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Columnista - 15 diciembre, 2014

¡A Dios rogando, y con el mazo dando!

Con la pasada celebración de la fiesta de la Inmaculada Concepción de María, más conocida como “El día de las velitas”, y la iniciación de la novena navideña, proseguirá el tiempo de adviento, época en la que la Iglesia nos invita a la reflexión y a la preparación para recibir con alborozo el nacimiento del […]

Con la pasada celebración de la fiesta de la Inmaculada Concepción de María, más conocida como “El día de las velitas”, y la iniciación de la novena navideña, proseguirá el tiempo de adviento, época en la que la Iglesia nos invita a la reflexión y a la preparación para recibir con alborozo el nacimiento del Mesías, y es por ello que considero oportuno abordar con humildad, y sin tapujos, un tema que ha resultado bastante polémico, pues se trata de las últimas declaraciones hechas por el Papa Francisco, en el sentido de que la Iglesia no debe cobrar ningún estipendio por celebrar sacramentos tales como bodas y bautizos. Considera el Obispo de Roma, que “algunas parroquias se convierten en “casa de negocio”, haciéndose pagar por celebrar sacramentos” y agregó: “cuantas veces entramos en una Iglesia, aún hoy, y hemos visto la lista de precios para el bautismo, la bendición, las intenciones para la Misa. Y el pueblo se escandaliza” y terminó diciendo: (i) “Cuando vean estas cosas tengan el valor de decírselo al párroco”. (ii) “La Iglesia o las Iglesias no pueden ser especuladoras porque la salvación es gratuita”. Aclaro que las citas son textuales, para que no se diga, que el suscrito tergiversó el mensaje Papal.

Si algo le ha hecho daño a la mayoría de nuestras congregaciones cristianas, es el afán de “comercializar” con la salvación de las almas. Una forma de hacerlo es precisamente cobrando por los sacramentos, y aquí me incluyo como católico, e incluyo también a las congregaciones separadas de la Iglesia.

Muchos afirman que lo que se cobra es una suma simbólica, pero aun así, no deja de ser un estipendio. En otros casos se cambia la palabra “rifa” por “donación”, y en otros se obliga a pagar el diezmo.

En Hechos de los Apóstoles: 8:9-21, se da el primer caso de Simonía, que es el comercio de lo espiritual a cambio de bienes materiales. Su nombre proviene del mago Simón, el mismo que quiso comprar con dinero la gracia divina, recibiendo una fuerte amonestación por parte del apóstol Pedro.

Recuerdo asimismo, haber insistido en este tema mucho antes que el Papa, en columna, publicada por este medio, de agosto 4 de 2009 titulada: “Casos famosos de simonía en el país vallenato”.

Es hora de que nosotros como Iglesia, busquemos otras formas de financiación, que no sea través del cobro de los sacramentos, donando de manera real y efectiva un día salario al año, pues la idea es que nuestra Iglesia sea autosostenible ¡Feliz Navidad, y nos vemos el año entrante!

Columnista
15 diciembre, 2014

¡A Dios rogando, y con el mazo dando!

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Dario Arregoces

Con la pasada celebración de la fiesta de la Inmaculada Concepción de María, más conocida como “El día de las velitas”, y la iniciación de la novena navideña, proseguirá el tiempo de adviento, época en la que la Iglesia nos invita a la reflexión y a la preparación para recibir con alborozo el nacimiento del […]


Con la pasada celebración de la fiesta de la Inmaculada Concepción de María, más conocida como “El día de las velitas”, y la iniciación de la novena navideña, proseguirá el tiempo de adviento, época en la que la Iglesia nos invita a la reflexión y a la preparación para recibir con alborozo el nacimiento del Mesías, y es por ello que considero oportuno abordar con humildad, y sin tapujos, un tema que ha resultado bastante polémico, pues se trata de las últimas declaraciones hechas por el Papa Francisco, en el sentido de que la Iglesia no debe cobrar ningún estipendio por celebrar sacramentos tales como bodas y bautizos. Considera el Obispo de Roma, que “algunas parroquias se convierten en “casa de negocio”, haciéndose pagar por celebrar sacramentos” y agregó: “cuantas veces entramos en una Iglesia, aún hoy, y hemos visto la lista de precios para el bautismo, la bendición, las intenciones para la Misa. Y el pueblo se escandaliza” y terminó diciendo: (i) “Cuando vean estas cosas tengan el valor de decírselo al párroco”. (ii) “La Iglesia o las Iglesias no pueden ser especuladoras porque la salvación es gratuita”. Aclaro que las citas son textuales, para que no se diga, que el suscrito tergiversó el mensaje Papal.

Si algo le ha hecho daño a la mayoría de nuestras congregaciones cristianas, es el afán de “comercializar” con la salvación de las almas. Una forma de hacerlo es precisamente cobrando por los sacramentos, y aquí me incluyo como católico, e incluyo también a las congregaciones separadas de la Iglesia.

Muchos afirman que lo que se cobra es una suma simbólica, pero aun así, no deja de ser un estipendio. En otros casos se cambia la palabra “rifa” por “donación”, y en otros se obliga a pagar el diezmo.

En Hechos de los Apóstoles: 8:9-21, se da el primer caso de Simonía, que es el comercio de lo espiritual a cambio de bienes materiales. Su nombre proviene del mago Simón, el mismo que quiso comprar con dinero la gracia divina, recibiendo una fuerte amonestación por parte del apóstol Pedro.

Recuerdo asimismo, haber insistido en este tema mucho antes que el Papa, en columna, publicada por este medio, de agosto 4 de 2009 titulada: “Casos famosos de simonía en el país vallenato”.

Es hora de que nosotros como Iglesia, busquemos otras formas de financiación, que no sea través del cobro de los sacramentos, donando de manera real y efectiva un día salario al año, pues la idea es que nuestra Iglesia sea autosostenible ¡Feliz Navidad, y nos vemos el año entrante!