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Columnista - 15 noviembre, 2014

El compositor natural

El año 1994 dejó en el sentimiento de los zuletistas una sensación de orgullo y gran satisfacción por el soberbio L.P ‘Tardes de Verano’ que ‘Poncho’ y Emiliano grabaron con todo el cariño y entusiasmo de estos agradecidos artistas, con el público que los ha consagrado como auténticos exponentes del folclor vallenato. El título del […]

El año 1994 dejó en el sentimiento de los zuletistas una sensación de orgullo y gran satisfacción por el soberbio L.P ‘Tardes de Verano’ que ‘Poncho’ y Emiliano grabaron con todo el cariño y entusiasmo de estos agradecidos artistas, con el público que los ha consagrado como auténticos exponentes del folclor vallenato.
El título del álbum referido tomó su nombre de esta hermosa composición de Emilianito, llena de nostalgia y descriptiva del paisaje vespertino que solo puede brindarnos el majestuoso mar Caribe, con sus arreboles de sangre dorada que se burlan con descaro de la bella luna cartagenera cuando esta tímidamente se asoma detrás de la tarde que se va y de la noche que llega.
Un combo de amigos sinuanos liderados por el doctor Anturio Vega Sánchez, Jaime Caballero, Jorge Negrete Abdalla y el espléndido ‘Baquique’, mantenían constantemente la agrupación de los Zuleta haciendo presencia y alegrando ferias, fiestas de toros y casetas populares en todos los pueblos de Córdoba, al punto que el grupo prácticamente tenía como sede Cereté, la tierra del oro blanco como magistralmente la bautizo Andrés Landero en la canción del mismo nombre.
Después de casi tres meses de gira por esas tierras el grupo regresaba a Valledupar y en el cruce de El Carmen de Bolívar, que girando a la derecha llega al Magdalena y busca El Cesar, Emilianito maleta en mano y sin acordeón se bajó del bus y tomando un carrito expreso se fue para Cartagena con el presentimiento que en esta ciudad de encantos miles algo muy grato lo esperaba. El fastidio de tanto trasnocho, parrandas y el disgusto con su esposa por sus largas ausencias del hogar le indicaban que un cambio de ambiente, un descanso y una terapia mental eran necesarios y esto generalmente se lo ofrecía la ciudad heroica.
Llegó de tardecita y después de instalarse generalmente en el hotel Flamingo, se enganchó una pantaloneta y se fue a su encuentro con el mar. Las caricias frescas de las olas, el murmullo cantarín de la brisa, un crepúsculo de fuego en el horizonte y una playa llena de muchachas lo emocionaron al recordar a la exótica Guajira, su madre tierra. Conmocionado por la belleza del paisaje, se sentó en la arena a contemplarlo y llamó a uno de los meseros del hotel ordenándole un baldecito con hielo y una botella de olparcito. Con la complicidad de un afable vaso de wiskhy, hermosos versos se amontonaban en su mente, descriptivos de aquel inspirador momento. Lamentó por un instante no poder como Obregón pintar la hermosura de aquella acuarela Cartagenera, pero la madre naturaleza siendo tan sabia y grandiosa le dio la asombrosa virtud de dibujar la belleza con melodía y sentimiento. Así nació esta bonita canción en esa hermosa tarde de verano.
Es esta la virtud del compositor natural cuando la inspiración llega de punto y sin avisar, sin premeditación, a cualquier hora y en cualquier lugar, experiencia esta vivida por Emilianito desde su primera composición ‘Mis Vacaciones’ que hizo en un bus destartalao, sin aire acondicionado, de estridente corneta y chofer mal humorado, viajando de Tunja pa’ Valledupar.

Columnista
15 noviembre, 2014

El compositor natural

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio C. Oñate M.

El año 1994 dejó en el sentimiento de los zuletistas una sensación de orgullo y gran satisfacción por el soberbio L.P ‘Tardes de Verano’ que ‘Poncho’ y Emiliano grabaron con todo el cariño y entusiasmo de estos agradecidos artistas, con el público que los ha consagrado como auténticos exponentes del folclor vallenato. El título del […]


El año 1994 dejó en el sentimiento de los zuletistas una sensación de orgullo y gran satisfacción por el soberbio L.P ‘Tardes de Verano’ que ‘Poncho’ y Emiliano grabaron con todo el cariño y entusiasmo de estos agradecidos artistas, con el público que los ha consagrado como auténticos exponentes del folclor vallenato.
El título del álbum referido tomó su nombre de esta hermosa composición de Emilianito, llena de nostalgia y descriptiva del paisaje vespertino que solo puede brindarnos el majestuoso mar Caribe, con sus arreboles de sangre dorada que se burlan con descaro de la bella luna cartagenera cuando esta tímidamente se asoma detrás de la tarde que se va y de la noche que llega.
Un combo de amigos sinuanos liderados por el doctor Anturio Vega Sánchez, Jaime Caballero, Jorge Negrete Abdalla y el espléndido ‘Baquique’, mantenían constantemente la agrupación de los Zuleta haciendo presencia y alegrando ferias, fiestas de toros y casetas populares en todos los pueblos de Córdoba, al punto que el grupo prácticamente tenía como sede Cereté, la tierra del oro blanco como magistralmente la bautizo Andrés Landero en la canción del mismo nombre.
Después de casi tres meses de gira por esas tierras el grupo regresaba a Valledupar y en el cruce de El Carmen de Bolívar, que girando a la derecha llega al Magdalena y busca El Cesar, Emilianito maleta en mano y sin acordeón se bajó del bus y tomando un carrito expreso se fue para Cartagena con el presentimiento que en esta ciudad de encantos miles algo muy grato lo esperaba. El fastidio de tanto trasnocho, parrandas y el disgusto con su esposa por sus largas ausencias del hogar le indicaban que un cambio de ambiente, un descanso y una terapia mental eran necesarios y esto generalmente se lo ofrecía la ciudad heroica.
Llegó de tardecita y después de instalarse generalmente en el hotel Flamingo, se enganchó una pantaloneta y se fue a su encuentro con el mar. Las caricias frescas de las olas, el murmullo cantarín de la brisa, un crepúsculo de fuego en el horizonte y una playa llena de muchachas lo emocionaron al recordar a la exótica Guajira, su madre tierra. Conmocionado por la belleza del paisaje, se sentó en la arena a contemplarlo y llamó a uno de los meseros del hotel ordenándole un baldecito con hielo y una botella de olparcito. Con la complicidad de un afable vaso de wiskhy, hermosos versos se amontonaban en su mente, descriptivos de aquel inspirador momento. Lamentó por un instante no poder como Obregón pintar la hermosura de aquella acuarela Cartagenera, pero la madre naturaleza siendo tan sabia y grandiosa le dio la asombrosa virtud de dibujar la belleza con melodía y sentimiento. Así nació esta bonita canción en esa hermosa tarde de verano.
Es esta la virtud del compositor natural cuando la inspiración llega de punto y sin avisar, sin premeditación, a cualquier hora y en cualquier lugar, experiencia esta vivida por Emilianito desde su primera composición ‘Mis Vacaciones’ que hizo en un bus destartalao, sin aire acondicionado, de estridente corneta y chofer mal humorado, viajando de Tunja pa’ Valledupar.