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Columnista - 30 octubre, 2014

El ciudadano contra el capitalismo Salvaje

¿A qué o a quién se enfrenta un ciudadano cuando pide respeto y atención, y la otra parte resulta ser un banco, una EPS o Electricaribe? ¿A qué o a quién siente que se enfrenta? ¿Siente que se enfrenta a una persona natural, llámese secretaria o gerente? ¿Siente que se enfrenta a una persona jurídica […]

¿A qué o a quién se enfrenta un ciudadano cuando pide respeto y atención, y la otra parte resulta ser un banco, una EPS o Electricaribe? ¿A qué o a quién siente que se enfrenta? ¿Siente que se enfrenta a una persona natural, llámese secretaria o gerente? ¿Siente que se enfrenta a una persona jurídica organizada y ágil? ¿O a un edificio frío con un letrero que no habla, que no responde, que no soluciona, que no siente? Como cuando se ve obligado a entenderse con la contestadora o el cubículo de Aseo del Norte, la empresa de aseo de Valledupar, operada por uno de sus socios, Interaseo; la misma que cobra en el recibo de Electricaribe un costo fijo y otro al que llama variable.

En realidad, nos estamos enfrentado a algo de lo que hemos escuchado hablar toda la vida, y que nunca antes habíamos sentido tan cerca: el capitalismo salvaje representado en el monopolio de bienes y servicios. Palpable en casos como el de Santiago José Hernández Cárdenas, que el 17 de octubre se encadenó a la puerta de Coomeva ante la negativa de entregarle los medicamentos de su tratamiento. “Me encadené porque tengo una enfermedad que me está matando y no me traen los medicamentos. Van quince días de retraso y cada vez me voy desgastando, desgastando”, dijo el hombre a EL PILÓN.

Esas situaciones se van a seguir presentando y su número tiende a crecer al mismo ritmo en que se fortalecen esas empresas. Lo duro de estos casos es que la ciudadanía, siente rabia e impotencia, pero poco o nada puede hacer. En cambio los entes territoriales sí. En estos casos las administraciones públicas van a tener que involucrarse y ponerse de parte de la ciudadanía.

En esencia, hay que generar mecanismos que le hagan sentir al ciudadano de a pie que no está solo. Diariamente asistimos a ese deprimente espectáculo donde se da una lucha desigual y desesperanzada por una cita médica, un medicamento, un sobrecosto en el recibo de energía, un turno en el Sisbén, o reclamar un área de cesión. Y si no fuera por espacios como los que brindan Al Ruedo de Radio Guatapurí, y el profesor Carlos Quintero en Maravilla Estéreo, la gente no tendría ni cómo desahogarse.

Por eso las administraciones públicas modernas tienen que reorientar sus vanos propósitos hacia uno menos pupy y más difícil, pero fundamental, consistente en darse la mano con la ciudadanía para trazar una política pública eficiente que permitan anticiparse como el mejor de los acudientes cuando se requiera hacer justicia social con acertada planeación. Y en esto, Valledupar tiene cómo ser la mejor.

Por Aníbal Quiroz Monsalvo

Columnista
30 octubre, 2014

El ciudadano contra el capitalismo Salvaje

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
El Pilón

¿A qué o a quién se enfrenta un ciudadano cuando pide respeto y atención, y la otra parte resulta ser un banco, una EPS o Electricaribe? ¿A qué o a quién siente que se enfrenta? ¿Siente que se enfrenta a una persona natural, llámese secretaria o gerente? ¿Siente que se enfrenta a una persona jurídica […]


¿A qué o a quién se enfrenta un ciudadano cuando pide respeto y atención, y la otra parte resulta ser un banco, una EPS o Electricaribe? ¿A qué o a quién siente que se enfrenta? ¿Siente que se enfrenta a una persona natural, llámese secretaria o gerente? ¿Siente que se enfrenta a una persona jurídica organizada y ágil? ¿O a un edificio frío con un letrero que no habla, que no responde, que no soluciona, que no siente? Como cuando se ve obligado a entenderse con la contestadora o el cubículo de Aseo del Norte, la empresa de aseo de Valledupar, operada por uno de sus socios, Interaseo; la misma que cobra en el recibo de Electricaribe un costo fijo y otro al que llama variable.

En realidad, nos estamos enfrentado a algo de lo que hemos escuchado hablar toda la vida, y que nunca antes habíamos sentido tan cerca: el capitalismo salvaje representado en el monopolio de bienes y servicios. Palpable en casos como el de Santiago José Hernández Cárdenas, que el 17 de octubre se encadenó a la puerta de Coomeva ante la negativa de entregarle los medicamentos de su tratamiento. “Me encadené porque tengo una enfermedad que me está matando y no me traen los medicamentos. Van quince días de retraso y cada vez me voy desgastando, desgastando”, dijo el hombre a EL PILÓN.

Esas situaciones se van a seguir presentando y su número tiende a crecer al mismo ritmo en que se fortalecen esas empresas. Lo duro de estos casos es que la ciudadanía, siente rabia e impotencia, pero poco o nada puede hacer. En cambio los entes territoriales sí. En estos casos las administraciones públicas van a tener que involucrarse y ponerse de parte de la ciudadanía.

En esencia, hay que generar mecanismos que le hagan sentir al ciudadano de a pie que no está solo. Diariamente asistimos a ese deprimente espectáculo donde se da una lucha desigual y desesperanzada por una cita médica, un medicamento, un sobrecosto en el recibo de energía, un turno en el Sisbén, o reclamar un área de cesión. Y si no fuera por espacios como los que brindan Al Ruedo de Radio Guatapurí, y el profesor Carlos Quintero en Maravilla Estéreo, la gente no tendría ni cómo desahogarse.

Por eso las administraciones públicas modernas tienen que reorientar sus vanos propósitos hacia uno menos pupy y más difícil, pero fundamental, consistente en darse la mano con la ciudadanía para trazar una política pública eficiente que permitan anticiparse como el mejor de los acudientes cuando se requiera hacer justicia social con acertada planeación. Y en esto, Valledupar tiene cómo ser la mejor.

Por Aníbal Quiroz Monsalvo