Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 16 junio, 2013

“Habemusinstructorem”

Con saldo favorable para Colombia pasaron dos fechas más de la eliminatoria al Mundial de Fútbol Brasil 2014. Fueron partidos en los que no se definía la clasificación pero sí la exclusión. Quedaron eliminados los combinados de Paraguay y Bolivia. Los demás siguen en liza aunque con distancias numéricas significativas.

(Para Germán Piedrahita, el arquero)

Por Luis Augusto González Pimienta

Con saldo favorable para Colombia pasaron dos fechas más de la eliminatoria al Mundial de Fútbol Brasil 2014. Fueron partidos en los que no se definía la clasificación pero sí la exclusión. Quedaron eliminados los combinados de Paraguay y Bolivia. Los demás siguen en liza aunque con distancias numéricas significativas.

Nuestro equipo venía de cuidados intensivos después de haber cedido cuatro puntos en Barranquilla ante argentinos y venezolanos, lo que determinó la salida de Leonel Álvarez como orientador. Con José Néstor Pékerman recobramos la confianza. Sucesivos triunfos ante Uruguay y Chile elevaron la autoestima de los nuestros.Comenzamos a tener un equipo, no un rejuntado de futbolistas.

Pékerman ha sabido trabajar a los nuestros. Les imprimió su sello de seriedad y continuidad en el esfuerzo. Si bien los recientes encuentros con Argentina y Perú no fueron muy estéticos, si mostró un plan preconcebido con unos intérpretes adecuados. Porque esa es la gran virtud de este director técnico: escoge a los jugadores sin dejarse presionar por la prensa o los directivos y hace cambios oportunos. Planifica cada partido meticulosamente, no deja nada al azar y sorprende con sus alineaciones.

Ante Argentina hicimos un partido apretado, en donde la estrategia superó al virtuosismo. Colombia soportó durante veinte minutos la arremetida del rival. Se desnudaron algunos errores, propios de la intensidad del juego y del nerviosismo de algunos jugadores. Luego de la expulsión de Zapata e Higuaín por agresión mutua, se asentó e impuso las condiciones.

En el segundo tiempo hubo tres fases: quince minutos iniciales de dominio colombiano, el ingreso de Messi que obligó al repliegue y la consolidación del esquema defensivo que taponó toda opción de gol. Hubieran podido jugar hasta entrada la noche y nada hubiera pasado.

Frente a Perú se necesitaba ganar y se hizo. Se dieron algunos cambios estratégicos aunquese mantuvo la solidez defensiva que se traíay que muestra la valla menos vencida de la eliminatoria. Con precisión de relojero se manejó el encuentro, sin que nada faltara ni sobrara. Fue un partido práctico, no vistoso. Se jugó como se debe jugar en un mundial: con seriedad.Perú agotó sus tres cambios antes de que Colombia hiciera el primero, indicativo de que todo iba bien. Los relevos llegaron luego, más para mostrar jugadores que por necesidad.

A falta de cuatro partidos todo parece controlado, aunqueno hay que lanzar las campanas al vuelo.Pero sí es evidente que tenemos entrenador. Con él la ilusión va en aumento, cuando falta un año exacto para la justa orbital.

 

Columnista
16 junio, 2013

“Habemusinstructorem”

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Augusto González Pimienta

Con saldo favorable para Colombia pasaron dos fechas más de la eliminatoria al Mundial de Fútbol Brasil 2014. Fueron partidos en los que no se definía la clasificación pero sí la exclusión. Quedaron eliminados los combinados de Paraguay y Bolivia. Los demás siguen en liza aunque con distancias numéricas significativas.


(Para Germán Piedrahita, el arquero)

Por Luis Augusto González Pimienta

Con saldo favorable para Colombia pasaron dos fechas más de la eliminatoria al Mundial de Fútbol Brasil 2014. Fueron partidos en los que no se definía la clasificación pero sí la exclusión. Quedaron eliminados los combinados de Paraguay y Bolivia. Los demás siguen en liza aunque con distancias numéricas significativas.

Nuestro equipo venía de cuidados intensivos después de haber cedido cuatro puntos en Barranquilla ante argentinos y venezolanos, lo que determinó la salida de Leonel Álvarez como orientador. Con José Néstor Pékerman recobramos la confianza. Sucesivos triunfos ante Uruguay y Chile elevaron la autoestima de los nuestros.Comenzamos a tener un equipo, no un rejuntado de futbolistas.

Pékerman ha sabido trabajar a los nuestros. Les imprimió su sello de seriedad y continuidad en el esfuerzo. Si bien los recientes encuentros con Argentina y Perú no fueron muy estéticos, si mostró un plan preconcebido con unos intérpretes adecuados. Porque esa es la gran virtud de este director técnico: escoge a los jugadores sin dejarse presionar por la prensa o los directivos y hace cambios oportunos. Planifica cada partido meticulosamente, no deja nada al azar y sorprende con sus alineaciones.

Ante Argentina hicimos un partido apretado, en donde la estrategia superó al virtuosismo. Colombia soportó durante veinte minutos la arremetida del rival. Se desnudaron algunos errores, propios de la intensidad del juego y del nerviosismo de algunos jugadores. Luego de la expulsión de Zapata e Higuaín por agresión mutua, se asentó e impuso las condiciones.

En el segundo tiempo hubo tres fases: quince minutos iniciales de dominio colombiano, el ingreso de Messi que obligó al repliegue y la consolidación del esquema defensivo que taponó toda opción de gol. Hubieran podido jugar hasta entrada la noche y nada hubiera pasado.

Frente a Perú se necesitaba ganar y se hizo. Se dieron algunos cambios estratégicos aunquese mantuvo la solidez defensiva que se traíay que muestra la valla menos vencida de la eliminatoria. Con precisión de relojero se manejó el encuentro, sin que nada faltara ni sobrara. Fue un partido práctico, no vistoso. Se jugó como se debe jugar en un mundial: con seriedad.Perú agotó sus tres cambios antes de que Colombia hiciera el primero, indicativo de que todo iba bien. Los relevos llegaron luego, más para mostrar jugadores que por necesidad.

A falta de cuatro partidos todo parece controlado, aunqueno hay que lanzar las campanas al vuelo.Pero sí es evidente que tenemos entrenador. Con él la ilusión va en aumento, cuando falta un año exacto para la justa orbital.