Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 25 septiembre, 2014

Educación Ambiental para el desarrollo sostenible (Primera parte)

Nos parece importante que antes de definir el desarrollo sostenible, definamos el significado de desarrollo, y digamos que según la Real Academia de la Lengua, en uno de sus conceptos lo define como: “ la evolución progresiva de una economía hacia mejores niveles de vida”; esto significa que se está en constante movimiento, o en […]

Nos parece importante que antes de definir el desarrollo sostenible, definamos el significado de desarrollo, y digamos que según la Real Academia de la Lengua, en uno de sus conceptos lo define como: “ la evolución progresiva de una economía hacia mejores niveles de vida”; esto significa que se está en constante movimiento, o en constante actividad de cara a las exigencias del medio y el tiempo en el que se vive, pero con un rumbo y un propósito determinados: buscar mejores condiciones de vida cada día.
Ahora miremos que nos dice al respecto instituciones como la Comisión Mundial del Medio Ambiente de la ONU, define el desarrollo sostenible como “un desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades”. El anterior es el ideal que se quiere alcanzar y que día a día se debe construir entre todos y todas, pero que debe ser apoyado y liderado, en primera línea, por las organizaciones mundiales, los gobiernos y las grandes empresas.
En este mismo sentido, en el marco, de la década (2005 – 2014) por una Educación para la Sostenibilidad, el Secretario General de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), Álvaro Marchesi, envió un mensaje al mundo (junio 2008) donde dijo: “vivimos en un mundo con el grave riesgo de dejar de ser habitable. Los procesos de deterioro del medio ambiente pueden llegar a ser irreversible si no se adoptan las medidas adecuadas. El progreso económico e industrial de la humanidad de forma descontrolada y desequilibrada amenaza tanto a la vida de centenares de millones de personas, sobre todo aquellas que viven en condiciones más vulnerables como la supervivencia de las especies animales”.
El anterior mensaje nos lleva a reflexionar seriamente sobre este riesgo latente, pero no lo hagamos con una mirada de impotencia o desesperada, mirémoslo con optimismo realista y hagamos desde nuestro espacio y desde nuestra persona, nuestras familias, nuestro sentido de responsabilidad, todo lo que sea posible para contribuir a minimizar los riesgos. Surge entonces un interrogante: ¿cómo lograr satisfacer las necesidades actuales y garantizar que también se puedan suplir las necesidades del mañana?
La educación ambiental cumple un papel fundamental en este propósito hay que educar desde la cotidianidad para el desarrollo de valores, educar para el ahorro del agua, de la energía; educar para el consumo responsable, educar para lograr un desarrollo industrial y tecnológico equilibrado, educar para reducir los efectos negativos de las actividades económicas como el consumo desmesurado de recursos y disposición inadecuada de éstos, de tal forma que su impacto afecte lo menos posible a las próximas generaciones.

Columnista
25 septiembre, 2014

Educación Ambiental para el desarrollo sostenible (Primera parte)

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hernán Maestre Martínez

Nos parece importante que antes de definir el desarrollo sostenible, definamos el significado de desarrollo, y digamos que según la Real Academia de la Lengua, en uno de sus conceptos lo define como: “ la evolución progresiva de una economía hacia mejores niveles de vida”; esto significa que se está en constante movimiento, o en […]


Nos parece importante que antes de definir el desarrollo sostenible, definamos el significado de desarrollo, y digamos que según la Real Academia de la Lengua, en uno de sus conceptos lo define como: “ la evolución progresiva de una economía hacia mejores niveles de vida”; esto significa que se está en constante movimiento, o en constante actividad de cara a las exigencias del medio y el tiempo en el que se vive, pero con un rumbo y un propósito determinados: buscar mejores condiciones de vida cada día.
Ahora miremos que nos dice al respecto instituciones como la Comisión Mundial del Medio Ambiente de la ONU, define el desarrollo sostenible como “un desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades”. El anterior es el ideal que se quiere alcanzar y que día a día se debe construir entre todos y todas, pero que debe ser apoyado y liderado, en primera línea, por las organizaciones mundiales, los gobiernos y las grandes empresas.
En este mismo sentido, en el marco, de la década (2005 – 2014) por una Educación para la Sostenibilidad, el Secretario General de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), Álvaro Marchesi, envió un mensaje al mundo (junio 2008) donde dijo: “vivimos en un mundo con el grave riesgo de dejar de ser habitable. Los procesos de deterioro del medio ambiente pueden llegar a ser irreversible si no se adoptan las medidas adecuadas. El progreso económico e industrial de la humanidad de forma descontrolada y desequilibrada amenaza tanto a la vida de centenares de millones de personas, sobre todo aquellas que viven en condiciones más vulnerables como la supervivencia de las especies animales”.
El anterior mensaje nos lleva a reflexionar seriamente sobre este riesgo latente, pero no lo hagamos con una mirada de impotencia o desesperada, mirémoslo con optimismo realista y hagamos desde nuestro espacio y desde nuestra persona, nuestras familias, nuestro sentido de responsabilidad, todo lo que sea posible para contribuir a minimizar los riesgos. Surge entonces un interrogante: ¿cómo lograr satisfacer las necesidades actuales y garantizar que también se puedan suplir las necesidades del mañana?
La educación ambiental cumple un papel fundamental en este propósito hay que educar desde la cotidianidad para el desarrollo de valores, educar para el ahorro del agua, de la energía; educar para el consumo responsable, educar para lograr un desarrollo industrial y tecnológico equilibrado, educar para reducir los efectos negativos de las actividades económicas como el consumo desmesurado de recursos y disposición inadecuada de éstos, de tal forma que su impacto afecte lo menos posible a las próximas generaciones.