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Columnista - 18 noviembre, 2016

Igualito aquí

Visito a Barranquilla con mucha frecuencia, desde cuando mi vejé, Macoquito, se hizo abogado y resolvió vivir en esa ciudad, se casó con una extraordinaria mujer, Jullieth, tienen un hijo bello, Nandito, buenos suegros, Edmon y Wade y compró casa y además le gusta una bermuda o mocho, allá echó raíces. Esta ciudad tiene cosas […]

Visito a Barranquilla con mucha frecuencia, desde cuando mi vejé, Macoquito, se hizo abogado y resolvió vivir en esa ciudad, se casó con una extraordinaria mujer, Jullieth, tienen un hijo bello, Nandito, buenos suegros, Edmon y Wade y compró casa y además le gusta una bermuda o mocho, allá echó raíces. Esta ciudad tiene cosas malas y buenas.

Las malas son pocas, pero una de ellas que aquí en el Valle han tratado de imitar, pero la naturaleza se opone, es la siembra de palmeras para parecerse a Miami, planta que en nada contribuye a refrescar el ambiente y que día a día desaparecen y espero para mi beneplácito que no quede ninguna; ahora veo que están sembrando mucho Min o Nin, que da una sombra buena y fresca porque es de hoja pequeña, pero invasora y cuando vengan a ver tienen una montaña de esos árboles y me pregunto: por qué no nos imitan y siembran mangos o nísperos que allá se dan bien, en vez de robles que da mucho sucio y no producen nada. En las nuevas vías que allá construyen en un santiamén, igualito que aquí, deben de hacerlo y ya veo que en los alrededores del Colegio San José, donde estuve acompañando a mi nieto José Manuel, quien con otros compañeritos representaron al Colegio La Sierra en unas justas deportivas con muy buenos resultados.

Bueno, no hay espacio para otras malas, pero agrego una sola: qué van a hacer en la antigua Clínica de Los Andes o de Los Seguros Sociales que está abandonada y convertida en una guarida de delincuentes, es raro que el alcalde Char no haya hecho nada.

Ahora las buenas que son bastantes: da gusto andar por las calles donde no hay un solo huequito, igualito aquí, todo es limpio, especialmente los parques atendidos por la Triple AAA, igualito aquí, dirigida ahora por la hija del ganadero y excelente billarista opita–vallenato Uldarico Serrano y Doña Nelly Monsalvo, Julia a quien felicitamos y le deseamos éxito, todo lo que comienzan lo terminan satisfactoriamente, igualito aquí, no andan pidiendo los papeles de los carros y motos en todas las esquinas, sino cuando es necesario, igualito aquí, no hay obras inconclusas o mal hechas que no resisten un aguacero fuerte, igualito aquí, la CRA con su eficiente director Alberto Escolar hace maravillas y está dispuesto a rehabilitar todas las lagunas del Atlántico, igualito aquí, y los andenes en lotes de engorde como los de aquí, están limpios, igualito aquí, donde en pleno Novalito entre carreras 8 y 9 a los herederos del acaudalado y fallecido Pipe Mattos no les da pena tener esos lotes enmontados convertidos en basureros y criaderos de zancudos y una que otra culebrita, me imagino el plaguero que habrá en las residencias vecinas, pero ellos por no comprometerse no dicen nada y por último, por falta de espacio, porque faltan muchas cosas buenas, igualito aquí, fui a los Terminales de Transporte Terrestre y Aéreos y da gusto llegar sin un solo huequito, igualito aquí, donde las entradas están llenas de huecos y sin terminar a pesar de las reiteradas llamadas de atención, especialmente al Gerente del Terminal de Transporte Terrestre, quien no oye, ni ve ni entiende. Allá poco se habla de robos, igualito aquí, sino que lo diga el Chichí.

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Ya se ven los resultados de la fumigación de los mangos con el potente insecticida marca Autoridad y tuve la satisfacción de poderle mandar 20 hermosos mangos a mi hija Meche en Bogotá, para que Sofi y Sara se los coman con limón, sal y pimienta. Felicitaciones al Piloto de la nave fumigadora, el señor Comandante de la Policía del Cesar.

 

Columnista
18 noviembre, 2016

Igualito aquí

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Visito a Barranquilla con mucha frecuencia, desde cuando mi vejé, Macoquito, se hizo abogado y resolvió vivir en esa ciudad, se casó con una extraordinaria mujer, Jullieth, tienen un hijo bello, Nandito, buenos suegros, Edmon y Wade y compró casa y además le gusta una bermuda o mocho, allá echó raíces. Esta ciudad tiene cosas […]


Visito a Barranquilla con mucha frecuencia, desde cuando mi vejé, Macoquito, se hizo abogado y resolvió vivir en esa ciudad, se casó con una extraordinaria mujer, Jullieth, tienen un hijo bello, Nandito, buenos suegros, Edmon y Wade y compró casa y además le gusta una bermuda o mocho, allá echó raíces. Esta ciudad tiene cosas malas y buenas.

Las malas son pocas, pero una de ellas que aquí en el Valle han tratado de imitar, pero la naturaleza se opone, es la siembra de palmeras para parecerse a Miami, planta que en nada contribuye a refrescar el ambiente y que día a día desaparecen y espero para mi beneplácito que no quede ninguna; ahora veo que están sembrando mucho Min o Nin, que da una sombra buena y fresca porque es de hoja pequeña, pero invasora y cuando vengan a ver tienen una montaña de esos árboles y me pregunto: por qué no nos imitan y siembran mangos o nísperos que allá se dan bien, en vez de robles que da mucho sucio y no producen nada. En las nuevas vías que allá construyen en un santiamén, igualito que aquí, deben de hacerlo y ya veo que en los alrededores del Colegio San José, donde estuve acompañando a mi nieto José Manuel, quien con otros compañeritos representaron al Colegio La Sierra en unas justas deportivas con muy buenos resultados.

Bueno, no hay espacio para otras malas, pero agrego una sola: qué van a hacer en la antigua Clínica de Los Andes o de Los Seguros Sociales que está abandonada y convertida en una guarida de delincuentes, es raro que el alcalde Char no haya hecho nada.

Ahora las buenas que son bastantes: da gusto andar por las calles donde no hay un solo huequito, igualito aquí, todo es limpio, especialmente los parques atendidos por la Triple AAA, igualito aquí, dirigida ahora por la hija del ganadero y excelente billarista opita–vallenato Uldarico Serrano y Doña Nelly Monsalvo, Julia a quien felicitamos y le deseamos éxito, todo lo que comienzan lo terminan satisfactoriamente, igualito aquí, no andan pidiendo los papeles de los carros y motos en todas las esquinas, sino cuando es necesario, igualito aquí, no hay obras inconclusas o mal hechas que no resisten un aguacero fuerte, igualito aquí, la CRA con su eficiente director Alberto Escolar hace maravillas y está dispuesto a rehabilitar todas las lagunas del Atlántico, igualito aquí, y los andenes en lotes de engorde como los de aquí, están limpios, igualito aquí, donde en pleno Novalito entre carreras 8 y 9 a los herederos del acaudalado y fallecido Pipe Mattos no les da pena tener esos lotes enmontados convertidos en basureros y criaderos de zancudos y una que otra culebrita, me imagino el plaguero que habrá en las residencias vecinas, pero ellos por no comprometerse no dicen nada y por último, por falta de espacio, porque faltan muchas cosas buenas, igualito aquí, fui a los Terminales de Transporte Terrestre y Aéreos y da gusto llegar sin un solo huequito, igualito aquí, donde las entradas están llenas de huecos y sin terminar a pesar de las reiteradas llamadas de atención, especialmente al Gerente del Terminal de Transporte Terrestre, quien no oye, ni ve ni entiende. Allá poco se habla de robos, igualito aquí, sino que lo diga el Chichí.

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Ya se ven los resultados de la fumigación de los mangos con el potente insecticida marca Autoridad y tuve la satisfacción de poderle mandar 20 hermosos mangos a mi hija Meche en Bogotá, para que Sofi y Sara se los coman con limón, sal y pimienta. Felicitaciones al Piloto de la nave fumigadora, el señor Comandante de la Policía del Cesar.