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Columnista - 7 marzo, 2011

Indiferencia, maldita indiferencia

Visión Universal Por Luis Mendoza Sierra La gente, o no se siente insegura, o no es víctima de la violencia, o no encuentra que las marchas sean el mecanismo adecuado para exigir respeto por sus derechos, especialmente, el derecho a la vida y a la protección de sus bienes. Al menos esa es una de […]

Visión Universal

Por Luis Mendoza Sierra
La gente, o no se siente insegura, o no es víctima de la violencia, o no encuentra que las marchas sean el mecanismo adecuado para exigir respeto por sus derechos, especialmente, el derecho a la vida y a la protección de sus bienes. Al menos esa es una de las conclusiones a las que llego luego de observar la deficiente convocatoria que tuvo la movilización desarrollada recientemente en esta ciudad.
Que pudieron fallar otros aspectos, es muy cierto. Creo, por ejemplo, que hubo algo de improvisación y hasta confusión en la convocatoria. Hasta cuando recibí un mensaje de uno de los convocantes, entendí que era una marcha contra la violencia y en contra de los violentos, y no para llamar la atención sobre la recuperación del viejo Valledupar, como lo había entendido al comienzo.
Cuando juraba y rejuraba que era una marcha en busca de generar conciencia alrededor de la recuperación y la protección del patrimonio histórico de nuestra ciudad, recibí el mensaje, y entonces, no sólo comprendí el asunto, sino que en mi columna pasada invité a participar en ella. Entonces, ¿por qué la rotularon con una leyenda relacionada con la recuperación del viejo Valledupar?
Esa duda pudo incidir en alguien más, y por tanto, también considerarlo un tema de trabajadores de la cultura o promotores de las bellas artes u organizaciones dedicadas a este tipo de tareas, y no para quienes, somos casi todos, padecemos esta inseguridad terrible que vive Valledupar.
La misma incapacidad del transporte público de la ciudad debió incidir en el asunto. La gente no tiene dinero para tomar taxis u otros medios como las peligrosas motos, las que, a propósito, me cuentan quienes las usan, cobran sus viajes tipo chárter, casi a precio de taxi.
El mismo sol canicular vallenato incide en las movilizaciones que aquí se convocan. Pero, además, organizar este tipo de movilizaciones no es como soplar y hacer botellas. No están cubiertos todos los flancos con llegar a una emisora para que sus organizadores tiren cháchara, y mucho menos cuando alguien de los que convoca abusa de su rol imponiendo condiciones.
El día de la marcha escuché por la radio cuando uno de los organizadores, una para ser más exacto, decía palabras más palabras menos: “es una marcha sin restricciones, sin limitaciones, abierta y por tanto libre, pero si los políticos van con sus pancartas no los recibimos o los echamos”. El encomillado es mío.
Ese anuncio es contradictorio y echa por la borda toda intención de plantear la convocatoria como abierta y democrática. Estoy casi seguro que los organizadores, al hacer el balance, debieron darle gracias a Dios por la presencia de los políticos, que entre otras cosas, no son ningunos indeseables, aunque me toque aquí asumir el papel de abogado del diablo. No señores. Son personas. Tienen derecho a pronunciarse y a impulsar, por los canales adecuados, los sueños y los deseos de la gente, mucho mejor si lo hace de la mano con ella.
Finalmente, con todo respeto por la institucionalidad, comparto a regañadientes que una marcha de la sociedad civil que exige protección, se la tomen los funcionarios públicos y las instituciones armadas, con caballo y todo. Sí. Las autoridades deben hacer presencia para que no los tildemos de indiferentes, pero es mejor que lo hagan como observadores y no como marchantes, porque pareciera, en este caso específico, que están marchando contra ellos mismos.
SABLAZO I
Quien le aconsejó al alcalde Luis Fabián Fernández, repartir en la marcha su informe de gestión, que parece más un recetario de cocina o una revista de supermercado, no lo aprecia. Fue un acto no sólo propio de una torpeza descomunal, sino de abuso e indelicadeza con quienes participamos en ese evento.
SABLAZO II
Preveo, por la tajante postura de la Ministra de Educación, un futuro bastante incierto para el proyecto Universidad Nacional sede Cesar. Es más, no entiendo cómo, quien preside el Consejo Superior de esta institución en Bogotá, hubiera permitido avances en el proyecto, incluida la adquisición de terrenos, a no ser que hubiera sido a sus espaldas. ¿O es que lo hicieron antes de que ella llegara y nunca le informaron?
La posición de la Ministra es radical. Mientras la Universidad Popular del Cesar no agote sus potencialidades, no vale la pena invertir en ninguna otra, menos si en vez de venir a complementarla, que es lo ideal, viene a competirle.
Más aún. No entiende nadie cómo un proyecto de este tipo es promovido, entiendo que así  ha sido, a espaldas de la UPC, siendo que el propio Gobernador y la mismísima Ministra, hacen parte del Consejo Superior de la misma.
[email protected]

Columnista
7 marzo, 2011

Indiferencia, maldita indiferencia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Mendoza S.

Visión Universal Por Luis Mendoza Sierra La gente, o no se siente insegura, o no es víctima de la violencia, o no encuentra que las marchas sean el mecanismo adecuado para exigir respeto por sus derechos, especialmente, el derecho a la vida y a la protección de sus bienes. Al menos esa es una de […]


Visión Universal

Por Luis Mendoza Sierra
La gente, o no se siente insegura, o no es víctima de la violencia, o no encuentra que las marchas sean el mecanismo adecuado para exigir respeto por sus derechos, especialmente, el derecho a la vida y a la protección de sus bienes. Al menos esa es una de las conclusiones a las que llego luego de observar la deficiente convocatoria que tuvo la movilización desarrollada recientemente en esta ciudad.
Que pudieron fallar otros aspectos, es muy cierto. Creo, por ejemplo, que hubo algo de improvisación y hasta confusión en la convocatoria. Hasta cuando recibí un mensaje de uno de los convocantes, entendí que era una marcha contra la violencia y en contra de los violentos, y no para llamar la atención sobre la recuperación del viejo Valledupar, como lo había entendido al comienzo.
Cuando juraba y rejuraba que era una marcha en busca de generar conciencia alrededor de la recuperación y la protección del patrimonio histórico de nuestra ciudad, recibí el mensaje, y entonces, no sólo comprendí el asunto, sino que en mi columna pasada invité a participar en ella. Entonces, ¿por qué la rotularon con una leyenda relacionada con la recuperación del viejo Valledupar?
Esa duda pudo incidir en alguien más, y por tanto, también considerarlo un tema de trabajadores de la cultura o promotores de las bellas artes u organizaciones dedicadas a este tipo de tareas, y no para quienes, somos casi todos, padecemos esta inseguridad terrible que vive Valledupar.
La misma incapacidad del transporte público de la ciudad debió incidir en el asunto. La gente no tiene dinero para tomar taxis u otros medios como las peligrosas motos, las que, a propósito, me cuentan quienes las usan, cobran sus viajes tipo chárter, casi a precio de taxi.
El mismo sol canicular vallenato incide en las movilizaciones que aquí se convocan. Pero, además, organizar este tipo de movilizaciones no es como soplar y hacer botellas. No están cubiertos todos los flancos con llegar a una emisora para que sus organizadores tiren cháchara, y mucho menos cuando alguien de los que convoca abusa de su rol imponiendo condiciones.
El día de la marcha escuché por la radio cuando uno de los organizadores, una para ser más exacto, decía palabras más palabras menos: “es una marcha sin restricciones, sin limitaciones, abierta y por tanto libre, pero si los políticos van con sus pancartas no los recibimos o los echamos”. El encomillado es mío.
Ese anuncio es contradictorio y echa por la borda toda intención de plantear la convocatoria como abierta y democrática. Estoy casi seguro que los organizadores, al hacer el balance, debieron darle gracias a Dios por la presencia de los políticos, que entre otras cosas, no son ningunos indeseables, aunque me toque aquí asumir el papel de abogado del diablo. No señores. Son personas. Tienen derecho a pronunciarse y a impulsar, por los canales adecuados, los sueños y los deseos de la gente, mucho mejor si lo hace de la mano con ella.
Finalmente, con todo respeto por la institucionalidad, comparto a regañadientes que una marcha de la sociedad civil que exige protección, se la tomen los funcionarios públicos y las instituciones armadas, con caballo y todo. Sí. Las autoridades deben hacer presencia para que no los tildemos de indiferentes, pero es mejor que lo hagan como observadores y no como marchantes, porque pareciera, en este caso específico, que están marchando contra ellos mismos.
SABLAZO I
Quien le aconsejó al alcalde Luis Fabián Fernández, repartir en la marcha su informe de gestión, que parece más un recetario de cocina o una revista de supermercado, no lo aprecia. Fue un acto no sólo propio de una torpeza descomunal, sino de abuso e indelicadeza con quienes participamos en ese evento.
SABLAZO II
Preveo, por la tajante postura de la Ministra de Educación, un futuro bastante incierto para el proyecto Universidad Nacional sede Cesar. Es más, no entiendo cómo, quien preside el Consejo Superior de esta institución en Bogotá, hubiera permitido avances en el proyecto, incluida la adquisición de terrenos, a no ser que hubiera sido a sus espaldas. ¿O es que lo hicieron antes de que ella llegara y nunca le informaron?
La posición de la Ministra es radical. Mientras la Universidad Popular del Cesar no agote sus potencialidades, no vale la pena invertir en ninguna otra, menos si en vez de venir a complementarla, que es lo ideal, viene a competirle.
Más aún. No entiende nadie cómo un proyecto de este tipo es promovido, entiendo que así  ha sido, a espaldas de la UPC, siendo que el propio Gobernador y la mismísima Ministra, hacen parte del Consejo Superior de la misma.
[email protected]