amistad, él nos eligió a nosotros, así es como empieza la gracia de Dios. Se trata de un constreñimiento del que no podemos escapar, el cual podemos desobedecer, pero no producir. El acercamiento a la amistad con Dios es una obra de la gracia sobrenatural, cuya prueba máxima ocurrió aquel día cuando Dios entregó a la cruz lo que más amaba, por amistad y aceptación a nosotros.
Dios decidió hacernos sus amigos por el puro afecto de su voluntad, sin basarse en nuestras habilidades naturales; así, él no nos pide que hagamos aquello que se nos facilite por naturaleza, sino aquello para lo cual somos perfectamente aptos por su gracia.
Mi invitación hoy es a que seamos consecuentes con su amistad y atendamos el fruto de su sacrificio en la cruz, aceptando su amistad y preservando el fruto de su gracia.
Saludos y muchas bendiciones…
valeriomejia@outlook.com