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Columnista - 21 agosto, 2018

Inexplicable anticorrupción

Hay conductas del ser humano que por mucho que intento con benevolencia buscar una explicación dentro de los patrones lógicos del comportamiento, definitivamente no las logro entender. Me sucede nuevamente ad portas a la Consulta Anticorrupción que dentro de pocos días se surtirá en nuestro país. Llevamos años quejándonos de la corrupción y ahora que […]

Hay conductas del ser humano que por mucho que intento con benevolencia buscar una explicación dentro de los patrones lógicos del comportamiento, definitivamente no las logro entender. Me sucede nuevamente ad portas a la Consulta Anticorrupción que dentro de pocos días se surtirá en nuestro país.

Llevamos años quejándonos de la corrupción y ahora que podemos directamente expresarnos, independiente al poder vinculante de la consulta como tal y sin acudir a los que dizque nos representan pero que se especializaron en unipersonales decisiones para saciar su apetito, nos trenzamos en una bizantina discusión que muy seguramente condenará al inmemorial statu quo del tema por sustracción de participación colectiva, es decir, porque no alcance el 30% del censo electoral.

Que no es necesario la consulta por cuanto varios puntos ya existen en las leyes, que si les bajamos el sueldo a los congresistas no resolvemos nada y por el contrario se recrudecería la corrupción para compensar el recorte, que esta iniciativa es solo un embeleco y aprobándola le hacemos campaña política a Claudia López por demás declarada homosexual y contraria a las buenas costumbres políticas, que con la crisis económica que atravesamos gastarnos 310.479 millones de pesos en su organización sería un despilfarro, etc., etc., etc.

Una vez más la razón corre el riesgo de perder frente a la manipulación de emociones, poco interesa que el contralor general de la República, Edgardo Maya Villazón, calcule que anualmente se roban unos 50 billones de pesos. Cifra muy superior al costo de la consulta. Tampoco interesa que la Universidad Externado de Colombia en un estudio haya determinado que por lo menos 9 billones de pesos perecen en las fauces de irregularidades prácticas en la administración pública.

Por esto es triste el espectáculo de altos funcionarios del Estado atacando la Consulta Anticorrupción, enviando a todas luces un macabro mensaje a funcionarios de poco rango o a la comunidad misma. Deben hacerlo o porque la ven como un instrumento incómodo para sus reales intenciones oficiales o porque sus ácidos enfrentamientos políticos son mayores a cualquier raciocinio ético del erario. En cualquier caso, sí queda el sinsabor de las obtusas prácticas que debieran estar por encima de vulgares saqueos y camorras parroquiales.

Parece como si el tema de la corrupción solo le interesara a los que están por fuera del poder. Debiera ser un tema de todos, no porque acudiendo a las urnas el domingo vayamos a acabar de tajo la corrupción; es como cuando marchamos contra el secuestro o protestamos por algún hecho delictivo, la participación social no acaba el delito, pero sí mandamos el mensaje de hastío que hace diez años multitudinariamente mandamos a las Farc y que políticamente los acabó para ser hoy ya cosa del pasado. Sal y vota. Con algún punto has de estar de acuerdo. Olvídate de mesianismos o malquerencias de izquierda o derecha, solo vota por ti. Un abrazo.

Antonio María Araújo Calderón
@antoniomariaA

Columnista
21 agosto, 2018

Inexplicable anticorrupción

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Antonio María Araujo

Hay conductas del ser humano que por mucho que intento con benevolencia buscar una explicación dentro de los patrones lógicos del comportamiento, definitivamente no las logro entender. Me sucede nuevamente ad portas a la Consulta Anticorrupción que dentro de pocos días se surtirá en nuestro país. Llevamos años quejándonos de la corrupción y ahora que […]


Hay conductas del ser humano que por mucho que intento con benevolencia buscar una explicación dentro de los patrones lógicos del comportamiento, definitivamente no las logro entender. Me sucede nuevamente ad portas a la Consulta Anticorrupción que dentro de pocos días se surtirá en nuestro país.

Llevamos años quejándonos de la corrupción y ahora que podemos directamente expresarnos, independiente al poder vinculante de la consulta como tal y sin acudir a los que dizque nos representan pero que se especializaron en unipersonales decisiones para saciar su apetito, nos trenzamos en una bizantina discusión que muy seguramente condenará al inmemorial statu quo del tema por sustracción de participación colectiva, es decir, porque no alcance el 30% del censo electoral.

Que no es necesario la consulta por cuanto varios puntos ya existen en las leyes, que si les bajamos el sueldo a los congresistas no resolvemos nada y por el contrario se recrudecería la corrupción para compensar el recorte, que esta iniciativa es solo un embeleco y aprobándola le hacemos campaña política a Claudia López por demás declarada homosexual y contraria a las buenas costumbres políticas, que con la crisis económica que atravesamos gastarnos 310.479 millones de pesos en su organización sería un despilfarro, etc., etc., etc.

Una vez más la razón corre el riesgo de perder frente a la manipulación de emociones, poco interesa que el contralor general de la República, Edgardo Maya Villazón, calcule que anualmente se roban unos 50 billones de pesos. Cifra muy superior al costo de la consulta. Tampoco interesa que la Universidad Externado de Colombia en un estudio haya determinado que por lo menos 9 billones de pesos perecen en las fauces de irregularidades prácticas en la administración pública.

Por esto es triste el espectáculo de altos funcionarios del Estado atacando la Consulta Anticorrupción, enviando a todas luces un macabro mensaje a funcionarios de poco rango o a la comunidad misma. Deben hacerlo o porque la ven como un instrumento incómodo para sus reales intenciones oficiales o porque sus ácidos enfrentamientos políticos son mayores a cualquier raciocinio ético del erario. En cualquier caso, sí queda el sinsabor de las obtusas prácticas que debieran estar por encima de vulgares saqueos y camorras parroquiales.

Parece como si el tema de la corrupción solo le interesara a los que están por fuera del poder. Debiera ser un tema de todos, no porque acudiendo a las urnas el domingo vayamos a acabar de tajo la corrupción; es como cuando marchamos contra el secuestro o protestamos por algún hecho delictivo, la participación social no acaba el delito, pero sí mandamos el mensaje de hastío que hace diez años multitudinariamente mandamos a las Farc y que políticamente los acabó para ser hoy ya cosa del pasado. Sal y vota. Con algún punto has de estar de acuerdo. Olvídate de mesianismos o malquerencias de izquierda o derecha, solo vota por ti. Un abrazo.

Antonio María Araújo Calderón
@antoniomariaA