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Columnista - 11 octubre, 2014

El Paso perdió a un gran hombre

El fallecimiento de quien fuera mi gran amigo, con el que compartí en muchísimas ocasiones, con el que tenía tantas afinidades, quien para muchas de las actividades a las que me dedico era mi ejemplo y guía, Cesar Serna Mieles, me lleva a hacer memoria de cómo fue que lo conocí y a regresarme 45 […]

El fallecimiento de quien fuera mi gran amigo, con el que compartí en muchísimas ocasiones, con el que tenía tantas afinidades, quien para muchas de las actividades a las que me dedico era mi ejemplo y guía, Cesar Serna Mieles, me lleva a hacer memoria de cómo fue que lo conocí y a regresarme 45 años atrás.
En un pequeño caserío llamado La Loma de Potrerillo, que por aquellas épocas pertenecía al Municipio de Chiriguaná, en una de las interminables parrandas con caja, guacharaca y acordeón, en las que el anfitrión era Samuelito Martínez y a las que nunca faltaba Luis Felipe o Naferito Duran, llegó en aquella oportunidad un joven de baja estatura, con una voz algo rasgada, al que conocían todos los presentes y a quien invitaron a ser protagonista de la misma, quien sin dudar un instante se fue terciando el acordeón e interpretando en su propia voz medio ronca, un vallenato de la época; así conocí a quien admiré, respeté y valoré como uno de los hombres más valiosos de la cultura del Municipio de El Paso, Cesar Serna Miles.
Un líder en todo el sentido de la palabra fue Cesar Serna, un hombre al que le dolía la suerte de los habitantes de la región, al que la política le apasionaba casi al igual que la música de acordeón, un hombre que no escatimaba esfuerzos y quien le dedicó gran parte de su vida a la labor social en pro de sus paisanos, quien sin tener títulos y pergaminos llegó mucho más lejos que muchos profesionales de la región, fue Concejal, Alcalde y hasta Diputado.
Con las notas melodiosas de su acordeón canté muchas canciones y en reiteradas oportunidades le aprecié su jovial anecdotario, cuando Cesar se inventó en el Pasó el Festival Pedazo de Acordeón, yo lo imité creando en La Loma el Festival Samuel Martínez, con la diferencia de que en El Paso a nadie se le ocurría que Cesar Serna llegara a ser relevado de la presidencia del Festival, porque ese evento se convirtió durante el último cuarta de siglo de su existencia, en su razón de vivir.
El Municipio de El Paso quedó huérfano de uno de sus mejores hombres, los honores que se le tributen serán poquitos para la enjundia que le brotaba a Cesar en todas las actividades que emprendía, casi siempre en pro de la cultura y de la gente de su entorno. Todos sus amigos sabíamos que el cáncer que lo azotó durante los últimos años se lo iba a llevar a la tumba, pero ni la muerte se lo llevó cuando ella quiso, porque el coraje inquebrantable de Cesar Serna lo catapulto como un campeón de la vida. Paz en su tumba.

Columnista
11 octubre, 2014

El Paso perdió a un gran hombre

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jorge Nain

El fallecimiento de quien fuera mi gran amigo, con el que compartí en muchísimas ocasiones, con el que tenía tantas afinidades, quien para muchas de las actividades a las que me dedico era mi ejemplo y guía, Cesar Serna Mieles, me lleva a hacer memoria de cómo fue que lo conocí y a regresarme 45 […]


El fallecimiento de quien fuera mi gran amigo, con el que compartí en muchísimas ocasiones, con el que tenía tantas afinidades, quien para muchas de las actividades a las que me dedico era mi ejemplo y guía, Cesar Serna Mieles, me lleva a hacer memoria de cómo fue que lo conocí y a regresarme 45 años atrás.
En un pequeño caserío llamado La Loma de Potrerillo, que por aquellas épocas pertenecía al Municipio de Chiriguaná, en una de las interminables parrandas con caja, guacharaca y acordeón, en las que el anfitrión era Samuelito Martínez y a las que nunca faltaba Luis Felipe o Naferito Duran, llegó en aquella oportunidad un joven de baja estatura, con una voz algo rasgada, al que conocían todos los presentes y a quien invitaron a ser protagonista de la misma, quien sin dudar un instante se fue terciando el acordeón e interpretando en su propia voz medio ronca, un vallenato de la época; así conocí a quien admiré, respeté y valoré como uno de los hombres más valiosos de la cultura del Municipio de El Paso, Cesar Serna Miles.
Un líder en todo el sentido de la palabra fue Cesar Serna, un hombre al que le dolía la suerte de los habitantes de la región, al que la política le apasionaba casi al igual que la música de acordeón, un hombre que no escatimaba esfuerzos y quien le dedicó gran parte de su vida a la labor social en pro de sus paisanos, quien sin tener títulos y pergaminos llegó mucho más lejos que muchos profesionales de la región, fue Concejal, Alcalde y hasta Diputado.
Con las notas melodiosas de su acordeón canté muchas canciones y en reiteradas oportunidades le aprecié su jovial anecdotario, cuando Cesar se inventó en el Pasó el Festival Pedazo de Acordeón, yo lo imité creando en La Loma el Festival Samuel Martínez, con la diferencia de que en El Paso a nadie se le ocurría que Cesar Serna llegara a ser relevado de la presidencia del Festival, porque ese evento se convirtió durante el último cuarta de siglo de su existencia, en su razón de vivir.
El Municipio de El Paso quedó huérfano de uno de sus mejores hombres, los honores que se le tributen serán poquitos para la enjundia que le brotaba a Cesar en todas las actividades que emprendía, casi siempre en pro de la cultura y de la gente de su entorno. Todos sus amigos sabíamos que el cáncer que lo azotó durante los últimos años se lo iba a llevar a la tumba, pero ni la muerte se lo llevó cuando ella quiso, porque el coraje inquebrantable de Cesar Serna lo catapulto como un campeón de la vida. Paz en su tumba.