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Columnista - 26 junio, 2014

A pensar en el pos conflicto

Santos no la tendrá fácil; desarmar a una guerrilla poderosa que por 50 años reclamó un nuevo modelo económico, en especial, lo referente a resolver el complicado problema de la tenencia de la tierra, que no ha estado en manos de campesinos sino de sátrapas y delincuentes de toda laya en representación de partidos políticos, […]

Santos no la tendrá fácil; desarmar a una guerrilla poderosa que por 50 años reclamó un nuevo modelo económico, en especial, lo referente a resolver el complicado problema de la tenencia de la tierra, que no ha estado en manos de campesinos sino de sátrapas y delincuentes de toda laya en representación de partidos políticos, será un hueso duro de roer.

El presidente reelecto tendrá que decidirse si atiende las reclamaciones del grupo con el cual pretende hacer la paz o por los intereses de la grande industria del agro. La designación de su ministro de agricultura indicará hasta dónde puede llegar Santos, como coloquialmente se dice, por el desayuno se conoce el almuerzo. Las zonas de reserva campesina que tanto preocupan a la dirigencia de Fedegán y a sus conmilitones de la terrateniente ultra derecha, dueña de facto desde la época de las Encomiendas de la colonia española, que desalojó de sus tierras a los indígenas, sus verdaderos dueños.

Por otro lado, las mil veces aplazadas reformas a los sectores salud, educación y justicia serán también parte de la prueba de ácido del nuevo gobierno.

No me gustaría estar en el pellejo de JMS. La reforma del código minero es algo que debe llegar hasta el tuétano de nuestra economía. La minería se convirtió en el vellocino de oro de la inversión extranjera, todos quieren venir a Colombia, pese a sus problemas de seguridad, pero la ganga de la seguridad inversionista se hizo irresistible; Colombia es el quinto país del mundo en cuanto se refiere a garantías ofrecidas a la inversión extranjera en minería; las excepciones y elusiones son inmensas; solo pagan del 8 al 12% contra el 35% de impuesto a las utilidades que pagan los empresarios nacionales; la repatriación de las utilidades salen del país con cero impuesto.

Mientras tanto, los compromisos adquiridos con la naturalezay la salud de los pueblos mineros son burlados. Con relación al comercio internacional, que si bien no hace parte de la mesa de la Habana, se hace urgente una revisión a los TLC firmados.

Los TLC son una falacia, todos los países del mundo soportan su economía más en el mercado interno que en el externo; incluso, los EE.UU con un gran potencial exportador, el 70% de su PIB se apoya en el mercado doméstico. En nuestro caso, con economía minera, las importaciones de productos no minero energéticos, superan las exportaciones; el PIB minero energético de Colombia es más del 50% del total y no requiere para su comercialización de ningún tratado.

Hay que estar atentos a estos desarrollos.

Columnista
26 junio, 2014

A pensar en el pos conflicto

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Santos no la tendrá fácil; desarmar a una guerrilla poderosa que por 50 años reclamó un nuevo modelo económico, en especial, lo referente a resolver el complicado problema de la tenencia de la tierra, que no ha estado en manos de campesinos sino de sátrapas y delincuentes de toda laya en representación de partidos políticos, […]


Santos no la tendrá fácil; desarmar a una guerrilla poderosa que por 50 años reclamó un nuevo modelo económico, en especial, lo referente a resolver el complicado problema de la tenencia de la tierra, que no ha estado en manos de campesinos sino de sátrapas y delincuentes de toda laya en representación de partidos políticos, será un hueso duro de roer.

El presidente reelecto tendrá que decidirse si atiende las reclamaciones del grupo con el cual pretende hacer la paz o por los intereses de la grande industria del agro. La designación de su ministro de agricultura indicará hasta dónde puede llegar Santos, como coloquialmente se dice, por el desayuno se conoce el almuerzo. Las zonas de reserva campesina que tanto preocupan a la dirigencia de Fedegán y a sus conmilitones de la terrateniente ultra derecha, dueña de facto desde la época de las Encomiendas de la colonia española, que desalojó de sus tierras a los indígenas, sus verdaderos dueños.

Por otro lado, las mil veces aplazadas reformas a los sectores salud, educación y justicia serán también parte de la prueba de ácido del nuevo gobierno.

No me gustaría estar en el pellejo de JMS. La reforma del código minero es algo que debe llegar hasta el tuétano de nuestra economía. La minería se convirtió en el vellocino de oro de la inversión extranjera, todos quieren venir a Colombia, pese a sus problemas de seguridad, pero la ganga de la seguridad inversionista se hizo irresistible; Colombia es el quinto país del mundo en cuanto se refiere a garantías ofrecidas a la inversión extranjera en minería; las excepciones y elusiones son inmensas; solo pagan del 8 al 12% contra el 35% de impuesto a las utilidades que pagan los empresarios nacionales; la repatriación de las utilidades salen del país con cero impuesto.

Mientras tanto, los compromisos adquiridos con la naturalezay la salud de los pueblos mineros son burlados. Con relación al comercio internacional, que si bien no hace parte de la mesa de la Habana, se hace urgente una revisión a los TLC firmados.

Los TLC son una falacia, todos los países del mundo soportan su economía más en el mercado interno que en el externo; incluso, los EE.UU con un gran potencial exportador, el 70% de su PIB se apoya en el mercado doméstico. En nuestro caso, con economía minera, las importaciones de productos no minero energéticos, superan las exportaciones; el PIB minero energético de Colombia es más del 50% del total y no requiere para su comercialización de ningún tratado.

Hay que estar atentos a estos desarrollos.