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Columnista - 4 febrero, 2015

Demos buen ejemplo

Mientras en otras ciudades han tratado de conservar, ser celosos, cuidar lo que tienen, crear una nueva ciudad, recuperar sectores que presentaban un alto deterioro social y ambiental, que se han apropiado de sus ciudades, aquí en la nuestra es todo lo contrario. Nosotros mismos nos constituimos en los principales contaminantes de nuestras calles, bulevares, […]

Mientras en otras ciudades han tratado de conservar, ser celosos, cuidar lo que tienen, crear una nueva ciudad, recuperar sectores que presentaban un alto deterioro social y ambiental, que se han apropiado de sus ciudades, aquí en la nuestra es todo lo contrario. Nosotros mismos nos constituimos en los principales contaminantes de nuestras calles, bulevares, parques, dando mal ejemplo y convirtiéndonos en los destructores de muchas cosas importantes.

Mientras el municipio y algunas autoridades hacen intentos a veces demasiado tímidos por proteger la naturaleza, crear nuevos parques, embellecer ciertos sectores, nosotros mismos nos encargamos de destruirlo todo y mantener muchas calles y sitios sucios. Ejemplo de ello hay muchos. Por ejemplo, basta con que usted siga el carro de una persona que compra, en cualquier semáforo de la ciudad, en cualquier sitio de venta de mamoncillos, guineo, mandarina o cualquier otra cosa, y notará que es un lamentable espectáculo. Cuántas personas adultas o niños que van en el carro, abren la ventanilla (si va con aire acondicionado) para que comiencen a arrojar cáscaras, semillas, sin importarles nada.

Basta con visitar un teatro después de cualquier función, basta pasar por la Calle del Cesar, por la Plaza Alfonso López, después de cualquier espectáculo, basta con asistir un domingo al Balneario Hurtado, basta con ojear la foto de Joaquín Ramírez, fotógrafo del Diario El Pilón, en la sección Foto del Día para darnos cuenta de los destrozos que hacen los vándalos de los faroles, de las bancas públicas, de las señales de tránsito y de las canecas del espacio público y ahora que escribo de las canecas, vuelvo y le recuerdo al Secretario de Obras Públicas para que inicie el cambio de muchas de estas en algunos sectores de la ciudad que se encuentran sin fondo ¿Hasta cuándo?

Se tiene la impresión de que no existe ningún pudor en quienes frecuentan esos sitios, les arrojan toda clase de desperdicios al piso y destruyen todo lo que encuentran a su paso. No alcanzamos a entender o comprender cómo una persona o grupo de degenerados puedan arrasar algo que saben que están allí para su propio beneficio.
Finalmente, es más fácil, toma mucho menos tiempo y exige mucho menos energía conservar que destruir.

Postdata:
Es el momento de apoyar a nuestra policía que a estas horas hace ingentes esfuerzos para dar cumplimiento al Decreto 006396 del 29 de diciembre de 2014 sobre el mototaxismo. Señores agentes, mano firme y fuerte.

Columnista
4 febrero, 2015

Demos buen ejemplo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Alberto Herazo P.

Mientras en otras ciudades han tratado de conservar, ser celosos, cuidar lo que tienen, crear una nueva ciudad, recuperar sectores que presentaban un alto deterioro social y ambiental, que se han apropiado de sus ciudades, aquí en la nuestra es todo lo contrario. Nosotros mismos nos constituimos en los principales contaminantes de nuestras calles, bulevares, […]


Mientras en otras ciudades han tratado de conservar, ser celosos, cuidar lo que tienen, crear una nueva ciudad, recuperar sectores que presentaban un alto deterioro social y ambiental, que se han apropiado de sus ciudades, aquí en la nuestra es todo lo contrario. Nosotros mismos nos constituimos en los principales contaminantes de nuestras calles, bulevares, parques, dando mal ejemplo y convirtiéndonos en los destructores de muchas cosas importantes.

Mientras el municipio y algunas autoridades hacen intentos a veces demasiado tímidos por proteger la naturaleza, crear nuevos parques, embellecer ciertos sectores, nosotros mismos nos encargamos de destruirlo todo y mantener muchas calles y sitios sucios. Ejemplo de ello hay muchos. Por ejemplo, basta con que usted siga el carro de una persona que compra, en cualquier semáforo de la ciudad, en cualquier sitio de venta de mamoncillos, guineo, mandarina o cualquier otra cosa, y notará que es un lamentable espectáculo. Cuántas personas adultas o niños que van en el carro, abren la ventanilla (si va con aire acondicionado) para que comiencen a arrojar cáscaras, semillas, sin importarles nada.

Basta con visitar un teatro después de cualquier función, basta pasar por la Calle del Cesar, por la Plaza Alfonso López, después de cualquier espectáculo, basta con asistir un domingo al Balneario Hurtado, basta con ojear la foto de Joaquín Ramírez, fotógrafo del Diario El Pilón, en la sección Foto del Día para darnos cuenta de los destrozos que hacen los vándalos de los faroles, de las bancas públicas, de las señales de tránsito y de las canecas del espacio público y ahora que escribo de las canecas, vuelvo y le recuerdo al Secretario de Obras Públicas para que inicie el cambio de muchas de estas en algunos sectores de la ciudad que se encuentran sin fondo ¿Hasta cuándo?

Se tiene la impresión de que no existe ningún pudor en quienes frecuentan esos sitios, les arrojan toda clase de desperdicios al piso y destruyen todo lo que encuentran a su paso. No alcanzamos a entender o comprender cómo una persona o grupo de degenerados puedan arrasar algo que saben que están allí para su propio beneficio.
Finalmente, es más fácil, toma mucho menos tiempo y exige mucho menos energía conservar que destruir.

Postdata:
Es el momento de apoyar a nuestra policía que a estas horas hace ingentes esfuerzos para dar cumplimiento al Decreto 006396 del 29 de diciembre de 2014 sobre el mototaxismo. Señores agentes, mano firme y fuerte.