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Columnista - 25 febrero, 2015

El fajón de mi hermano

El otro día mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan recorrieron todos los almacenes de Valledupar en busca de un regalo de cumpleaños para el profesor, escritor e investigador Johnny Meza Orozco, un villanuevero dedicado de corazón y alma a escribir libros sobre matemática financiera. No compraron nada y regresaron tristes para sus casas. […]

El otro día mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan recorrieron todos los almacenes de Valledupar en busca de un regalo de cumpleaños para el profesor, escritor e investigador Johnny Meza Orozco, un villanuevero dedicado de corazón y alma a escribir libros sobre matemática financiera.

No compraron nada y regresaron tristes para sus casas. Dijeron que habían visto cientos de cosas que seguramente le hubiesen gustado al cumplimentado, pero no se pusieron de acuerdo para comprar.

Así pasa y a muchos les ha ocurrido lo mismo, mientras que hay personas que salen con 50 o 70 mil pesos y consiguen el detalle más maravilloso del mundo y hasta les queda plata.

Recuerdo que hace unos años mi esposa Marlene compró un regalo para la hija de su prima (Dany Gómez Martínez) y al llegar al festejo vio regalos muy grandes y valiosos. A la semana la prima Dany la llamó para preguntarle dónde había comprado las dos blusitas del regalo, para comprar dos o tres más, porque su hija no se las quería quitar ni de noche ni de día y no le había “parado bolas” a los regalos costosísimos.

Otros no encuentran qué regalar, ni con un millón de pesos. Hay cientos de ejemplos que hoy no voy a contar aquí, ni más faltaba.
Claro que hay otros que nunca los enseñaron a dar un detalle, son cujíes; ni dándoles la plata compran un regalo el día de tu cumpleaños. Son tan miserables que hasta critican los regalos que les dan. Bueno, pero dejemos a estos mezquinos quietos.

Pero no solo mis consejeros periodísticos son malísimos para comprar un regalo, tengo un hermano, Romel, que para salir del apuro mejor da el dinero y no pierde su tiempo buscando algo qué regalar.

Recuerdo que en mi casa cuando vivíamos todos los hermanos con mis padres Aquilino Cotes Calderón y Dominga Zuleta Ramírez (13 hermanos -10 hombres y 3 mujeres-), para el día de las Madres, mi hermano Romel siempre compraba un corte (tela para hacer un vestido) y se lo daba a mi hermana Dollys para que se lo regalara a mi mamá. A él le daba pena regalar lo mismo.

El 21 de febrero pasado, día de mi cumpleaños, mi hermano Romel llegó a mi casa con un regalo. Yo me sorprendí al ver su caminar alegre y una sonrisa a flor de labios. “Te compré esto Aquilino” y me dio un fuerte abrazo de felicitación.

Abrí la bolsa de regalo y encontré un fajón de puro cuero, hermoso, y dada la confianza que tengo con mi querido hermano le dije: “oye ya sabes comprar regalos”.

Volvió a sonreír y me dijo: “que va, una amiga me oyó decir que te venía a felicitar y me llevó a comprarte ese fajón” y soltó una carcajada. Romel no aprende, caramba. Hasta la próxima semana.

 

Columnista
25 febrero, 2015

El fajón de mi hermano

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Aquilino Cotes Zuleta

El otro día mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan recorrieron todos los almacenes de Valledupar en busca de un regalo de cumpleaños para el profesor, escritor e investigador Johnny Meza Orozco, un villanuevero dedicado de corazón y alma a escribir libros sobre matemática financiera. No compraron nada y regresaron tristes para sus casas. […]


El otro día mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan recorrieron todos los almacenes de Valledupar en busca de un regalo de cumpleaños para el profesor, escritor e investigador Johnny Meza Orozco, un villanuevero dedicado de corazón y alma a escribir libros sobre matemática financiera.

No compraron nada y regresaron tristes para sus casas. Dijeron que habían visto cientos de cosas que seguramente le hubiesen gustado al cumplimentado, pero no se pusieron de acuerdo para comprar.

Así pasa y a muchos les ha ocurrido lo mismo, mientras que hay personas que salen con 50 o 70 mil pesos y consiguen el detalle más maravilloso del mundo y hasta les queda plata.

Recuerdo que hace unos años mi esposa Marlene compró un regalo para la hija de su prima (Dany Gómez Martínez) y al llegar al festejo vio regalos muy grandes y valiosos. A la semana la prima Dany la llamó para preguntarle dónde había comprado las dos blusitas del regalo, para comprar dos o tres más, porque su hija no se las quería quitar ni de noche ni de día y no le había “parado bolas” a los regalos costosísimos.

Otros no encuentran qué regalar, ni con un millón de pesos. Hay cientos de ejemplos que hoy no voy a contar aquí, ni más faltaba.
Claro que hay otros que nunca los enseñaron a dar un detalle, son cujíes; ni dándoles la plata compran un regalo el día de tu cumpleaños. Son tan miserables que hasta critican los regalos que les dan. Bueno, pero dejemos a estos mezquinos quietos.

Pero no solo mis consejeros periodísticos son malísimos para comprar un regalo, tengo un hermano, Romel, que para salir del apuro mejor da el dinero y no pierde su tiempo buscando algo qué regalar.

Recuerdo que en mi casa cuando vivíamos todos los hermanos con mis padres Aquilino Cotes Calderón y Dominga Zuleta Ramírez (13 hermanos -10 hombres y 3 mujeres-), para el día de las Madres, mi hermano Romel siempre compraba un corte (tela para hacer un vestido) y se lo daba a mi hermana Dollys para que se lo regalara a mi mamá. A él le daba pena regalar lo mismo.

El 21 de febrero pasado, día de mi cumpleaños, mi hermano Romel llegó a mi casa con un regalo. Yo me sorprendí al ver su caminar alegre y una sonrisa a flor de labios. “Te compré esto Aquilino” y me dio un fuerte abrazo de felicitación.

Abrí la bolsa de regalo y encontré un fajón de puro cuero, hermoso, y dada la confianza que tengo con mi querido hermano le dije: “oye ya sabes comprar regalos”.

Volvió a sonreír y me dijo: “que va, una amiga me oyó decir que te venía a felicitar y me llevó a comprarte ese fajón” y soltó una carcajada. Romel no aprende, caramba. Hasta la próxima semana.