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Columnista - 20 febrero, 2015

Aprender a vivir

“Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? San Mateo 16,26. Para ilustrar esta columna, recuerdo la historia de un muchacho que transportaba por un peligroso y caudaloso río, en su pequeño bote de remos, a un ilustrado y venerable anciano, quien al fijarse en una hoja que […]

“Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? San Mateo 16,26.
Para ilustrar esta columna, recuerdo la historia de un muchacho que transportaba por un peligroso y caudaloso río, en su pequeño bote de remos, a un ilustrado y venerable anciano, quien al fijarse en una hoja que flotaba, le preguntó al muchacho si sabía algo de biología. No sé nada, respondió el muchacho. ¡Has perdido el veinticinco por ciento de tu vida! Dijo el anciano.

Luego, mientras miraba las rocas del fondo del río, volvió a preguntar: ¿Sabes algo de geología? No sé nada, señor; contestó el muchacho. ¡Has perdido el cincuenta por ciento de tu vida! Dijo el anciano. Más adelante, contemplando el cielo, preguntó: ¿Sabes algo de astronomía? No, no sé nada señor. Reconoció el muchacho. Hijo, ¡has perdido el setenta y cinco por ciento de tu vida! Dijo el anciano en tono regañón. En ese momento, el muchacho observó la enorme cascada hacia donde se aproximaban, y desesperado le preguntó al anciano: Señor, ¿sabe nadar? No, respondió el anciano. ¡Usted acaba de perder el cien por ciento de su vida! Le gritó el muchacho, mientras se lanzaba hacía la orilla.
Corolario: No tenemos que aprender todas las ciencias, los métodos y técnicas de la vida, pero si debemos aprender a vivir. Vivimos interesados en la vida después de la muerte, pero aún más nos debería interesar la vida después de nacer.

Amados amigos lectores, el gran secreto para aprender a vivir, es no vivir para sí, sino vivir para los demás, comenzando con una adecuada visión interior que nos permitan desarrollar actitudes sanas y positivas hacia otros. He aquí tres consejos para lograrlo: Primero, aprendamos a decir siempre algo positivo a los demás. Hay personas cuya conversación es negativa, nadie es lo suficientemente bueno ni capaz, mantienen un pesimismo absoluto, los halagos son irónicos, las adulaciones son sarcásticas, siempre ven el vaso medio vacío y no encuentran palabras amables para nadie. Es posible decirle algo positivo a alguien si nos disponemos para hacerlo.
Segundo, Aprendamos a ver algo positivo en lo que nos sucede. Generalmente estamos prevenidos hacia lo malo y nuestra imaginación no ayuda mucho. No estoy diciendo que todo lo que nos ocurre es bueno, pero sí que debemos aprender a ser realistas positivos y ver el lado bueno que pueda haber en cada suceso. Podemos hallar algo positivo en las circunstancias más difíciles.

Tercero, aprendamos a mantener sencillas las cosas grandes. En ocasiones, hacemos lo contrario, tomamos cosas pequeñas y las complicamos tanto que luego no podemos hacer nada con ellas. Debemos ver grandes e importantes las tareas, pero a mantenerlas sencillas para llevarlas a cabo.
Muchas personas se pasan la vida aprendiendo a hacer algo, y después que aprenden, realizan muy poco lo que aprendieron, mientras continúan buscando un nuevo cómo hacer algo. La clave para usar lo que aprendemos es saber para qué. Podemos aprender a realizar una tarea, pero eso no asegura que lo hagamos. Así, la clave no es cómo vivir, sino para qué estamos viviendo.

Mi invitación hoy es que aprendamos a vivir, el vivir es participar activamente de la realidad y la realidad más profunda son las personas. Siempre estaremos modelando para otros, mediante nuestra conducta o la guía inconsciente o deliberada, por eso es menester comprender lo que hacemos y para qué.

Las personas con motivos correctos quieren hacer más que existir; quieren contribuir, tener un sentido de importancia, tener una razón de ser que le dé peso y solides a su vida, con metas claras y sentido de valoración, con sentido de misión y destino. Todo esto se logrará mejor mediante el proceso de aprender a vivir.
Recordemos, aprendamos a vivir. Abrazos y muchas bendiciones

Columnista
20 febrero, 2015

Aprender a vivir

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? San Mateo 16,26. Para ilustrar esta columna, recuerdo la historia de un muchacho que transportaba por un peligroso y caudaloso río, en su pequeño bote de remos, a un ilustrado y venerable anciano, quien al fijarse en una hoja que […]


“Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? San Mateo 16,26.
Para ilustrar esta columna, recuerdo la historia de un muchacho que transportaba por un peligroso y caudaloso río, en su pequeño bote de remos, a un ilustrado y venerable anciano, quien al fijarse en una hoja que flotaba, le preguntó al muchacho si sabía algo de biología. No sé nada, respondió el muchacho. ¡Has perdido el veinticinco por ciento de tu vida! Dijo el anciano.

Luego, mientras miraba las rocas del fondo del río, volvió a preguntar: ¿Sabes algo de geología? No sé nada, señor; contestó el muchacho. ¡Has perdido el cincuenta por ciento de tu vida! Dijo el anciano. Más adelante, contemplando el cielo, preguntó: ¿Sabes algo de astronomía? No, no sé nada señor. Reconoció el muchacho. Hijo, ¡has perdido el setenta y cinco por ciento de tu vida! Dijo el anciano en tono regañón. En ese momento, el muchacho observó la enorme cascada hacia donde se aproximaban, y desesperado le preguntó al anciano: Señor, ¿sabe nadar? No, respondió el anciano. ¡Usted acaba de perder el cien por ciento de su vida! Le gritó el muchacho, mientras se lanzaba hacía la orilla.
Corolario: No tenemos que aprender todas las ciencias, los métodos y técnicas de la vida, pero si debemos aprender a vivir. Vivimos interesados en la vida después de la muerte, pero aún más nos debería interesar la vida después de nacer.

Amados amigos lectores, el gran secreto para aprender a vivir, es no vivir para sí, sino vivir para los demás, comenzando con una adecuada visión interior que nos permitan desarrollar actitudes sanas y positivas hacia otros. He aquí tres consejos para lograrlo: Primero, aprendamos a decir siempre algo positivo a los demás. Hay personas cuya conversación es negativa, nadie es lo suficientemente bueno ni capaz, mantienen un pesimismo absoluto, los halagos son irónicos, las adulaciones son sarcásticas, siempre ven el vaso medio vacío y no encuentran palabras amables para nadie. Es posible decirle algo positivo a alguien si nos disponemos para hacerlo.
Segundo, Aprendamos a ver algo positivo en lo que nos sucede. Generalmente estamos prevenidos hacia lo malo y nuestra imaginación no ayuda mucho. No estoy diciendo que todo lo que nos ocurre es bueno, pero sí que debemos aprender a ser realistas positivos y ver el lado bueno que pueda haber en cada suceso. Podemos hallar algo positivo en las circunstancias más difíciles.

Tercero, aprendamos a mantener sencillas las cosas grandes. En ocasiones, hacemos lo contrario, tomamos cosas pequeñas y las complicamos tanto que luego no podemos hacer nada con ellas. Debemos ver grandes e importantes las tareas, pero a mantenerlas sencillas para llevarlas a cabo.
Muchas personas se pasan la vida aprendiendo a hacer algo, y después que aprenden, realizan muy poco lo que aprendieron, mientras continúan buscando un nuevo cómo hacer algo. La clave para usar lo que aprendemos es saber para qué. Podemos aprender a realizar una tarea, pero eso no asegura que lo hagamos. Así, la clave no es cómo vivir, sino para qué estamos viviendo.

Mi invitación hoy es que aprendamos a vivir, el vivir es participar activamente de la realidad y la realidad más profunda son las personas. Siempre estaremos modelando para otros, mediante nuestra conducta o la guía inconsciente o deliberada, por eso es menester comprender lo que hacemos y para qué.

Las personas con motivos correctos quieren hacer más que existir; quieren contribuir, tener un sentido de importancia, tener una razón de ser que le dé peso y solides a su vida, con metas claras y sentido de valoración, con sentido de misión y destino. Todo esto se logrará mejor mediante el proceso de aprender a vivir.
Recordemos, aprendamos a vivir. Abrazos y muchas bendiciones