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Columnista - 7 marzo, 2015

El último carnaval de los cañaguateros

Aquellos carnavales barranquilleros de 1984 ofrecieron su mayor espectáculo en los jardines tropicales del hotel El prado con un tremendo cartel de estrellas de la farándula caribeña con El Gran Combo de Puerto Rico, el dominicano Jhonny Ventura, Celia Cruz ‘La guarachera de Cuba’ y del país vallenato, Los Cañaguateros de Pedro García. Un par […]

Aquellos carnavales barranquilleros de 1984 ofrecieron su mayor espectáculo en los jardines tropicales del hotel El prado con un tremendo cartel de estrellas de la farándula caribeña con El Gran Combo de Puerto Rico, el dominicano Jhonny Ventura, Celia Cruz ‘La guarachera de Cuba’ y del país vallenato, Los Cañaguateros de Pedro García.

Un par de años después de la desintegración de este grupo por limitaciones laborales, ya que la mayoría de sus miembros eran profesionales, regresó Florentino Montero su acordeonero y logro motivar a sus compañeros para retomar la senda y se produjo el L.P. ‘Vuelven los cañaguateros’, tan bueno como los anteriores lo que les valió un cupo en el carnaval de la arenosa del citado año.

Florentino estaba entonces en problemas con su corazón originados por el trago, trasnochos y la inhalación desenfrenada de alquitrán y nicotina presentes en el Marlboro, el cigarrillo que poco a poco le fue minando el organismo. Tenía la perentoria prohibición de fumar y trasnochar ordenado por su médico en Bogotá, doctor Stevenson Marulanda y ante la oferta de viajar a Barranquilla, Pedro y Esteban Salas los líderes del conjunto iniciaron ensayos con Alvarito Meza quien reemplazaría a ‘Floro’ en las presentaciones y así las cosas Los Cañaguateros se fueron pa’l carnaval. Escondidos en su equipaje, llevaba Florentino varios cartones de Marlboro obsequio de una amiga que no imaginó el letal veneno que para él representaba este regalito.
Exitosas fueron las noches en el hotel pero nadie se percató que en la clandestinidad de su habitación, ‘Floro’ apresuradamente le daba cajeta a las cajetillas de tabaco rubio.

El último día del festejo, la presentación era en el coliseo cubierto donde celebraban el Festival de Orquestas y conjuntos de acordeón. Florentino estaba atrasado y le tocó correr una media cuadra para alcanzar la buseta que ya arrancaba llevando al grupo hasta el sitio. Unos minutos después de iniciado el recorrido un grito desgarrador le anunció a sus compañeros el mortal ataque al corazón sufrido por el guerrero que en mil batallas musicales le dio a los cañaguateros un sitio de privilegio en la historia del vallenato.

Fueron inútiles los esfuerzos de los facultativos de la Clínica del Prado para evitar su deceso ese veintidós de febrero de 1984, quedando ese día teñido de negro en contraste con los colorinches del carnaval barranquillero.
Valledupar, tierra que lo vio nacer, ha olvidado injustamente a Florentino Montero, un artista que nació para la música, a ella entregó su vida y con ella se despidió. Era un juglar.

Columnista
7 marzo, 2015

El último carnaval de los cañaguateros

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio C. Oñate M.

Aquellos carnavales barranquilleros de 1984 ofrecieron su mayor espectáculo en los jardines tropicales del hotel El prado con un tremendo cartel de estrellas de la farándula caribeña con El Gran Combo de Puerto Rico, el dominicano Jhonny Ventura, Celia Cruz ‘La guarachera de Cuba’ y del país vallenato, Los Cañaguateros de Pedro García. Un par […]


Aquellos carnavales barranquilleros de 1984 ofrecieron su mayor espectáculo en los jardines tropicales del hotel El prado con un tremendo cartel de estrellas de la farándula caribeña con El Gran Combo de Puerto Rico, el dominicano Jhonny Ventura, Celia Cruz ‘La guarachera de Cuba’ y del país vallenato, Los Cañaguateros de Pedro García.

Un par de años después de la desintegración de este grupo por limitaciones laborales, ya que la mayoría de sus miembros eran profesionales, regresó Florentino Montero su acordeonero y logro motivar a sus compañeros para retomar la senda y se produjo el L.P. ‘Vuelven los cañaguateros’, tan bueno como los anteriores lo que les valió un cupo en el carnaval de la arenosa del citado año.

Florentino estaba entonces en problemas con su corazón originados por el trago, trasnochos y la inhalación desenfrenada de alquitrán y nicotina presentes en el Marlboro, el cigarrillo que poco a poco le fue minando el organismo. Tenía la perentoria prohibición de fumar y trasnochar ordenado por su médico en Bogotá, doctor Stevenson Marulanda y ante la oferta de viajar a Barranquilla, Pedro y Esteban Salas los líderes del conjunto iniciaron ensayos con Alvarito Meza quien reemplazaría a ‘Floro’ en las presentaciones y así las cosas Los Cañaguateros se fueron pa’l carnaval. Escondidos en su equipaje, llevaba Florentino varios cartones de Marlboro obsequio de una amiga que no imaginó el letal veneno que para él representaba este regalito.
Exitosas fueron las noches en el hotel pero nadie se percató que en la clandestinidad de su habitación, ‘Floro’ apresuradamente le daba cajeta a las cajetillas de tabaco rubio.

El último día del festejo, la presentación era en el coliseo cubierto donde celebraban el Festival de Orquestas y conjuntos de acordeón. Florentino estaba atrasado y le tocó correr una media cuadra para alcanzar la buseta que ya arrancaba llevando al grupo hasta el sitio. Unos minutos después de iniciado el recorrido un grito desgarrador le anunció a sus compañeros el mortal ataque al corazón sufrido por el guerrero que en mil batallas musicales le dio a los cañaguateros un sitio de privilegio en la historia del vallenato.

Fueron inútiles los esfuerzos de los facultativos de la Clínica del Prado para evitar su deceso ese veintidós de febrero de 1984, quedando ese día teñido de negro en contraste con los colorinches del carnaval barranquillero.
Valledupar, tierra que lo vio nacer, ha olvidado injustamente a Florentino Montero, un artista que nació para la música, a ella entregó su vida y con ella se despidió. Era un juglar.