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Columnista - 7 febrero, 2015

Frutas tropicales

Interesantísimo artículo del decano del periodismo, Juan Gossaín, para el diario El Tiempo el pasado domingo, en donde le rinde un merecido homenaje al maestro José Barros, en el centenario de su natalicio y en el que el prestigioso columnista comete un pequeño error, pues al mencionar al maestro Hugues Martínez, dice que el más […]

Interesantísimo artículo del decano del periodismo, Juan Gossaín, para el diario El Tiempo el pasado domingo, en donde le rinde un merecido homenaje al maestro José Barros, en el centenario de su natalicio y en el que el prestigioso columnista comete un pequeño error, pues al mencionar al maestro Hugues Martínez, dice que el más célebre guitarrista que tiene la música vallenata es nacido en La Guajira, siendo que el juglar es más atanquero que un alfandoque, lo cual no le restó valía al bello escrito que hizo esta gloria del periodismo nacional, y por cierto es una de la más hermosas columnas que he leído en mi vida, las anécdotas que allí refiere, de verdad que me erizaron los bellos, sobre todo la de García Márquez con el “maderamen” de La Piragua.

Por este pequeño lapsus en el génesis de Martínez, me tomé el “atrevimiento” de mandarle un trino a Gossaín para hacerle la aclaración del pueblo natal de Hugues, no tanto al colega sino a sus lectores, porque consideré que a una gloria viviente de nuestro folclor, se le debe conocer su verdadero lugar de origen, entre otros aspectos importantes de su biografía, más tratándose de un gran amigo y papá de otro grande de la música: Chabuco, mi carnal desde la infancia y compañero de travesuras en el barrio Santana.

Me llamó mucho la atención una característica con la que don Juan, se cataloga en su perfil de la red social, y es que se define como bebedor de jugos de frutas tropicales, como níspero y borojó, lo cual certifica su identidad de orgulloso hombre Caribe, muy seguramente de allí también deriva en parte, el secreto de su salud y admirable lucidez mental, de la sana ingesta de estas deliciosas frutas, que solo en el trópico se dan; sin duda, Gossaín es un hombre singular, no puede ser inferior a su pueblo, con un nombre tan hermoso y sin par, como San Bernardo del Viento.

Este apunte con el que se describe, me hizo recordar inmediatamente las crónicas de Indias, en donde explícitamente los conquistadores narran con gran asombro su descubrimiento de nuevos sabores, en nuestra fauna y flora, algunos tan gráficos y descriptivos que hasta le hacen la boca agua a uno, me impresionó el deleite que sintieron al probar el aguacate, alimento que tiene características tanto de fruta como de vegetal y un sabor único, de una exquisitez inigualable, me refiero a los criollos, esos que se dan en los Montes de María, los que venden en El Carmen de Bolívar, los que uno se come en Pueblo Bello y Manaure, que saben a pura mantequilla y no ese hibrido cascara gruesa, con una sabrosa textura pero sin sabor.

Al igual que Gossain, me encanta el jugo de níspero, me crié comiendo esa fruta dado que en el patio de la casa de mis abuelos maternos habían arboles de níspero, mango y pera, de ellos también heredé el gusto por el zapote, por eso fue tan grato el artículo de este maestro de las letras, porque tuvo una enorme carga sentimental, me transportó a la infancia, trajo consigo el olor de la guayaba, el dulce y refrescante sabor de jugos en las fruteras de las afueras de Ciénaga, pues también soy bebedor de jugos tropicales como Don Juan, soy de mango, corozo y tamarindo antes que de fresa, manzana o kiwi y lo único que prefiero extranjero es el “frappé” con el que pido que a veces me los preparen.
@juliomceledon

Columnista
7 febrero, 2015

Frutas tropicales

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio Mario Celedon

Interesantísimo artículo del decano del periodismo, Juan Gossaín, para el diario El Tiempo el pasado domingo, en donde le rinde un merecido homenaje al maestro José Barros, en el centenario de su natalicio y en el que el prestigioso columnista comete un pequeño error, pues al mencionar al maestro Hugues Martínez, dice que el más […]


Interesantísimo artículo del decano del periodismo, Juan Gossaín, para el diario El Tiempo el pasado domingo, en donde le rinde un merecido homenaje al maestro José Barros, en el centenario de su natalicio y en el que el prestigioso columnista comete un pequeño error, pues al mencionar al maestro Hugues Martínez, dice que el más célebre guitarrista que tiene la música vallenata es nacido en La Guajira, siendo que el juglar es más atanquero que un alfandoque, lo cual no le restó valía al bello escrito que hizo esta gloria del periodismo nacional, y por cierto es una de la más hermosas columnas que he leído en mi vida, las anécdotas que allí refiere, de verdad que me erizaron los bellos, sobre todo la de García Márquez con el “maderamen” de La Piragua.

Por este pequeño lapsus en el génesis de Martínez, me tomé el “atrevimiento” de mandarle un trino a Gossaín para hacerle la aclaración del pueblo natal de Hugues, no tanto al colega sino a sus lectores, porque consideré que a una gloria viviente de nuestro folclor, se le debe conocer su verdadero lugar de origen, entre otros aspectos importantes de su biografía, más tratándose de un gran amigo y papá de otro grande de la música: Chabuco, mi carnal desde la infancia y compañero de travesuras en el barrio Santana.

Me llamó mucho la atención una característica con la que don Juan, se cataloga en su perfil de la red social, y es que se define como bebedor de jugos de frutas tropicales, como níspero y borojó, lo cual certifica su identidad de orgulloso hombre Caribe, muy seguramente de allí también deriva en parte, el secreto de su salud y admirable lucidez mental, de la sana ingesta de estas deliciosas frutas, que solo en el trópico se dan; sin duda, Gossaín es un hombre singular, no puede ser inferior a su pueblo, con un nombre tan hermoso y sin par, como San Bernardo del Viento.

Este apunte con el que se describe, me hizo recordar inmediatamente las crónicas de Indias, en donde explícitamente los conquistadores narran con gran asombro su descubrimiento de nuevos sabores, en nuestra fauna y flora, algunos tan gráficos y descriptivos que hasta le hacen la boca agua a uno, me impresionó el deleite que sintieron al probar el aguacate, alimento que tiene características tanto de fruta como de vegetal y un sabor único, de una exquisitez inigualable, me refiero a los criollos, esos que se dan en los Montes de María, los que venden en El Carmen de Bolívar, los que uno se come en Pueblo Bello y Manaure, que saben a pura mantequilla y no ese hibrido cascara gruesa, con una sabrosa textura pero sin sabor.

Al igual que Gossain, me encanta el jugo de níspero, me crié comiendo esa fruta dado que en el patio de la casa de mis abuelos maternos habían arboles de níspero, mango y pera, de ellos también heredé el gusto por el zapote, por eso fue tan grato el artículo de este maestro de las letras, porque tuvo una enorme carga sentimental, me transportó a la infancia, trajo consigo el olor de la guayaba, el dulce y refrescante sabor de jugos en las fruteras de las afueras de Ciénaga, pues también soy bebedor de jugos tropicales como Don Juan, soy de mango, corozo y tamarindo antes que de fresa, manzana o kiwi y lo único que prefiero extranjero es el “frappé” con el que pido que a veces me los preparen.
@juliomceledon