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Columnista - 23 julio, 2014

Esperamos un congreso admirable

Hace 184 años el libertador Simón Bolívar convocó a las prestigiosas figuras políticas de la época para que la suma de la sabiduría nacional, a través de un Congreso Admirable, evitara fundamentalmente la disolución de la Gran Colombia. Era un momento excepcional. Hoy, los Serpa, Navarro, Morales, López, Cepeda, Name, Benedetti, Uribe y Robledo, entre […]

Hace 184 años el libertador Simón Bolívar convocó a las prestigiosas figuras políticas de la época para que la suma de la sabiduría nacional, a través de un Congreso Admirable, evitara fundamentalmente la disolución de la Gran Colombia. Era un momento excepcional.

Hoy, los Serpa, Navarro, Morales, López, Cepeda, Name, Benedetti, Uribe y Robledo, entre otros, son los actores llamados a responder en este momento histórico, en el Congreso de la Paz, con la aprobación de los proyectos para acabar con la reelección presidencial, revisar los poderes de los órganos de control y fiscalización, y de inversiones en varios sectores.

La baraja temática tiene retos muy amplios, complejos y diversos que el esquema gobierno-oposición tiene que manejar con pinzas y mucha habilidad. El Congreso está en la encrucijada para construir una sociedad más incluyente, sin margen de tolerancia y tratando siempre de anteponer el bien común al particular. Todos esperamos que la confrontación de ideas se desarrolle en un ambiente de respeto mutuo que fortalecería nuestra democracia y le daría mayor credibilidad a las instituciones con espacios para todos, pero con las puertas cerradas al sectarismo que nos dejó pasados dolorosos.

Al congreso, en su nuevo mandato, el presidente Santos le recordó que “la paz es el valor supremo de toda sociedad y en su construcción cabremos todos”. Estoy seguro que los legisladores no serán inferiores a su responsabilidad y estarán a la altura de estos compromisos, con los ya conocidos lunares que nunca faltan, pero es imperioso entender que “donde hay muerte siempre habrá muerte”. Todos tenemos que asumir con energía y sin polarización la dura tarea del posconflicto enfrentando con valor y audacia los problemas de la pobreza y la desigualdad en las regiones de nuestro país.

En estos amplios escenarios, el presidente Santos, como buen jugador de póquer, debe manejar bien sus cartas, construir puentes y dejar muy claro a los colombianos que recibió el mensaje de rechazar componendas y el clientelismo, sin necesidad de utilizar endulzantes en sus relaciones con el pueblo. De ahora en adelante, el país estará transitando por un camino crucial tratando de lograr el complejo equilibrio de tener por un lado una sociedad más incluyente y por el otro, la intolerancia, la corrupción y la violencia. La escogencia corresponde a los ciudadanos y a lo que haga o deje de hacer el nuevo Congreso.

¡Hay que seleccionar bien el menú para encender las velas, descorchar el vino y servir la cena! Personalmente “prefiero una paz imperfecta a una guerra perpetua”.

Columnista
23 julio, 2014

Esperamos un congreso admirable

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Gustavo Cotez Medina

Hace 184 años el libertador Simón Bolívar convocó a las prestigiosas figuras políticas de la época para que la suma de la sabiduría nacional, a través de un Congreso Admirable, evitara fundamentalmente la disolución de la Gran Colombia. Era un momento excepcional. Hoy, los Serpa, Navarro, Morales, López, Cepeda, Name, Benedetti, Uribe y Robledo, entre […]


Hace 184 años el libertador Simón Bolívar convocó a las prestigiosas figuras políticas de la época para que la suma de la sabiduría nacional, a través de un Congreso Admirable, evitara fundamentalmente la disolución de la Gran Colombia. Era un momento excepcional.

Hoy, los Serpa, Navarro, Morales, López, Cepeda, Name, Benedetti, Uribe y Robledo, entre otros, son los actores llamados a responder en este momento histórico, en el Congreso de la Paz, con la aprobación de los proyectos para acabar con la reelección presidencial, revisar los poderes de los órganos de control y fiscalización, y de inversiones en varios sectores.

La baraja temática tiene retos muy amplios, complejos y diversos que el esquema gobierno-oposición tiene que manejar con pinzas y mucha habilidad. El Congreso está en la encrucijada para construir una sociedad más incluyente, sin margen de tolerancia y tratando siempre de anteponer el bien común al particular. Todos esperamos que la confrontación de ideas se desarrolle en un ambiente de respeto mutuo que fortalecería nuestra democracia y le daría mayor credibilidad a las instituciones con espacios para todos, pero con las puertas cerradas al sectarismo que nos dejó pasados dolorosos.

Al congreso, en su nuevo mandato, el presidente Santos le recordó que “la paz es el valor supremo de toda sociedad y en su construcción cabremos todos”. Estoy seguro que los legisladores no serán inferiores a su responsabilidad y estarán a la altura de estos compromisos, con los ya conocidos lunares que nunca faltan, pero es imperioso entender que “donde hay muerte siempre habrá muerte”. Todos tenemos que asumir con energía y sin polarización la dura tarea del posconflicto enfrentando con valor y audacia los problemas de la pobreza y la desigualdad en las regiones de nuestro país.

En estos amplios escenarios, el presidente Santos, como buen jugador de póquer, debe manejar bien sus cartas, construir puentes y dejar muy claro a los colombianos que recibió el mensaje de rechazar componendas y el clientelismo, sin necesidad de utilizar endulzantes en sus relaciones con el pueblo. De ahora en adelante, el país estará transitando por un camino crucial tratando de lograr el complejo equilibrio de tener por un lado una sociedad más incluyente y por el otro, la intolerancia, la corrupción y la violencia. La escogencia corresponde a los ciudadanos y a lo que haga o deje de hacer el nuevo Congreso.

¡Hay que seleccionar bien el menú para encender las velas, descorchar el vino y servir la cena! Personalmente “prefiero una paz imperfecta a una guerra perpetua”.